2 Agosto 2016 a las 18:03
La conversación revela detalles del día en que Andrés, el “Doctor de la Alegría”, decidió involucrarse por los niños en los hospitales: “Me acuerdo que entré al Hospital de la Chile, sin saber cómo reaccionarían los pacientes, nada, sólo con una bata, la nariz de payaso y un carrito de dulces”. También contiene una de las experiencias más difíciles del actor chileno: “Entré a la sala, lo miré, le pregunté si podía tomar su mano, él pestañeando me expresó que sí, su mano era flaquita, tomar esa mano me caló profundo, esa vez me quebré”.
Por Matías Concha
Andrés se dio a conocer luego de interpretar a Manuel Hinojosa en la mítica teleserie Adrenalina de Canal 13, posteriormente fue parte del elenco de Marparaíso y Cerro Alegre, ganando el cariño de la gente. Hoy utiliza su profesión como herramienta social, representando al “Doctor de la Alegría”, personaje que le valió el apodado en México como el Patch Adams chileno.
Su obra comenzó en el año 1988, tras presentar un proyecto teatral al Hospital de la Universidad de Chile. Su intervención consistía en utilizar como instrumento el arte clown, que promueve el poder curativo de la alegría en los pacientes, mitigando el estrés y la ansiedad que generan el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. Dieciocho años después, su cruzada sigue siendo la misma: “Mi labor como Doctor de la Alegría es acompañarlos en ese dolor, acompañarlos en ese golpe para ver las cosas desde otra perspectiva, con respeto, y porque no, con algo de humor”.
¿De dónde viene el Doctor de la Alegría?
Yo creo que viene de una herencia familiar bien importante. Con mis tres hermanos crecimos en el campo, cerca de Maipo, ahí tuvimos una crianza bien centrada en el interés por lo social. Desde muy chico mi abuela nos llevaba a un hogar de niños que se había formado en la casa de mis bisabuelos, nos juntábamos con todos los niños y hacíamos obras de teatro. ¡Era muy bonito! Gracias a esa experiencia siempre quise hacer algo así, yo creo que ahí partió todo, a través del arte y su responsabilidad social.
¿Cómo fue la primera experiencia?
¡Uff hace muchos años! Partí presentando un proyecto al Hospital Clínico de la Universidad de Chile, les pedí que me prestaran las instalaciones del lugar para presentar al personaje. Fue muy difícil. Me acuerdo que entré al Hospital de la Chile sin cachar mucho, sin estudios terapéuticos, sin saber cómo reaccionarían los pacientes, nada, sólo con una bata, la nariz de payaso y un carrito de dulces. Entré a una de las salas del Hospital y me afectó, me sentí mal… Después de la intervención me fui para la casa no entendiendo nada.
¿Qué fue lo que viste?
Me afectó ver a las personas mal, especialmente a las familias. Desde el entorno poco amigable, lo frío que era, lo desolado, no sé, fue difícil ver en primera persona lo mal que lo pasan tantas familias.
¿Cómo hiciste para sobrellevarlo?
Mmm… creo que estar en acción es siempre súper importante, a mí eso lo que me deja más tranquilo, no sentir que estoy en mi casa de brazos cruzados pensando “oh que terrible, ¿por qué tanto dolor en el mundo?”, al contrario, creo que es la acción lo que ayuda a sobrellevarlo.
¿Y cómo llegas hoy a tu casa?
Tiene que ver un poco con lo que conversábamos al principio. La primera vez que entré a una sala me fui triste, casi como la víctima de una situación donde yo no era la víctima, ¡y no po! No puede funcionar así. Hoy me voy contento, llego a mi casa feliz, alegre porque me hago cada vez más consciente. Mi labor como Doctor de la Alegría es acompañarlos en ese dolor, acompañarlos en ese golpe para ver las cosas desde otra perspectiva, con respeto, y porque no, con algo de humor.
Llevas más de dieciocho años como el Doctor de la Alegría, ¿Te has quebrado alguna vez?
¡Obvio que sí! Una mamá me escribió hace no tanto, yo recién venia llegado de hacer el Doctor de la Alegría en el Ministerio de la Salud de México, me preguntó si podía visitar a su hijo que estaba falleciendo por culpa del cáncer, pesaba 37 kilos, tenía una depresión gigantesca y no quería hablar con nadie… y partí para allá, sin cachar mucho en que podía ayudar, yo no soy terapeuta, no soy sicólogo.
¿Y qué pasó?
Entré a la sala, lo miré, le pregunté si podía tomar su mano, él pestañeando me expresó que sí, su mano era flaquita, estuve mucho rato haciéndole cariño y contándole historias. Matías, yo he visto un montón de cosas, desde el terremoto en 2007 cuando partimos con un grupo de clowns (payasos) para acompañar a los damnificados, hasta cuando creas vínculos súper afiatados en los hospitales, luego vas visitarlos y cachas que no están porque se murieron, pero tomar esa mano me caló profundo, sólo esa vez me quebré. Él Falleció poco tiempo después…
Seguramente la mamá también buscaba esa contención. ¿Cómo haces para abordar a las familias?
Pasa que por lo general los pacientes ya están muy contenidos, por eso siempre me preocupo de abordar también a los que se quedan fuera, los que están detrás de la cama del paciente, puede ser un papá, una mamá, una pareja, las tías que limpian, la enfermera, el doctor, cualquiera. La idea de la intervención clown es afectar el entorno completo, saber qué le pasa a tu mamá, conocer a tu papá, cómo está tu pareja, el objetivo es llegar a todos, darles un cariño, sacarles una sonrisa.
¿Te gustaría que existieran más “Doctores de la Alegría”?
¡Me encantaría! igual desde el principio trabajo con varios clowns en esto, pero nos cuesta mucho juntarnos porque no funciona con auspicios, tampoco hay apoyo del Gobierno, de alguna empresa, nada. ¡Da mucha impotencia no tener más recursos para sostener esto! Por ejemplo, en Argentina esto ya está masificado, se considera un trabajo hacer clown en los hospitales. Está comprobadísimo que la risa ayuda a sobrellevar los tratamientos, a llevar la relación médico paciente, al sistema inmunológico, a cambiar la atmósfera fría de los hospitales, los convierte en un lugar mucho más amigable.
¿Crees que el Estado no prioriza la alegría como parte integral de la salud?
Creo que no le prestan atención, yo trabajé para la campaña de Bachelet y de Piñera sin estar en acuerdo o desacuerdo con ninguno, me daban exactamente lo mismo, sólo con el objetivo de que esto crezca para hacerle un bien a otra persona, a cambio se me ofreció lograr algo a nivel país, ¿y qué pasó? Se acabó la campaña y no se concretó nada, les envié correos, no contestaron llamadas, jamás me recibieron, nada de nada…
Famosa es la frase que dice “Los artistas mienten para decir la verdad”. ¿Cuál vendría siendo la verdad del Doctor de la Alegría? “
Eso es muy cierto, detrás de cada personaje siempre hay un discurso. ¿Cuál vendría siendo el discurso del Doctor de la Alegría? más que hacer reír, más que estar sobre un escenario siendo el héroe, el Doctor de la Alegría apela a ser respetuoso, a no ser víctimas del dolor… Ahora que ha pasado el tiempo (ríe) creo que debería llamarse: “El Doctor del Amor” o “Doctor Amor”, porque tiene que ver con eso, hacer un acto amoroso, si finalmente el personaje nació de eso, de familiares que me mostraron una forma de amar, prueba de que uno sí puede involucrarse por algo sin salir herido en el camino.