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La mediagua de Kathy

Un símbolo de esperanza

La hemos seguido en su proceso de sanación y reencuentro. Reencuentro consigo misma, con sus hijos, con su madre. El miércoles pasado la visitamos en la casa donde, con una perseverancia y una convicción admirables, levantó la mediagua donde aspira a acoger a sus hijos mayores y a criar al pequeño Bastián. La emoción de recibir camarotes, camas y living fue infinitamente superior al hecho de que no cupiera todo en la pequeña superficie,

Por Ximena Torres Cautivo

2 Septiembre 2024 a las 21:15

Kathy lo tiene claro.

Sabe que no tiene derecho al subsidio para la vivienda. Ya lo obtuvo y se otorga sólo una vez en la vida. “Tuve mi departamento, bien puesto, bonito. Pero lo perdí todo por el consumo de drogas”. Hoy, ella y su hijo menor, Bastián, son allegados en la casa que arrienda su madre en Colina, donde también viven Santino y Martina, los niños que quedaron bajo la tuición legal de su mamá en sus peores años de consumo. La mayor de sus cuatro hijos fue criada por su papá.

La casa es una vivienda básica de dos pisos, pareada, mínima. Queda en un pasaje muy angosto, en una villa modesta. Tiene un antejardín pavimentado y un patio exiguo, donde Kathy, con la ayuda de los vecinos, logró parar la vivienda de emergencia que le ayudamos a conseguir en Fundación Vivienda.

Hace varios meses, le recomendamos que le escribiera a la trabajadora social Silvia Acevedo, encargada de evaluar a los postulantes a una vivienda transitoria y jefa de este programa.

A comienzos de 2021, Silvia nos había dicho: “En los dos últimos años, la demanda por mediaguas ha sido sostenida y creciente. Las solicitudes son de personas que viven hacinadas o allegadas. En su mayoría son mujeres, que han quedado sin trabajo a causa de la pandemia y no pueden pagar el arriendo del lugar donde vivían y son desalojadas. Familias que han quedado en la calle”.

La situación se ha agravado desde entonces hasta ahora. La crisis de la vivienda es extendida y ostensible.

En casa de la madre de Kathy, en un pequeño patio, ella instaló como pudo su vivienda de emergencia, Aquí, el día en que la visitamos.

Katherine Lavín le escribió a Silvia, contándole su caso con lujo de detalles.

“Me he tomado el atrevimiento de escribirle porque que me han dicho que usted es la persona que me puede ayudar. Soy Katherine Yovana Lavín Rivas, tengo 40 años y 4 hijos. El más pequeño vive conmigo. Cuando yo tenía 33 años, caí en consumo de drogas. Específicamente, de pasta base. El 23 de marzo de 2021 nació mi último hijo, Bastián. Fue ese el día que dejé de consumir y acepté entrar a un centro de rehabilitación. Después pasé al programa Viviendas de Apoyo a la Integración Social (VAIS), del sector oriente de Santiago. Actualmente, llevo tres años sin ningún tipo de consumo y he tenido varios logros significativos e importantes en mi vida.

“Al terminar mi tiempo en VAIS, he tenido que estar de allegada en la casa de mi mamá. Ella vive con dos de mis hijos; tiene su custodia desde cuando yo empecé el consumo. Su cuenta con tres habitaciones: una es su dormitorio; otra es su taller de costura; y la tercera es la pieza de los niños, que es la que yo estoy ocupando, ya que mi sueldo no me permite pagar un espacio propio. Mis ingresos se van entre la pensión que les doy a mis hijos: a los que están bajo el cuidado de mi mamá y a la mayor, que vive con su papá y está estudiando en la universidad.

“Tengo un trabajo parcial de 22 horas semanales en un jardín infantil de Ñuñoa, que quedaba cerca de la VAIS donde vivía con mi pequeño. Pero como me vine a Colina a vivir, debo buscar otro trabajo, más cerca. En estos momentos me encuentro con licencia laboral por una hernia lumbar a la espera de una hora médica para que me operen. Con todas estas dificultades, la convivencia se vuelve estresante en el pequeño espacio que compartimos con mi mamá y los niños.

Agradecida y feliz con el kit de habitabilidad que le llevamos, Kathy, junto al pequeño Bastián, sentados en el camarote que reemplazó al colchón que tenía en el suelo.

“Su casa tiene un terreno más o menos grande y me dio la posibilidad de poder instalar una mediagua en él, pero, como comenté anteriormente, no cuento con el dinero para poder comprar una. Poder contar con un espacio propio sería de mucha ayuda para seguir avanzando en mi vida, para no retroceder, para tener un poco de comodidad para mis hijos, estar cerca de ellos y de mi madre de 65 años, que se encuentra además con algunos problemas de salud.

“Le adjunto estos archivos de algunas entrevistas que me hicieron durante el tiempo de mi proceso de rehabilitación del tema del consumo y del lanzamiento de mi libro, una autobiografía del tiempo que estuve presa de las drogas y que, gracias a la ayuda del Hogar de Cristo, pude publicar y presentar a la comunidad como un aporte a positivo. ´Se puede. Está en nuestras manos lograr un cambio en la vida´, es el mensaje central.

“Desde ya le agradezco que se esté dando el tiempo de leer estas líneas. Quedo atenta a su respuesta”.

LA NOCHE DEL ENCUENTRO

Silvia evaluó positivamente el caso de Kathy. Y la mediagua llegó a la casa que arrendaba su madre, pero les habían subido en cien mil pesos el arriendo. No podían pagarlo.

Por fortuna, lograron encontrar una nueva vivienda, siempre en Colina, donde han vivido casi toda la vida. Es la que describimos al inicio y que conocimos el miércoles pasado, cuando le llevamos algunos enseres –camarotes, cama, ropa blanca, frazadas, un comedor– para que se acomodaran mejor.

Kathy escucha al cantautor Manuel García, quien, como ella, conoció la vida en calle, en La Noche del Encuentro. AGENCIA BLACKOUT

Dado lo mínimo del patio, hubo que adaptar la mediagua, porque no cabía en el espacio. Así  quedó reducida de 18 metros cuadrados a unos 14. Con el panel del piso que no se usó, Kathy improvisó una base para poner un viejo colchón donde estaba durmiendo con Bastián. El techo quedó bien precariamente instalado, porque hay ranuras entre las paredes y el cielo, por donde se cuela el frío. A la casa le falta forro interior y exterior, el que Kathy sueña con llegar a ponerle, más adelante. Cuando su modesto emprendimiento de comida rápida se vaya consolidado y logre ahorrar para comprar materiales de construcción. Proyecta usar el corte de los paneles para hacer otra pieza adosada a la mediagua, pero ciertamente no es algo que pueda abordar ahora.

-¿No te aflige pensar que todo lo que sueñas sería construido en una propiedad arrendada y que podría perderse si tienes que cambiarte de casa?

-No, yo pienso en arreglarlo en cuanto tenga los recursos –dice, yendo siempre para adelante con un optimismo a toda prueba. El mismo con que asume que ya no tiene derecho a optar a un segundo subsidio y con el que imagina llegar a construir un segundo piso. Y la misma alegría y emoción con que recibe los muebles que ni siquiera podemos montar en la mediagua reducida. No caben, pero la emocionan hasta las lágrimas.

Cuando oscurezca, la optimista y valiente Kathy partirá a Santiago, a dar testimonio en el Colegio de Los Sagrados Corazones en la Alameda. Ahí se reunirían cientos de personas en el marco de La Noche del Encuentro, una instancia para sensibilizar a empresarios, autoridades, líderes de opinión con la realidad de la vida en calle. Esa que ella conoció, superó y hoy la hace más fuerte, tanto, que da testimonio e inspira.

Si quieres ayudar a otras Kathy a recuperar sus vidas, apóyalas aquí. 

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