38 grados en la selva de cemento
Junto a un portón de fierro que le sirve de pared, Leonardo tiene instalada su carpa. Convive con otros hombres de calle en un sector de Cerro Navia, pero entre ellos no existen lazos; la cercanía no se transforma en amistad. Es mediodía. El calor golpea duramente. Pero más a Leonardo, quien no tiene techo. Conoce aquí como se capea en la calle el estío y su calor extremo.
Por Rodrigo Becerra
31 Enero 2024 a las 14:51
Leonardo Ortega (52) sobrevive su día a día está parado al sol durante la mayor parte del tiempo. “Me levanto a las nueve de la mañana, generalmente no como nada. Me voy a cuidar los autos que se estacionan cerca del Hospital Félix Bulnes, eso hasta las dos. Así es como junto un poco de plata. Luego tomo una siesta, me levanto y sigo hasta las siete. Si no me va bien, vendo parches curitas. Con eso logro alimentarme en parte”, comenta.
A tan sólo 50 metros de su ruco, queda el estacionamiento del Hospital Félix Bulnes. Durante todo el día, Leonardo se expone a la radiación solar sin ningún tipo de cuidado: ni indumentarias que lo cubran del sol ni bloqueador para el cuidado de la piel ni sombrero.
Mientras la mayoría puede acceder a una botella de agua o a un helado para capear el calor, él debe conseguir agua en un recinto público y, a veces, cuando no hay, en una plaza. “El agua la consigo al frente del hospital clínico. Pero a veces no nos dan y debo ir a una plaza a sacarla, en los grifos, llenando algunas botellas de agua. Con esto me las arreglo”.
Frente a las fuertes temperaturas, su único recurso son esas botellas de agua. “Tomo harta agua para hidratar el cuerpo. De repente, es bueno mojarse el pecho o los brazos, nunca el pelo, ya que haciendo eso se caldea bastante y se generan dolores de cabeza. Tampoco nunca me desabrigo de forma repentina”, dice.
El hombre, de tez morena que usa una camisa celeste, dispone de sólo un metro cuadrado para acomodarse. Los trozos de cartón no alcanzan a cubrir del todo la tierra del suelo. Y pedazos de policarbonato que le sirven de tejado no alcanzan a protegerlo de todos los rayos del sol. Leonardo sólo obtiene sombra mediante la pared áspera en la que se ha asentado, hacia el lado derecho.
Sobre si ha recibido ayuda estos días, se lamenta: “Es poca la ayuda que recibimos del Estado y de las personas, y cada vez llegan más gente a vivir en la calle. Las municipalidades y la sociedad en general nos ven como bichos raros, como delincuentes. Pero también somos personas. Si tuviéramos cosas esenciales, como luz o agua, no seríamos una molestia los demás”.
Hacia el sureste está Orlando, en la comuna de Lo Prado. Vive en situación de calle desde los ocho años junto a su hermano. A diferencia de muchos, dispone de un lugar sólo para dormir que le facilita un familiar por las noches. Si el hacinamiento puede combatir el frío del invierno, con el calor no hay solución posible. “Por suerte, me quedo en la casa de mi primo para poder descansar, pero el calor que hay adentro es insoportable. A veces no puedo dormir”.
Orlando dispone de un gorro que le protege casi la totalidad de su rostro. Y tiene una extensa barba que le protege la boca y el cuello.
“Contra el calor me mojo la cabeza de repente. No uso bloqueador porque no lo siento necesario. Con este tipo de clima uno debe hidratarse bastante”. Comenta que nadie da nada. “Son muy pocas las personas que ayudan a las personas en situación de calle. Se cuentan con los dedos de una mano”.
Aunque puede darse una ducha en la casa de su primo, obtener un vaso de agua y resguardarse entre las sombras de los árboles, sus recursos son limitados y debe arreglárselas para conseguir comida.
Sostiene que la calle, igual que el clima, ha experimentado grandes cambios. “He notado que está mucho más violenta. Antes, los jóvenes eran más sanos, más respetuosos. Hoy en día la calle está muy peligrosa. Con decirte que un menor insulto hacia alguien puede ocasionar que te den un balazo”.
Se estima que habría unas 40 mil personas en situación de calle en Chile, aunque se considera que la cantidad probablemente sea mayor debido a factores recientes, como la pandemia y sus consecuencias económicas y sanitarias; el masivo fenómeno migratorio; y la crisis de vivienda.
Según el meteorólogo Gianfranco Marcone, fundador de Chile Weather & Environment, las personas de situación de calle son un grupo más vulnerable a las olas de calor: “Recordemos que no tiene cómo protegerse. Ppueden andar incluso descalzos. Esto los expone a quemaduras graves. También tienen menos acceso al agua y el bloqueador solar. Dos elementos clave para la prevención de la deshidratación y la insolación”.
Aunque para muchos la temporada de verano es sinónimo de playas y vacaciones, para las personas en calle se ha vuelto, debido al cambio climático y el calor extremo, tan peligro y eventualmente mortal como el invierno. Ve aquí el pronóstico del tiempo. Si la previsión es de 34 grados o más, Hogar de Cristo activa sus Rutas Calle Calor para llevar un kit de refresco y protección a personas como Orlando y Leonardo.