3 Septiembre 2020 a las 15:28
En La Chimba, icónico campamento de Antofagasta, ubicado junto al vertedero más grande de Chile, esta dirigente ha levantado jardines infantiles, cientos de mediaguas y, ahora, en medio de la crisis social y sanitaria del Covid-19, ollas comunes para los más excluidos de la ciudad. “Cuando tenía 20 años llegué a vivir a los pies del vertedero, ahí conocí a mujeres que trabajaban recolectando basura. La mayoría iba con sus guaguas, era una imagen muy fuerte. Ahí me nació la idea de hacer algo, fue como una necesidad, una chispa”.
Por Matías Concha P.
Lo espontáneo es su marca. Luz Castillo (44) es así: directa y apasionada. En el vertedero de La Chimba, conoció el verdadero rostro de la pobreza. “Por eso me nació construir una sala cuna arriba del vertedero, para que las mamás pudieran trabajar tranquilas, seguras de que nosotras les cuidábamos a los cabros chicos”, recuerda. “En esa época me apoyó el Hogar de Cristo, me pasaron las cunas, el alimento, infraestructura. Pero me emociona decir que la ayuda también llegó de las mismas mamás de La Chimba. Entre todas hicimos rifas, postulamos a recursos, buscamos materiales, lo que una tenía se lo pasaba a la otra”.
Años después, mientras Luz estudiaba por las noches, con el apoyo del ex alcalde de Antofagasta, Pedro Araya, transformó un galpón abandonado en un jardín infantil comunitario, que recibía diariamente a 36 niños de familias vulnerables, en el sector norte de la ciudad, en Villa Esperanza. “Era un jardín muy humilde, todo ahí funcionaba a pulso, con esfuerzo, hasta íbamos a buscar cosas al vertedero para reciclar, todo nos servía porque no teníamos nada”.
-¿Qué recuerdos tienes de esa época?
-La dignidad de las mamás, que entregaban a sus niños siempre impecables… También me sorprendía lo poco que se nos enfermaban los niños. He llegado a pensar que quizás tanto bicho, tantas enfermedades dando vueltas en el vertedero, los obligaba a ser fuertes. Es muy triste, muy injusto, pero la pobreza te va curtiendo desde chico, no te deja más opciones.
De eso han pasado más de 20 años, hoy Luz es una reconocida dirigente social en Antofagasta. Es asistente de párvulos, vicepresidenta del Consejo de la Sociedad Civil de la ciudad, Reina Guachaca 2020 y fundadora del grupo de voluntarios Luz de Esperanza, que recorre las calles entregando abrigo y alimento a los más excluidos. También es madre de 11 niños, cinco son adoptados. “Mi ex cuñada tenía problemas de consumo, por eso un día me dejó a sus niños y nunca volvió a buscarlos. Esto que puede sonar muy fuerte pero se dio natural, ellos son tan críos míos como los otros”, afirma.
-¿Nunca reclamaron tener una mamá tan movida?
-La verdad es que sí, especialmente los menores. No fue fácil, a veces no podía multiplicarme o pasaba demasiado tiempo recorriendo las calles o en comités sociales, pero yo los crié para que fueran empáticos, buenos cabros. Seguramente con el tiempo van a entender, especialmente ahora que la pobreza se ha multiplicado, la gente no tiene para comer.
Luz ha estado involucrada en la construcción de cientos de viviendas sociales para familias de escasos recursos. No es raro verla por las noches recorriendo sectores periféricos de la ciudad, buscando a quién ayudar. Tanto es así que su vitalidad para hacer campañas le ha valido el apodo de “Lula, la alcaldesa del pueblo”.
-¿Cómo logras conseguir tantos recursos?
-Diciendo la verdad, sin arreglo, sin preocuparme de que suene bonito. Por ejemplo, para conseguir viviendas más dignas para los vecinos de La Chimba, creo que le hinche las pelotas a cuanta autoridad existe, tuve que explicar con peras y manzanas que los niños estaban viviendo literalmente encima de la mierda, porque los pozos sépticos estaban rebalsados. Así fue como logramos 95 casas; tocando puertas, mandando cartas, exigiendo a las autoridades que se muevan.
PANDEMIA EN LA CHIMBA
Luz Castillo ha vivido en primera línea los cambios que ha experimentado Antofagasta por la pandemia. Sostiene que el Covid-19 ha dejado expuestos a los grupos más excluidos frente a la enfermedad. “He sido testigo de cómo en pandemia siguen derribando los rucos de los que viven en la calle, sin ningún criterio. ¿Qué ganan con eso?”.
Pese a sus altos ingresos, la región de Antofagasta evidencia una gran pobreza multidimensional. Conocida por su riqueza minera, la región está idealizada como una zona de oportunidades económicas. “Esa imagen ridícula se nos cayó por la pandemia. En La Chimba, no hay presencia del Estado, aquí la gente vive en una pandemia constante, en peligro. Están acostumbrados a vivir sin seguridad o certezas en la vida”.
Al recorrer la ciudad quedan en evidencia los contrastes en las condiciones de habitabilidad. Mientras en los sectores de Jardines, del Sur y Norte o el Parque Inglés, las casas en promedio bordean los 400 metros cuadrados, con amplias piscinas y áreas verdes, en los cerros emergen campamentos donde las familias, muchas extranjeras, viven en absoluta precariedad y hacinamiento.
-En La Chimba, ¿cómo han enfrentado la pandemia?
-Con tristeza, con una sensación rara, como de tener las manos atadas. Para mí la pandemia ha sido como una cámara indiscreta, una imagen que ha incomodado porque le reveló al país lo mal que viven algunos. Sin plata, sin comida, sin ninguna cuestión. Me ha tocado juntar mercadería para familias que no tienen nada, ni siquiera un poco de arroz, eso da tristeza.
Ya son, al menos, 55 las ollas comunes que están operando en la ciudad, las que alimentan a más de 6 mil personas. De acuerdo a su ubicación, el sector norte de la capital regional concentra el 64% de las ollas comunes y al 52 % de los beneficiarios; el sector centro, engloba el 29% del total de ollas y el 34% de las raciones, y el sector sur, el 7% de las iniciativas y el 14 de las personas atendidas. “En nuestro territorio, sin la organización de las personas que reunieron sus alimentos en centros de acopio, no sería dramático decir que muchos habría muerto de hambre. Eso es lo otro, la solidaridad… ¿Hasta cuando la gente tendrá que vivir de la solidaridad? ¿Por qué siempre es el pueblo el que tiene que salvar al pueblo?”.
Según la encuesta Casen 2017, en la región viven más de 30 mil personas en contextos de pobreza. Un número que en pandemia, sin duda, aumentará. “Es paradójico, porque tenemos mineras muy cerca, pero por alguna razón que nadie se explica, no se ve la plata. Esto queda en evidencia con la cantidad gigante de gente que está en la calle, hablamos de más de 600 personas que no tienen dónde dormir, menos comer”.
-¿Han recibido apoyo de las autoridades?
-Sí, especialmente en el tema de las ollas comunes, pero es algo que también da un poco de risa, son tan habilosos, llegan justo ahora que son “populares”, pero pocos saben que las ollas comunes funcionaban antes de la pandemia, no son cosa sólo de ahora. Es un síntoma de pobreza que se viene sintiendo desde hace mucho, pero pasaban “piola” como dicen los muchachos.
-¿Nunca pensaste en postular a un cargo político?
-Sí, fui candidata a concejal, postulé independiente pero no hice campaña política, es que no sirvo para eso. El tiempo me hizo madurar, me hizo ver la insensibilidad de las autoridades.
-¿Por qué no seguiste en eso?
-Tiene costos que no estoy dispuesta a pagar. Te explico: a pesar de ser independiente fui con apoyo de la UDI, pero ellos querían que hablara de su partido político, que los “patrocinara”, pero a mí no me interesaba hacer eso. He visto a muchos candidatos llegar a La Chimba en campaña, ofrecían de todo, regalaban de todo, pero después desaparecían. Yo no estoy dispuesta a eso, es una burla a las personas. Y, por supuesto, perdí.
Este próximo miércoles 9 de septiembre, a las 5 de la tarde, Luz Castillo estará en “Hora de Conversar”, encuentro online, organizado por Hogar de Cristo, dialogando con la jefa de operación social del Hogar de Cristo en Antofagasta, la trabajadora social Andrea Cox. ¿Tema? Pandemia y pobreza, aterrizado a los territorios más vulnerables de la dispar ciudad de Antofagasta. Si eres de allá o te interesa conocer a una carismática líder social, conéctate a través de nuestro Facebook o por nuestro canal de Youtube.
-Antes de terminar, una última pregunta, Luz: ¿Qué podemos esperar de Lula, la alcaldesa del pueblo, como te conocen todos acá?
-Lo mismo de siempre. Ya son 22 años de estar con los más pobres, he reído y llorado con ellos, las hemos vivido todas. Por ejemplo, hace como un mes y medio, encontramos a un joven con hipotermia, le tuvimos que hacer reanimación, ¿cómo voy a dejar de ayudar si la gente pobre se está muriendo en la calle?