Desde que empezó el peak de la pandemia, a fines de mayo, un grupo de ciclistas agrupados en Maipú Pedalea ofreció transportar los alimentos que se preparaban en la “ollita solidaria” de los Misioneros Cristo de la Calle a todos los vecinos, adultos mayores y personas en situación de calle más vulnerables, y evitar así los contagios. Esta es la historia en la que también participa Acción Solidaria del Hogar de Cristo.
Por María Teresa Villafrade
17 Septiembre 2020 a las 09:56
Un ingeniero en prevención de riesgos, un profesor de biología y una secretaria administrativa son los protagonistas de esta historia cuyo denominador común es la solidaridad en los tiempos más difíciles que ha vivido la comuna de Maipú, que llegó a ser la tercera con más alto número de fallecidos de la Región Metropolitana en la etapa más álgida de la pandemia.
Elisa Vergara (47), casada y madre de dos hijos, secretaria administrativa de profesión, es la fundadora de la organización social Misioneros Cristo de la Calle que existe desde hace 23 años en Maipú y trabaja bajo el alero de la Capilla San Bonifacio del Decanato Pajaritos, Vicaría Oeste.
“Nacimos enfocados para atender a la gente de la calle llevándoles alimentos preparados, ropa y medicamentos, y ayudándoles a conectarse con hospederías o con la red de salud cuando veíamos problemas serios. Después nos dimos cuenta que los niños y jóvenes de nuestro sector estaban siendo muy vulnerados y no existía ningún programa en el área que los atendiera, porque las juntas de vecinos se enfocan más en las familias, en las jefas de hogar. El 2010 pusimos en marcha las colonias urbanas en las vacaciones de verano e invierno, llegando a 120 niños y 150 jóvenes y a través de ellos a sus familias. A los que veíamos con situación económica crítica y a los vecinos del sector, los ayudábamos con cajas de mercadería”, cuenta Elisa.
A raíz de la pandemia, tuvieron que reinventarse y nació así lo que ella denomina la “ollita solidaria” que cada domingo reparte 400 almuerzos y semanalmente entrega cajas de mercadería a 120 familias que apadrinan: “Estamos en una lucha constante pero nunca hemos bajado los brazos, o nos derrota el coronavirus o nosotros lo derrotamos a él. Le llamamos ollita solidaria porque nace de la solidaridad de cada persona que nos viene a cooperar con algo y no solo atendemos a nuestro sector. Dentro de la comuna de Maipú vamos a lugares donde no hay ollas gracias a que se sumaron los ciclistas, a quienes llamamos los ´delivery social´ y otros tres vehículos que van a atender a los barrios de El Abrazo y Campos de Batalla, donde hay muchos adultos mayores vulnerables y solos”, cuenta.
La agrupación se preocupó por hacer un catastro de personas que se quedaron sin trabajo y que no han podido acceder a las ayudas estatales porque no figuran en las fichas sociales, ni tampoco al retiro del 10% de las AFP porque nunca han tenido trabajo con contrato y cotizaciones. “Nos hemos sorprendido de ver casas bien buenas, de 3 dormitorios en los que viven hasta 12 integrantes familiares, totalmente hacinados. Es una realidad escondida que antes de la pandemia no veíamos. Están pasándolo muy mal, sin ingresos”.
Se financian gracias a un grupo de apoyo social que aporta $12.000 mensuales, al supermercado Alvi Mayorista y a Acción Solidaria de Hogar de Cristo que les ha donado alimento como harina y legumbres, además de útiles de aseo. Siguen apoyando también a las personas en situación de calle que copan la avenida Pajaritos. Hace poco acompañaron a una campaña de test de PCR dirigida a ellas y Elisa aún se impacta al recordar una escena tremenda: “Levanté el nylon del ruco de Juanito, que tiene 77 años y úlceras en sus piernas. De su cama salieron arrancando seis ratones gigantes y unas cuantas lauchas más. Pedí a la municipalidad que lo fueran a ver, porque un día se lo van a comer vivo”.
Y si bien ninguno de los testeados salió positivo, Elisa está preocupada: “Ellos me dicen que cómo nos vamos a pegar el virus si nadie se acerca a nosotros, somos invisibles. Ahí te das cuenta lo que nos falta como sociedad. Muchos no se hicieron el test porque no estaban en sus rucos”.
LOS BICI ACTIVISTAS
El ingeniero en prevención de riesgo, Carlos Díaz Rocha, es al igual que Elisa Vergara, Consejero de la Sociedad Civil (COSOC) y presidente desde hace 7 años de Ciclisthrash, entidad que forma parte de Maipú Pedalea y que agrupa a cientos de ciclistas de la comuna. Cuenta que se ofrecieron a apoyar a la ollita solidaria de Misioneros Cristo de la Calle porque tienen un radio de acción muy extenso, de casi 3 kilómetros.
“Con la cuarentena nos dimos cuenta que necesitaban a bici activistas como nosotros para poder repartir a los adultos mayores que no podían salir de sus casas. Yo he sido voluntario en varias causas desde hace tiempo pero cuando comenzaron las ollas comunes, sentí que era más necesaria que nunca nuestra ayuda y me contacté con Elisa para cooperar. Actualmente coordino y soy voluntario cada vez que me necesitan”, explica.
Otro colaborador es el profesor de biología Rudy Montenegro (37) que jamás ha faltado un domingo para repartir en su bicicleta los almuerzos que le entregan. “Soy de Osorno y con mi señora y mi hija llegamos a vivir en 2014 a Santiago. Es la primera vez que hago voluntariado porque antes no sentía esa responsabilidad social. Con la pandemia, empecé a sentir las ganas de aportar y, como el dinero no me sobra, decidí cooperar moviendo mis piernas, que es algo que hago desde siempre. Soy parte de Maipú Pedalea”, cuenta.
Le ha gustado mucho conocer a personas con vocación de servicio como los Misioneros Cristo de la Calle y también a quienes reciben alimentos pero una vez que ya mejora su situación económica avisan para que le llevan a otros la ayuda. “Se ven ejemplos bonitos de mucha gente. Los adultos mayores que viven solos nos agradecen y nos dicen que somos ángeles para ellos, pero yo lo hago por mi hija, para que ella sepa que esas horas que sacrifico los domingo en familia valen la pena porque hay muchas personas que necesitan”, señala el profesor.
Elisa Vergara está muy agradecida de este singular “delivery social” que le cayó del cielo. “El compromiso que tienen es fabuloso y nos ha permitido extender más aún los lazos solidarios. Espero que esta alianza se mantenga después de la pandemia, porque ha sido muy fructífera para todos”, concluye esperanzada.
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