En una inteligente donación, la Universidad Central de Coquimbo transformó el espacio de juego del Jardín Infantil y Sala Cuna San Ignacio con una innovadora estructura de juego, conocida como "la torre dormida". Se trata de 14 módulos de madera que se extienden de un metro 60 de alto por 80 centímetros de ancho, diseñados para estimular las habilidades psicomotrices gruesas de los niños.
Por Matías Concha
22 Noviembre 2024 a las
16:17
Todo comenzó cuando los estudiantes de Arquitectura de la universidad, guiados por su profesor, Sebastián Bazo, decidieron transformar el patio del jardín en un mundo de aventuras. Así nació “la torre dormida”, una ingeniosa estructura horizontal compuesta por 14 módulos de madera. Esta singular construcción está diseñada para desafiar y desarrollar las habilidades psicomotrices gruesas de los niños, ofreciéndoles espacios para trepar, reptar, deslizarse, subir y bajar escaleras. El chiste es que les permite dejar volar su imaginación con total seguridad.
Jardín Infantil y Sala Cuna San Ignacio de La Serena
“Los niños lo recibieron con mucha alegría. El patio debe ser un lugar desafiante y estábamos al debe. Por eso, cuando surgió esta oportunidad, planteamos nuestras necesidades y la universidad y los estudiantes fueron un siete. En cada rincón de esta torre los niños han ido creando espacios, casitas. Además, trepan, suben; es como una especie de hogar para ellos donde desarrollan su motricidad gruesa. Es muy útil, hay que pensar que hay niños del jardín que viven en espacios muy reducidos, con pocas áreas donde jugar. Por eso es tan importante que ellos ahora cuenten con un espacio digno para algo tan vital como es jugar en la infancia”, comenta, emocionada, Victoria Álvarez, directora del Jardín Infantil y Sala Cuna San Ignacio de La Serena.
El Jardín Infantil San Ignacio acoge a niños y niñas de sectores vulnerables. Se ubica en la población El Olivar, en el sector de Las Compañías, La Serena. Su misión es brindar un espacio seguro y estimulante para el desarrollo integral de los pequeños. Si bien contaban con un aula preparada para actividades psicomotrices, el espacio educativo externo carecía de elementos que potenciaran adecuadamente el juego y la exploración al aire libre. La llegada de “la torre dormida” no solo llenó ese vacío, sino que también encendió la chispa de la creatividad y la aventura en los niños.
LA TORRE DORMIDA DESPIERTA LOS SENTIDOS
Sebastián Bazo, director de la carrera de Arquitectura, explica el impacto del proyecto: “En nuestra Escuela de Arquitectura de la Universidad Central en Coquimbo, organizamos el Taller de Obra. En él, alumnos de primero a quinto año participan en proyectos reales. La idea es que las obras que construyen sean donadas. Gracias a esta iniciativa, el taller adquiere un valor especial para los alumnos, porque la obra no queda en el papel, sino que se transforma en una construcción concreta que ayuda y sirve a la comunidad. En este caso, a niños del jardín de Hogar de Cristo que realmente necesitan un espacio donde jugar”.
Jardín Infantil y Sala Cuna San Ignacio de La Serena
LA TORRE DORMIDA
Hoy, “la torre dormida” se ha convertido en el epicentro de aventuras sin fin. Los pequeños no solo desarrollan sus habilidades motoras, sino que crean historias fantásticas, convierten los módulos en castillos, barcos pirata o estaciones espaciales. Es un lugar donde la imaginación no tiene límites y cada día es una nueva travesía. Así, entre risas, juegos y mucho movimiento, los pequeños del jardín exploran cada día nuevos horizontes. Y quién sabe, quizás dentro de unos años, alguno de estos niños recordará con cariño esa “torre dormida” que despertó en él o ella la pasión por el diseño, la construcción o simplemente el amor por aprender, compartir y jugar en el jardín.