Marianne Ocompley ha forjado su negocio, Pastelería SyJ, a punta de esfuerzo y dedicación. Hace seis años comenzó vendiendo sándwiches en la Plaza de Maipú y hace dos meses abrió su primer local donde vende pasteles y almuerzos. Fue justo en los comienzos de la pandemia en Chile, un riesgo, y, además, su marido había quedado sin trabajo.
Por María Luisa Galán
27 Mayo 2020 a las
11:59
“Tenía miedo de abrir, pero hemos tenido una muy buena aceptación. Todos los días vienen a comprar pasteles, además me metí a Pedidos Ya y hemos podido llegar a más lugares. Hay otros clientes que mandan a buscar por Uber. Entonces, la verdad es que he tenido muy buena aceptación para la época en que se abrió el negocio”, cuenta Marianne Ocompley, mujer emprendedora que a punta de esfuerzo y dedicación logró hace dos meses abrir su primer local, en su propia casa, en el inicio de la pandemia en Chile. “Mi patio se convirtió en local”, dice con orgullo sobre su emprendimiento llamado Pastelería SyJ, donde trabaja toda su familia. Su marido quedó sin trabajo en marzo, sus hijos estudian a distancia, dando la oportunidad para que todos aporten, ya sea lavando o cocinando.
“La pandemia me ha beneficiado porque hizo que abriera rápido el local, me dio fuerzas para ser valiente y tener más riesgo. Había días en que no quería hacer nada, en que me salía todo mal. Pero son etapas, te sientes frustrado porque no sabes si al día siguiente vas a poder abrir. Decíamos: ‘Si no abrimos, no comemos’. Lo malo es que está pasando todo esto, que despidieron a mi esposo, que estemos encerrados, pero lo lindo es que no estoy trabajando sola, porque si mi marido estuviera trabajando en la botillería, estaría sola, pero acá estamos todos juntos. Hay días que nos agarramos, que estamos cruzados, pero estamos bien”, dice sobre su negocio que además brinda cultura, porque ofrecen libros con el compromiso que el que se lleva uno, debe dejar otro.
Su historia con el mundo de la gastronomía se inició con un curso de cocina y banquetería que realizó en fundación Emplea, hace seis años. Luego empezó a vender sándwiches en los puestos de la plaza de Maipú, ofrecía trozos de torta en una galería cercana a la plaza y después se dedicó al servicio de banquetería y a la venta desde su casa; sus vecinos le tocaban el timbre cuando querían “algo dulce”.
Hoy, además de la venta de pasteles, también ofrece almuerzos. “No eran suficientes los pasteles y agregamos un tipo de almuerzo, sólo los fines de semana, por ahora”, comenta. También tiene pizzas con masa a la piedra hechas por su marido. “Parecen pizzas del barrio alto y puedes elegir los ingredientes”, cuenta y recalca que sus proveedores también son emprendedores, como una señora que le hace las masas, los muffins y otro que le trae el pan. “Nos ayudamos entre los emprendedores y son productos buenos. Nos damos el tiempo de probar los productos que vendemos”, agrega.
En sus dos meses de funcionamiento, el emprendimiento ha sido un éxito, les permite solventar los gastos propios de la casa y los créditos bancarios. “Diosito siempre nos está ayudando, porque nos metemos en una y nos está esperando con una cosa buena”, dice. “Vienen vecinas y me dicen: ‘tengo luca, para qué me alcanza’. Yo hago desde un arroz con leche, pie de limón, de maracuyá, calzones rotos, donas rellenas, leche asada, sopaipillas. Hasta las jaleas me las compran, porque le pongo un toquecito de crema para que se vea más bonita y la gente fascinada”, cuenta Marianne, cuya idea inicial de negocio, hace más de seis años, fue vender productos de aseo.
Quienes desean comprar las delicias de “Pastelería SyJ” –por los nombres de Sabrina y Jorge, los hijos de Marianne– pueden ir a su local, ubicado en el pasaje Doce de Octubre 3567, Maipú, entre las calles 3 norte y Ferrocarril. Tiene permiso para abrir. También pueden hacer pedidos especiales o encargar productos a su teléfono +56 9 8601 8029 o engordar el ojo y antojarse con sus productos en su Facebook e Instagram