Desde su fundación y hasta 1980, Hogar de Cristo fue inaugurando diversos programas sociales para abordar la pobreza y la vulnerabilidad de los chilenos. En 1958, surge la idea de generar viviendas de emergencia para ser construidas en tomas de terreno donde llegaban a vivir familias sin techo. En los años 60 se reorganizó la “Patrulla de la Noche”, que buscaba reeditar las rutas que hacía el padre Hurtado para ir en la búsqueda de los niños abandonados que vivían en la calle.
Así se inauguraron los hogares familiares, que propiciaban la idea de una casa más que de un internado para acoger a estos niños. A esto se suma la creación del primer hogar para adultos mayores en situación de pobreza. En la década del 70 se crearon los centros abiertos para adultos mayores y la unidad para atender a las personas con enfermedades terminales, donde pasaban sus últimos días con atención médica digna y de calidad. También se inauguraron filiales del Hogar de Cristo en Arica, Concepción, Copiapó y Valparaíso.
Desde los años 80, década en que los niveles de pobreza llegaban al 45% de la población total, y hasta la beatificación y canonización del Padre Hurtado, el Hogar de Cristo experimentó una fuerte expansión a lo largo del país. Entonces se visibilizó la pobreza y vulnerabilidad de quienes vivían en exclusión. Esta expansión se logró gracias a una fuerte descentralización y autonomía de directorios y consejos locales. Se incorporaron al proyecto cuatro fundaciones filiales con fines específicos: Súmate (1989), cuyo objetivo es atender las necesidades de niños y niñas y jóvenes en pobreza y excluidos de la educación; Rostros Nuevos (1995), que se dedica a la inclusión de personas en situación de pobreza con discapacidad mental, psíquica e intelectual; Paréntesis (2005), que busca atender las necesidades de personas vulnerables con consumo problemático de alcohol y otras drogas y de jóvenes infractores de ley.
El crecimiento explosivo de la etapa anterior hizo necesario desarrollar una estrategia común, y a partir de 2006, se implementó un modelo que permitiera atender los nuevos desafíos del país, instalando nuevos estándares de calidad, especialización y eficiencia. La pobreza ahora tiene apellido: es multidimensional y debe abordarse tomando en consideración todas esas dimensiones. En este período se prioriza la centralización de la gestión social y administrativa de la Fundación, reduciendo la autonomía de los consejos locales. En 2011, se crea fundación Emplea, cuyo objetivo es entregar servicios de formación e inclusión laboral. El trabajo decente y de calidad es una de los aspectos que considera la medición de la pobreza multidimensional. Durante esta etapa, las cuatro fundaciones filiales empiezan a recibir servicios centralizados desde las áreas de soporte.
Esta etapa, que se inicia en 2016, busca combinar lo mejor de las anteriores bajo la consigna “acoger y convocar”.
ESTRATEGIA SOCIAL 2023-2025
Frente a ese escenario, el Hogar de Cristo ha replanteado su quehacer, redefiniendo su estrategia social.
Un cambio extraordinario es cómo la participación social ha cobrado un valor fundamental en la vida pública en Chile. Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo, señala a propósito: “Ese cambio nos traza un rumbo irrenunciable en cuanto a favorecer la participación de las personas que viven en situación de pobreza. En Hogar de Cristo creemos que no puede haber real inclusión sin una participación incidente”.
Empoderamiento e inclusión son conceptos centrales en este nuevo Hogar de Cristo para este nuevo Chile. Ambos tienen que ver con poner a la persona al centro con todas sus singularidades. Como señala Solange Veloso, directora de operación social nacional: “Cuando estoy entre adultos con discapacidad mental, es donde más reafirmo que debemos centrarnos en el reconocimiento de la autonomía y autogobierno de todas las personas y abandonar los prejuicios y la posición de expertos. Todos somos protagonistas y constructores de nuestros proyectos vitales. Todos y todas”.
Esta nueva estrategia no cree en dar soluciones paliativas a la pobreza, en superar adversidades puntuales. Busca en la evidencia, en la innovación, en el trabajo con otros, soluciones creativas, basadas en la realidad, para transformar las estructuras que perpetúan la fragilidad y limitan las libertades de las personas.
El capellán general del Hogar de Cristo, José Francisco Yuraszeck lo expresa así: “El trabajo no puede centrarse sólo en los comportamientos de las personas. Nuestro desafío es construir estrategias amplias de trabajo integrado e intersectorial que, como decía el padre Hurtado, ataquen la causa, no el efecto. Eso es lo que logra el revolucionario Programa Vivienda Primero, que ya alcanza a más de medio millar de personas y está operativo en varias regiones del país”.
En el Hogar de Cristo hablamos de trayectorias de inclusión y de trayectorias educativas habitualmente, pero el concepto es mucho más amplio. Tiene que ver con que estamos acompañando a los más vulnerables desde que nacen hasta que mueren. Lo hacemos desde Arica a Punta Arenas, intentando que en esas etapas vitales superen los problemas que les restan oportunidades de futuro.
Liliana Cortés, ex directora de Fundación Súmate y actual directora social nacional del Hogar de Cristo, lo tiene claro: “No existe trabajo con mayor impacto preventivo, promocional y restaurativo que la educación de calidad, flexible y adecuada. Eso hacemos en Súmate desde hace treinta años.
Hacer con otros es uno de los pilares de la estrategia social que hemos definido: fortalecer el tejido comunitario para la inclusión social de los participantes; tender puentes con otras instituciones a través de alianzas y convenios, y convocar a la ciudadanía para movilizarla.
“Somos una causa, somos el Hogar de Cristo, y eso nos compromete a sumar adherentes a la idea preciosa y desafiante de hacer de Chile un país más digno y justo para todos… con todos y con todas”, declara Paulina Andrés, directora de Comunidad.
Las mujeres pobres son más pobres que los hombres pobres. Eso lo repetimos siempre. La perspectiva de género debe estar presente en toda nuestra acción. Cuestiones de género, cultura, raza, amplifican la vulnerabilidad y la pobreza.
Algunos de nuestros dispositivos residenciales, especializados que trabajan con poblaciones muy vulneradas, se han ido transformando en programas de carácter clínico más que socio-sanitarios. A partir de la evidencia internacional ahora privilegiamos las intervenciones mixtas y flexibles. Se trata de combinar lo residencial de corta estadía con lo ambulatorio, lo domiciliario y lo comunitario.
Chile envejece y la población debe permanecer integrada a su comunidad lo más que se pueda. De eso se tratan las trayectorias de inclusión que hoy explican y le dan sentido al trabajo social que hacemos. Buscamos la inclusión, el bienestar, la dignidad, la participación de todos y todas. De eso se trata nuestro sueño fundacional: desatar la solidaridad para lograr un país más digno y justo.