El bullying o acoso escolar es una de las razones frecuentes que explican el abandono escolar. Aquí dos jóvenes que lograron egresar de sendas escuelas Súmate explican cómo vivieron esta práctica cada vez más común en los ambientes educativos, que deja daños psicológicos duraderos, amén de privar de un derecho fundamental.
Por Matías Concha P.
Recordar las burlas, risas hirientes y agresiones de la época escolar, oscurece los recuerdos de quienes fueron víctimas de bullying, un fenómeno complejo que, según la psicóloga Guila Sosman, especialista en psicología clínica, necesita ser más claramente definido.
La especialista explica que el bullying es “un acoso sistemático de parte de un niño, o un grupo de niños, y cuyas víctimas no tienen las herramientas para dar respuesta a esto”.
Este tipo de acoso es el que padeció Jack (18), ex alumno de la escuela Padre Hurtado de Renca, de fundación Súmate del Hogar de Cristo. Al llegar al país como migrante desde Perú, enfrentó acoso por su condición de extranjero, lo que finalmente lo llevó a abandonar la escuela.
“Cuando llegué, tenía 16 años. Me costó el tema del clima y, principalmente, el bullying de los compañeros chilenos, que me decían el “pe”, “peruanito”, “come palomas”, y me enfurecía, porque no entendía de dónde tanto odio. A eso se sumó que no me reconocían mis papeles de estudio en el Perú, así fue que terminé trabajando en un local de chocolates en el centro de Santiago”.
-¿Dejaste de ir al colegio?
-Sí, estaba lleno de rabia y miedo, porque si me defendía me pegaban. Por eso opté por trabajar antes que aguantar a quienes me insultaban con ‘come palomas’. Así estuve trabajando un año, hasta que entré a Súmate en Renca. Y ahora ya terminé mis estudios, ¿Sabe cómo lo logré? Porque llegué a una escuela donde ser peruano o chileno no hacía diferencia.
De acuerdo al sondeo del Instituto Nacional de la Juventud, titulado “Bullying en Establecimientos Educacionales”, el 61% de los jóvenes entre 15 y 29 años encuestados, declaró haber sido intimidado o maltratado verbalmente con insultos, burlas o amenazas. El 41% ha vivido situaciones de exclusión, y el 33% dijo haber sido intimidado físicamente, como Jack.
BURLAS Y CARCAJADAS
Belén Kaempfer (20), graduada del liceo Juan Martínez de Rozas en Concepción a fines de 2023, refleja una realidad similar. Durante su vida escolar, Belén enfrentó constantemente burlas y carcajadas.
“Cuando era más chica, en quinto básico, me molestaban porque siempre estaba sola y no tenía amigos. En el fondo, por no ser tan desordenada como los demás niños, me gustaba estar tranquila. Esa fue una de las razones por las que, en algún momento, preferí no ir al colegio. ¿A quién le puede gustar que te griten o se rían de cómo eres? Caché que el que es tímido, callado, lo pasa pésimo y vive con miedo de ir a la escuela”, afirma Belén.
-¿Cuántos años dejaste el colegio?
-Repetí dos veces y dejé de ir al colegio durante dos años. Para serle franca, pensé que jamás terminaría la escuela.
La psicóloga Guila Sosman explica que durante la adolescencia, la opinión de los pares es fundamental: “Es un lugar de socialización muy importante, incluso más que la casa. Entonces, la opinión de los pares, va construyendo nuestra identidad. Si ésta es negativa, va a afectar en la autopercepción”.
Hoy, Belén se ha transformado completamente. Hace solo unos meses, se graduó de cuarto medio y tiene planes claros para su futuro: «Quiero ser masoterapeuta, una carrera que dura dos años y es excelente. Ya he investigado sobre el instituto y estoy organizándome. A pesar de que el año pasado fue difícil, este año me estoy preparando para estudiar y dar la PAES (Prueba de Selección Universitaria).
-¿Cómo lograste sacar tus estudios?
-El profesor Sebastián, de la Fundación Súmate, fue a buscarme a mi casa y me sugirió que ingresara a un Aula de Reingreso en el liceo Juan Martínez de Rozas, en Concepción. Fue la mejor decisión que he tomado; hay muchos niños y niñas que dejan de estudiar porque piensan que son muy viejos para regresar al colegio. Yo entré a los 18 años, logré ponerme al día con mis estudios y estoy agradecida de corazón por esa oportunidad.
Belén es uno de los tantos casos exitosos de las “Aulas de Reingreso”, que desde 2022 han sido implementadas por el Servicio Local Andalién Sur y Fundación Súmate de Hogar de Cristo.
El perfil de los estudiantes que ingresan es de niños, niñas y jóvenes de entre 12 a 21 años de edad, con rezago pedagógico de al menos 2 años, sin matrícula vigente, con diferentes niveles de aprendizaje. Por eso, regularmente la sala es multigrado y con un máximo de 4 niveles por aula.
La relevancia de este programa se refuerza con los datos de la Unesco, que indican que uno de cada tres niños sufre acoso escolar, siendo la condición socioeconómica un factor determinante en la probabilidad de experimentar este acoso.
Además, niños migrantes o mujeres, como Belén y Jack, tienen un mayor riesgo de enfrentar intimidación.