Se bautizan, confirman y hacen su primera comunión entre aplausos
Acompañados por la comunidad cristiana y vecinos de Conchalí, además de trabajadores del Hogar de Cristo, 15 personas con discapacidad mental recibieron el bautizo y otros sacramentos. El jesuita Orlando Contreras, el padre Nano, en su misión evangelizadora como capellán de Hogar de Cristo es el artífice de un proceso que duró todo el año. Aquí cuenta cómo se logró.
Por María Teresa Villafrade
18 Diciembre 2024 a las 18:57
Un clima de gran emoción y hasta de lágrimas se vivió en la Capilla Maranathá de la Parroquia San Diego de Alcalá, en Conchalí. Ahí culminó todo un largo proceso de evangelización con bautizos, primeras comuniones y confirmaciones de 15 hombres y mujeres de distintas edades.
Puede no ser extraordinario a primera vista, pero lo es. Porque todos los protagonistas de estos eventos son participantes de la Unidad San Ignacio de Hogar de Cristo, que conforman tres hogares protegidos y el programa de atención familiar (PAFAM) dirigido a personas con discapacidad mental.
Todo comenzó, según cuenta el sacerdote jesuita Orlando Contreras, conocido como el “padre Nano”, con su famosa “pastoral del postre”. Consiste en reunir a un grupo de cualquier programa de Hogar de Cristo, a leer un texto del Evangelio y a encarnar cada uno a alguno de los personajes que aparecen mencionados.
Nunca antes había tenido a personas con discapacidad mental realizando esta experiencia.
“Llegué a este programa donde su característica principal es que lo integran personas con discapacidad mental. Me empezaron a decir “padre, yo no estoy bautizado” o “padre, yo quiero hacer mi primera comunión”, cuenta el capellán de la fundación para la Región Metropolitana.
Se desencadena así todo un proceso en el que colaboraron trabajadoras del programa. Araceli, Paola y Ginet, quienes conocen a todos más profundamente.
“Entonces, de la pastoral del postre pasamos al postre evangelizador. Conversé con todos para saber qué era lo que cada uno quería. Y con ellas –las monitoras– para determinar de qué manera podíamos adaptar la pastoral a la realidad de cada uno de ellos”, explica el padre Nano.
Algunos no saben leer, pero eso no fue impedimento para que se empaparan de los 16 postres: 4 dedicados a la infancia de Jesús; 4 sobre el ministerio de Jesús; 4 sobre su Pasión y 4 sobre Jesús Resucitado.
La catequesis que realizó fue muy simplificada y consistió en leer trozos del Evangelio relacionados con las distintas etapas de la vida de Jesús. Luego se comentaban al estilo de la pastoral del postre.
“Independiente de que sepan o no leer, cada uno tiene su Nuevo Testamento. A varios de ellos, yo les vi sus piezas y tienen cosas significativas. Allí también está el texto de la Biblia”,
Un voluntario español, Pablo Gómez, regaló los libros.
“Cada miércoles nos reuníamos con las monitoras para preparar ese postre con los ingredientes adecuados. Hay dinámicas que ellas mismas me decían que no iban a resultar, entonces las adaptábamos”, dice.
Fueron 16 reuniones en total del padre Nano con las monitoras y posteriormente, ellas efectuaban la reunión con los participantes al día siguiente.
Para el capellán de Hogar de Cristo, la idea era que esto fuera más allá de entregar sacramentos.
“El otro paso importante consistió en vincular a la comunidad cristiana de vecinos. Nos acercamos a la capilla Maranathá, ubicada en avenida Cardenal Caro 1851, de la parroquia San Diego de Alcalá. Fuimos con ellos a presentarlos después de la misa para que los conocieran y la gente se interesó mucho”, agrega.
Tanto así que algunos se ofrecieron a apadrinarlos. Hubo dos ceremonias: la primera fue el bautizo y la segunda, las primeras comuniones y confirmaciones.
“Estas son redes vecinales nuevas que se formaron gracias a estas actividades. Yo les aconsejé que los inviten a tomar un tecito, para que sigan en contacto”.
Una gran cantidad de relatos de vida ha acumulado el padre Nano a través de su Pastoral del Postre. Son tan hermosos y emotivos que fueron recopilados en un libro que lanzará este miércoles 18 de diciembre: “Evangelio de Jesucristo en y desde la vida” es su título.
Hombres, mujeres, jóvenes y niños han abierto sus corazones en estos originales encuentros. Por ejemplo, el de Jorge, que le contó: “Desde los 11 años ya andaba en la calle. Al nacer, mi mamá murió, mi papá me echaba la culpa a mí y, por eso me despreciaba. En la calle, mucha gente fue buena conmigo porque cuando pedía, para comer, casi siempre me daban. Cuando era más grande y veía algún niño llorando me acercaba y le compraba algo para que dejara de llorar. En esos niños me veía reflejado. Dejé de estar y andar por las calles botado cuando el Hogar de Cristo me abrió sus puertas y me acogió. Ha sido el mejor regalo que he recibido. Ahora tengo un hogar y una familia. Deseo morir aquí y espero ser acogido por Dios”.