Ordenado, amante de los sombreros y de cultivar la tierra, se da ánimo todos los días para trabajar. En su silla de ruedas no deja que nada ni nadie le impida seguir disfrutando de la vida, pese a que estuvo en calle desde los 7 años y recién está aprendiendo a leer y escribir.
Por María Teresa Villafrade
28 Octubre 2024 a las
19:32
Rafael Blanco (65) cuenta que perdió primero parte de su pierna derecha hace 16 años en un accidente de trabajo. Y su pierna izquierda se la amputaron producto del COVID, en plena pandemia.
“Pero soy independiente, me ducho solo, hago mi cama que me gusta siempre dejar bien estiradita, todo lo hago solo”, aclara de inmediato para que nadie se atreva a llamarlo “discapacitado”.
Su habitación en la Casa de Acogida Josse Van der Rest llama la atención por lo ordenada y limpia, donde luce una impecable colección de sombreros. “Siempre me han gustado los ambientes lindos, bien decorados, que no haya ropa botada. Lo aprendí en el servicio militar. Los sombreros los colecciono desde hace muchos años, me gustan”.
La cama de Rafael Blanco luce siempre impecablemente estirada, con su colección de sombreros que es apenas una parte de todos los que posee.
Rafael trabaja desde los 7 años cuando asegura haber quedado solo y en la calle. “A mi familia la vine a volver a encontrar cuando tenía 31 años, en Chimbarongo. Éramos nueve hermanos. Y como viví siempre en la calle, nunca fui al colegio. Estuve hasta preso”, recuerda.
Ahora está aprendiendo a leer y a escribir, usando el silabario que compró hace poco. Se le nota muy motivado.
“Quiero aprender a leer y escribir porque necesito chatear en el celular, veo que todos escriben en eso y yo no puedo”.
RECICLAR ES SU PASIÓN
Trabaja en el taller Expreso que funciona en la Casa de Acogida, donde hacen tablas y todo tipo de objetos con madera reciclada, los días lunes y miércoles. El resto de la semana se dedica a su labor de reciclaje, donde almacena en tambores todo tipo de botellas de plástico, papales, cartones y lo que pille en su camino.
“Todo lo que hago lo vendo, ni siquiera tengo que salir de la casa”, admite sin falsa modestia. “Hago alcancías de madera, colgantes, baldes, hartas cosas, incluso trabajo a pedido”.
Algunas de sus pinturas, diplomas de reconocimiento y fotografías están colgadas en la pared de su dormitorio.
La huerta es su otra pasión. Se baja de la silla de ruedas y se tira al suelo para cultivar plantas.
“Un 22 de septiembre de hace doce años dejé de consumir alcohol y lo logré sin ayuda ni tratamiento. Me lo propuse y con mi fuerza de voluntad dejé el trago. Yo empecé a tomar a los nueve años. ¡Pasé toda una vida alcoholizado!”.
En la residencia Josse Van der Rest ha encontrado por fin paz y felicidad.
Rafael Blanco en su silla de ruedas, durante la Fesol 2024. AGENCIA BLACKOUT
Lo viene a ver de vez en cuando un hijo de 26 años. “Tengo ocho nietos y tres bisnietos de mis ocho hijos. Acá soy muy feliz”, resume contento.
Cumplirá 65 años el 1 de diciembre, por si quieren hacerle un regalo. “Me dijeron que me iban a subir la pensión a partir de esa fecha, lo que me tiene muy esperanzado”.