Llegó en 2015 a la Casa de Acogida Josse Van Der Rest, lugar donde encontró tierra fértil para contar sus interminables anécdotas, que fundían realidad y ficción. El amante de las plantas y de su huerto que era el de la Casa, falleció hace algunos días a causa de una enfermedad renal.
Por Vicente Vásquez Feres
9 Septiembre 2024 a las
18:19
Geofir de La Cruz González(85) llegó una noche muy lluviosa a la Casa de Acogida Josse Van Der Rest del Hogar de Cristo, ubicada en el corazón de Chuchunco, barrio Estación Central. Alguien lo encontró en la calle y lo fue a dejar al lugar que, sin saberlo, se convertiría en su pequeño campo durante nueve años. Era mayo de 2015 y se sabía poco de su vida. Tampoco contaba demasiado. Después de una larga recuperación, desarrolló con orgullo su gran pasión: trabajar la tierra.
Regaba las plantas, podaba arbustos y cuidaba un prolífico huerto, en el que cada temporada brotaban tomates, ají, albahaca o limones. “Geofir se veía chiquitito, pero era de mucha acción, eso lo mantuvo hasta el último”, comenta Patricio Lincolao, trabajador social de la Casa de Acogida. Era normal pillarlo encaramado en los árboles, podando o cosechando.
Aquel florecimiento también se expresó en el relato de sus miles de anécdotas, oídas por monitores y compañeros de casa. De las tantas historias narradas, cuesta saber cuáles eran reales. Contaba que nació en la zona cordillerana de la Región de Ñuble, donde trabajó cuidando ganado e incluso que estuvo en el Ejército, protegiendo la frontera de Chile y persiguiendo cuatreros. También, supuestamente, tenía casas en distintas comunas de Santiago, a pesar de que no recordaba con exactitud cómo había llegado a la capital ni cuándo.
Geofir regando su querido jardín de la Casa de Acogida Josse Van Der Rest. Fotografía: Agencia Blackout.
Fue un hombre que destacó por no quedarse quieto y siempre apoyaba las actividades del Hogar. Cuando se descubrió su enfermedad renal, no volvió a ser el mismo. Hace algunos días falleció y fue despedido en la misma casa que lo vio renacer con sus flores y plantaciones. Además de sus compañeros, trabajadores y voluntarios, estuvo presente José Francisco Yuraszeck, S.J., capellán general del Hogar de Cristo, quien ofició el responso. “Su vida perdura en este jardín bien cuidado. Esperamos que esté descansando en paz”, menciona.
En las vísperas de Fiestas Patrias, Lincolao habla con nostalgia de las celebraciones pasadas y del rol del querido jardinero, quien hará falta en la Casa de Acogida Josse Van Der Rest: “Lo vamos a echar de menos, cuando hacíamos el fuego llegaba con palos, carbón y no dejaba que nadie se metiera”.