“Hoy nadie ha visto un jorobado”
Salvo en el cine, dice el creador de la Teletón en Chile. Ad portas de cumplir 85 años el próximo Día de los Inocentes, desde Miami, analiza los avances sociales que han permitido reducir la pobreza en Chile. Lo hace en el contexto del 80 aniversario del Hogar de Cristo, creado tres años antes de la Sociedad Pro Ayuda al Niño Lisiado, que, en 1978, se empezó a financiar con la campaña solidaria impulsada por el animador. De filantropía, inclusión, migración y de los muchos grandes y sutiles cambios experimentados por el país, habla aquí.
Por Ximena Torres Cautivo
11 Diciembre 2024 a las 18:51
Se define como muy antiguo. “Soy anterior a la penicilina, a las neveras o refrigeradores, a las prótesis. Soy del tiempo en que las personas pobres tenían olor azumagado, los niños temían al viejo con pata de palo, no como ahora en que nadie ha visto un jorobado en su vida, salvo el de Notre Dame, en las películas”, dice Mario Kreutzberger, quien nació en 1940. Tiene 84 y este próximo 28 de diciembre, Día de los Inocentes, estará de cumpleaños.
El Hogar de Cristo se fundó en 1940, cuatro años antes de su nacimiento y tres años después, en 1947, el médico Carlos Urrutia, creó la Sociedad Pro Ayuda al Niño Lisiado. Esto debido a la gran cantidad de niños afectados por un severo brote de poliomelitis que hubo en Chile –y en el mundo–. Y que dejó a muchos con secuelas. En 1978, la iniciativa fue apoyada en su financiamiento por una idea de Mario Kreutzberger, don Francisco, que el entonces popular animador copió de Estados Unidos: la Teletón.
Este hito es recogido en el libro “1944-2024: 80 avances para reducir la pobreza en Chile”, con que la fundación creada por Alberto Hurtado celebra sus 8 décadas este 2024. A propósito de eso, es que lo contactamos en Miami, donde vive la mayor parte del tiempo desde hace 37 años.
La conversación se convierte en un antes/después de la pobreza en Chile y en el mundo. Y en los cambios positivos como la inclusión de “las personas con capacidades diferentes”. No de “los lisiados”, como se decía con toda naturalidad hace 40 años atrás. Antes del lenguaje inclusivo y otros cambios sociales.
–¿Cómo percibías la pobreza cuando eras niño en la década del 40 del siglo pasado?
–Yo era estudiante del comunal de Ñuñoa, un liceo con número. Y tenía un compañero, que era uno de los primeros del curso. Él estaba en la Liga de los Estudiantes Pobres.
–¡No puedo creer que existiera algo con un nombre tan estigmatizante!
–Sí, Liga de los Estudiantes Pobres, así se llamaba. Entonces íbamos con traje al colegio y la Liga le entregaba a él dos trajes al año. Su padre era alcohólico. Su familia vivía en una mediagua y, así y todo, con grandes dificultades, era el mejor alumno. Yo veía su esfuerzo por salir adelante y, de hecho, lo logró. Se tituló de ingeniero forestal. Bueno, yo medía la pobreza así: falta de recursos, de ropa, de zapatos. Soy del tiempo de los niños a pata pelada. Hoy, cuando uno cuenta esto, a muchos jóvenes les parece imposible.
E insiste con la idea de la inexistencia de jorobados y de personas con patas de palo. “Esos son cambios muy importantes y súper concretos”.
–Chile ha avanzado entonces en la reducción de la pobreza, a tu juicio.
–Yo creo que Chile había mejorado mucho en la materia, pero algo pasó. Es una percepción, por lo que no quiero ser injusto. Tenemos que decir que el país ha avanzado muchísimo. En mi infancia era impensado que una persona que vivía en una población tuviera un auto y hoy día es impensado que no lo tenga. Lo mismo con los refrigeradores o las grandes pantallas de plasma. Conclusión: yo he visto un avance social muy positivo, pero no suficiente.
–Hoy los pobres de Chile son los migrantes. ¿Crees que la migración es el gran problema social del mundo actual?
–Yo soy hijo de migrantes y creo que su presencia es buena para el país. Para los países. Ciertamente frente a una inmigración incontrolada o descontrolada en un país con tantos kilómetros de frontera como es Chile, pasa o está pasando que entre la gente buena que busca un mejor futuro en nuestra tierra, haya muchos delincuentes.
–Eso tiene un impacto muy feroz sobre la población chilena porque genera un sentimiento antimigrantes e impera la xenofobia.
–Claro, la gente local siente que el migrante es negativo. Que delinque o que viene a quitarle el trabajo porque está dispuesto a hacer lo mismo pero por menos dinero. Que vienen aprovechar beneficios que no les corresponden. Lamentablemente, la xenofobia es real, se instala, pero yo creo que sumando y restando, hemos avanzado en materia social.
Sostiene incluso que serán los hijos de esos más de dos millones de migrantes que tiene hoy Chile quienes compensen la escasa tasa de natalidad de los chilenos, aportando a la fuerza laboral.
–El libro sobre los 80 avances para reducir la pobreza incluye muchas iniciativas: legislativas, institucionales y privadas. Una de ellas es la que tú empujaste, la Teletón. ¿Cuál ha sido ahí el aporte más sustantivo?
–Hace 46 años atrás, no existía prácticamente nada en materia de tratamiento de la discapacidad motriz infantil. Hoy contamos con 14 institutos de rehabilitación, que próximamente serán 16. Cuando partimos, se dice que atendíamos al cinco por ciento de los niños de Santiago. Actualmente, tratamos al 97 por ciento de los niños de todo de Chile. Por los institutos han pasado 100 mil familias y 32 mil están activas. Pero a mi juicio eso no es lo más importante que ha hecho la Teletón. Lo más importante para mí es lograr unir al país frente a una idea durante 46 años y haberle dado visibilidad a la discapacidad, que afecta a un veinte por ciento de la población. Hablamos de tres millones ochocientos mil personas que, sin esta iniciativa, quizás seguirían siendo invisibles.
Mario Kreutzberger cree que este avance más que con la pobreza tiene que ver con la aceptación, con la inclusión. Pero en sus recuerdos aparecen cuestiones muy de percepciones y apariencias como que hoy la pobreza y la buena situación económica son mucho menos evidentes.
–Antes te acercabas a una persona y por ese olor a humedad pegado sabías que vivía en una casa con piso de tierra. Era la humedad de las casas la que generaba ese característico olor azumagado que te permitía deducir cómo vivía esa persona. Y así había muchos signos evidentes de pobreza. Por eso digo, que hemos respecto de la pobreza se ha hecho mucho.
–¿En qué área del bienestar social, sientes que se ha avanzado menos?
–No soy experto en el tema, pero mi percepción es que en materia de educación pública se ha ido para atrás.
–¿Cuándo y cómo nace tu compromiso social?
–Desde el colegio empecé a hacer cosas. Me di cuenta que cuando nos juntábamos para hacer algo en conjunto, como pintar el colegio o hacer una multicancha, sentíamos una tremenda satisfacción. Algo muy especial. Cuando empecé en la televisión hice una campaña que fue un éxito y una derrota. Esto logramos juntas la plata y compramos una máquina liofilizadora para las personas hemofílicas. Entonces había mucha hemofilia por consanguinidad en las relaciones, otra realidad social antigua. Pero demoramos veinte años en que se autorizara el botar una muralla para meter la máquina al hospital. Cuando se logró la máquina estaba obsoleta. Fue muy frustrante.
Cuando ya era famoso de verdad, aunó voluntades de otras estrellas televisivas, de los tres canales que había a fines de los 70 y se puso el objetivo absolutamente ambicioso de reunir un millón de dólares mediante la Teletón. “Yo sentía que le debía de alguna manera al público lo bien que me iba y debía devolver la mano. La Sociedad Pro Ayuda al Niño Lisiado ofrecía una gran oportunidad de ayudar y mejorar esa casona de la calle Huérfanos, dotándola de un ascensor y algunos otros elementos. Ahí se me metió en la cabeza la idea del millón de dólares”.
En 1978, bajo el slogan “Lograremos el milagro”, con una transmisión desde el Teatro Casino Las Vegas, se logró reunir 2 millones y medio de dólares.
–Gran prueba de que somos un país solidario, ¿o no?
–Es interesante distinguir solidaridad de filantropía. Lo ejemplifico así: una persona con recursos quiere que todos los niños en situación de pobreza de La Florida que necesitan anteojos ópticos los tengan, decide financiar ese costo durante cinco años. Ese es un acto de filantropía. En cambio, si se incendia una población en La Florida y los vecinos de comuna se unen y van en ayuda de los damnificados, ese es un acto de solidaridad.
–¿Tú crees mucho en esas campañas solidarias, a diferencia de los gringos que son más de cultivar la filantropía?
–Yo siempre distingo a los chilenos de a pie de los chilenos opinantes, los que dominan, los más educados, que son el veinte por ciento de la población y que políticamente incluyen a gente de izquierda y de derecha, de los chilenos de pie. El otro ochenta por ciento se levanta todos los días para sobrevivir y sacar adelante a su familia. Ese grupo siempre piensa que debe ayudar al que está mal y es el que sostiene la campaña de la Teletón.
–Pero son los grandes donantes los que te permiten alcanzar la meta. Las empresas que apoyan y logran publicidad al hacerlo.
–Bueno es una mezcla, es cierto. Pero el flamante presidente del directorio, Guillermo Tagle, dijo una muy buena frase hace poco: “Si tenemos un gran apoyo popular, tendremos también a los grandes donantes. En el momento en que perdamos el apoyo popular, vamos a perder también a los grandes donantes. Yo nunca lo había pensado eso, pero al oírlo y reflexionarlo, lo suscribo totalmente. Es una frase para el cobre, como digo yo. No para el bronce, porque lo nuestro es el cobre.
Desde Miami, donde dice que no sigue tan al dedillo la actualidad nacional, sí condena el escándalo de los convenios. “Ha perjudicado a las que hacen bien el bien, como la Teletón, que si bien tiene varias fuentes de financiamiento, ha resentido el tema. Y a otras grandes fundaciones, como el Hogar de Cristo, según me cuentas”. Pero, como le gusta decir, y a propósito de los 80 avances sociales que consigna el libro, su balance en torno a la pobreza es positivo. Resume así los logros de su mayor obra:
–Hay avances en la arquitectura, en el transporte público, en los colegios, en la ley de inclusión laboral, aunque el porcentaje de personas con discapacidad en una empresa me parece bajo. Son infinidad de logros donde veo la influencia de la Teletón en beneficio de las personas con discapacidad motriz.
–Para terminar: mencionaste que los hijos de migrantes suplirán la fuerza de trabajo en un país con baja natalidad. Pero la población mayor tiene una gran longevidad. ¿Cómo ves el tema del envejecimiento y sus consecuencias?
–Cuando yo nací el término medio de vida era 57 años. Ahí estaba muy bien que la jubilación fuera a los 65, pero ahora que el promedio es de 82 en las mujeres y 78 en los hombres, hay que alargar la vida laboral. Hoy no hay país que resista con una jubilación a los 65 años, pero la gente se resiste mucho a eso.
–Tú no está jubilado, ¿te piensas jubilar?
–No. Mientras esté en pleno uso de mis facultades, jamás.