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Katherine:

“Ahora soy una mujer mucho mejor que antes de consumir”

Este es el testimonio de una madre que creyó en sí misma para cambiar su vida. Hace casi un año decidió dar vuelta la página e iniciar un proceso de desintoxicación y recuperación en un centro del Hogar de Cristo. Su motivación mayor fue poder desarrollar esta etapa acompañada de su hijo menor, su guagua de diez meses. Aquí te contamos.

Por María Luisa Galán

7 Febrero 2022 a las 08:23

“Estar hoy con Bastián, verlo todos los días al despertar, es una motivación para seguir luchando”, cuenta Katherine desde el Programa Terapéutico Residencial del Hogar de Cristo, ubicado en Quilicura. Tiene 37 años y cuatro hijos: una adolescente de 17 años, una niña de 7, un niño de 3 y una guagua de 10 meses, que es quien la acompaña cada día.

Desde el 29 de marzo de 2021 está viviendo ahí, haciendo su proceso de recuperación tras haber pasado durante cuatro años consumiendo drogas. Si todo sale bien, en marzo de este año, tendrá su alta terapéutica. Habrá sido un año de altos y bajos pero siempre en compañía de su hijo menor, una posibilidad que ofrece el centro terapéutico y que, sin duda, es un gran motor para ella y sus compañeras. Cuenta: “Ha sido muy especial. Es una motivación diaria para seguir en el proceso. Estuve en otro programa, que era privado, pero no me dieron la posibilidad de estar con mi hija que hoy tiene siete años. Entonces tuve que entregarle la tuición a mi mamá y hoy voy a tener que recuperarla, porque fue a través del juzgado”.

Tras ese intento de terapia, volvió al consumo. Pero su punto de quiebre, el día que dijo no más, fue el 23 de marzo del año pasado, cuando nació Bastián. No quería tener más hijos. “No tenía qué darles a mis otros hijos, así que menos quería otro. Quería abortarlo al principio, pero no tuve el corazón. Después pensé en darlo en adopción, pero mi pareja me decía que no, que lo criaríamos juntas. Tenía una pareja mujer en ese tiempo. Pero yo quería puro seguir consumiendo. No fui a ningún control, ecografía, nada. No sabía ni cuando me iba a mejorar. No tenía ropa, ni calcetines, ni pañales. Consumí hasta las dos de la mañana. A las 5 ya no daba más de las contracciones y unos vecinos me llevaron a la posta de Colina. Ahí lo tuve, sin anestesia. Me pusieron en la camilla, rompí fuente y Bastián ya venía saliendo”, cuenta.

“Bastián cambió todo. Me lo pusieron en el pecho y me dije no puedo darlo”, nos cuenta con  la voz entrecortada. “Al principio no lo quería mirar porque estaba con la idea de darlo, pero después lo abracé, le hice cariño y dije no. Es mío, mi tesoro, no puedo no tenerlo. Me llevaron al hospital y ahí me dieron la opción de este lugar donde podía estar con mi hijo. Dije que sí, al tiro”.

El 29 de marzo del 2022, seis días después del nacimiento de su guagua, ingresó a la residencia de Quilicura. Bastián quedó internado un mes para chequear que estuviera bien. Chochea: “Es una bendición porque a pesar de tener consumo de pasta base durante todo el embarazo, nació sano. No tiene nada. Es muy habiloso, muy inteligente. Y que me hayan dado la posibilidad de este lugar y estar con él, es una bendición. Amo a todos mis hijos, pero a él más porque llegó en mi peor momento y me hizo cambiar mi vida”.

Sigue: “Tengo demasiada ayuda aquí. Las chicas se han encariñado con este guatón; es el regalón de todas. Como llegó chiquitito, han visto todo su crecimiento. Ahora anda gateando y luego se va a tirar a caminar porque ya se anda afirmando de los muebles. Me ayudan para que me dé una ducha tranquila o hay días, al principio sobre todo, que no andaba muy bien y mis compañeras me lo veían. Hay tres con las que tengo más confianza, pero las otras también me ayudan. Me piden darle el almuerzo, por ejemplo”.

-¿A una mujer, mamá, que consume, la discriminan más que a un hombre?

-A la mujer que consume pasta base la califican de pelá; eso es lo primero, y como mamá, peor es la descalificación. El hombre que deja a su hijo por drogarse, da lo mismo, mal padre, no más. Pero la mujer es la peor del mundo. Y una se siente así. Me sentía la peor mujer, mamá, hija, de todo por estarme drogando y que mis hijos estuvieran con mi mamá. A la mujer es mucho lo que la discriminan. La apuntan con el dedo y cuesta mucho después salir de esa estigmatización, subir la autoestima, pararte, volver a creer en ti. Eso cuesta muchísimo.

SE BUSCA EDITORIAL

Katherine siempre soñó con escribir un libro y en el centro lo está logrando. Escribió su primera obra, a la que tituló: “Mis vivencias escondidas detrás de un mundo sin vida” que habla de su etapa en consumo. “Creo que hay un solo libro publicado pero es de un hombre. Y esta es la historia de una mujer, y eso lo hace mucho más fuerte, más potente. Me queda poco tiempo para publicarlo. Ya lo terminé de escribir, me lo editaron y estamos a pasos de imprimirlo. Después hay que buscar un lugar que quiera publicarlo. En ese libro queda plasmado cómo se estigmatiza a una mujer que tiene consumo problemático”, dice.

El próximo paso será irse a una casa de Vivienda de Apoyo a la Integración Social (VAIS) y trabajar. Luego comprarse un terreno y hacerse una casa pre fabricada. Recuperar a sus hijos, con los que ha estado re vinculándose en estos meses de terapia, y vivir con su mamá para no cortar el lazo entre abuela y nietos. También, anhela tener su propia marca de ropa. Si bien ha trabajado como guardia y como temporera, quiere dedicarse al corte y confección, tal como su madre. Katherine fabricaba ropa con las máquinas industriales que había en su casa y además compraba fardos de ropa, indumentaria que vendía en la feria.

Antes de terminar la entrevista, Katherine dedica estas palabras: “Estoy muy contenta con este centro. Muy agradecida de los terapeutas. Me han hecho crecer mucho como persona. Soy una mujer mucho mejor que antes de consumir, he vuelto a creer en mí. A revincularme con mi mamá, con mi hija mayor, mis niños pequeños. El lugar es espectacular. Las comodidades de acá ni en el centro privado que estuve, donde mi mamá pagaba 350 lucas al mes, las tenía. Una habitación para mi sola, estar con mi hijo, tener un psicólogo, un terapeuta en rehabilitación, un terapeuta ocupacional. Esto que tiene el Hogar de Cristo es maravilloso, cuesta mucho encontrar centros así”, dice feliz y esperando bautizar a Bastián antes de recibir el alta.

El Programa Terapéutico Residencial de Quilicura del Hogar de Cristo recibe a mujeres derivadas de algún centro de salud público que deseen iniciar un proceso de rehabilitación por consumo problemático de alcohol y otras drogas. Es gratuito y pueden estar acompañadas de sus hijos pequeños. El lugar cuenta con una profesional de educación inicial que vela por su desarrollo integral, además de una sala especialmente equipada para ellos. A su vez, los niños pueden ir a la sala cuna, jardín infantil o colegio más cercano. Involúcrate y colabora aquí.  

 

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