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Emotivo adiós a la Casa de Acogida Padre Hurtado

12 Julio 2021 a las 09:50

El equipo del hogar abierto de Estación Central se despidió con una sensible ceremonia de cierre en el Santuario del Padre Hurtado. Asistió el capellán general del Hogar de Cristo, José Yuraszeck, quien desde la tumba de nuestro fundador, Alberto Hurtado, dijo, emocionado: “En este día tan triste, me conmueven las palabras de cada una de ustedes, me llena el corazón escuchar cómo lo dieron todo por los más excluidos”.

Por Matías Concha P.

“Tengo mucha pena, nostalgia, dolor, este no es un momento fácil”, comenta Marjorie Morales (46) monitora del equipo de la Casa de Acogida Padre Hurtado de Hogar de Cristo, en Estación Central, también conocido como “Hogar Abierto”. Y agrega: “Pero también siento mucha gratitud, como equipo lo dimos todo, me da paz saber que dimos el 100% por los adultos mayores, acá todas fuimos mujeres valientes”.

Tras 25 años de la lucha por un país más digno, justo y solidario, la Casa de Acogida Padre Hurtado, que recibía a 90 adultos mayores vulnerables, en Estación Central, tuvo que cerrar sus puertas en el marco del duro plan de adaptación a la nueva realidad generada por la pandemia. “Sentimos dolor por lo que está pasando, pero es tanto el amor que sentimos por el Hogar de Cristo, que entendemos que este cierre forma parte de una estrategia de sobrevivencia mayor”, indica Jessica Cayulao (34) jefa de unidad del Hogar Abierto.

Con este doloroso y sensible hito de cierre, se puso fin al plan con que la fundación afrontó en 2020 los efectos económicos de la pandemia, manteniendo la cobertura nacional y focalizándose en los programas que complementan más eficazmente la acción del Estado y de otras organizaciones de la sociedad civil en los territorios. Esto significó disminuir en 938 las 14.076 personas que atiende el Hogar mensualmente, todas las cuales fueron acompañadas hasta que quedarán vinculadas con otros programas y redes. “A todas en el quipo nos produjo mucha paz saber que ningún adulto mayor queda abandonado”, revela Marjorie Morales.  Y explica que “todos ya fueron reubicados en otros dispositivos de Hogar de Cristo, ninguno quedó fuera de la familia de Alberto Hurtado”.

Si bien esta solución aplacó la nostalgia del momento, no deshizo por completo la profunda pena de los miembros del equipo. “Este es un momento triste y no debemos negarlo, pero espero que ese sentimiento no las dañe, no las prive de la experiencia de haber sido parte de una causa maravillosa, y de una familia que ustedes mismas construyeron con su trabajo”, dijo conmovido el capellán general del Hogar de Cristo, José Yuraszeck.

El equipo de la Casa de Acogida Padre Hurtado, que era conformado por 34 personas, incluía a monitoras, trabajadoras sociales, enfermeras, psicólogas y terapeutas ocupacionales. Muchas de las primeras, de las monitoras, cuentan con la certificación que se logró a través de la Escuela de Formación del Hogar de Cristo y su trabajo con universidades y centros de formación. Esta iniciativa ha permitido a muchos trabajadores y trabajadores formados en la práctica en su oficio de cuidadores de adultos mayores, lograr una validación técnica muy significativa, y mejorar así su empleabilidad.

Entre las lágrimas y la emoción de todos, hubo un momento especialmente significativo. Fue cuando Rafael Blanco, acogido del Hogar Abierto, dijo: “Yo quiero darle las gracias a ustedes, mis amigas fuertes, protectoras. Siempre tendré el consuelo de que ´las tías´ del Hogar de Cristo, me prestaron una oreja e hicieron de mi vida algo más llevadero. No las olvidaré y me las llevó conmigo a cualquier lugar que la vida, ahora, me lleve”.

 

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