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Natalicio de Alberto Hurtado:

¿Cómo era la pobreza en el Chile de 1901?

Este 22 de enero se cumplen 123 años del nacimiento de Alberto Hurtado. Nació en 1901, al inicio del siglo 20, en una etapa marcada por la pobreza de los trabajadores de las salitreras, que vivían hacinados en conventillos, rodeados de gañanes, el oficio más próspero de esos tiempos. El futuro santo creció en un país segregado sin políticas públicas. Analizamos aquí el Chile de entonces, que contribuyó a la creación del Hogar de Cristo, que este 2024 cumple 80 años.

Por María Luisa Galán

21 Enero 2024 a las 09:50

“Me parece que no somos felices”, dijo el abogado y senador radical Enrique Mac Iver en un discurso, en 1900, sobre la crisis moral de la República. Lo hizo en el Ateneo de Santiago, un organismo de intelectuales, ubicado en calle Huérfanos. Sus palabras fueron una denuncia ante el estancamiento que vivía el país.

“Se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado en estrechez; la energía para la lucha de la vida, en laxitud; la confianza, en temor; las expectativas, en decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen intranquilidad”, expuso.

Para ese entonces y, de acuerdo al séptimo Censo Nacional de Población Realizado en Chile en 1895, en Chile vivían un poco más de 2.6 millones de personas (actualmente la población ya casi alcanza los 20 millones). El 50,4 por ciento eran mujeres y la población era mayoritariamente rural, 53,7 por ciento. El 68,3 por ciento estaba soltero y los analfabetos se empinaban, también, a un 68,3 por ciento. Esto último liderado por mujeres, cuyo analfabetismo era de 70,8 por ciento. Las principales ciudades por densidad poblacional eran Santiago, Valparaíso y Concepción.

Alberto Hurtado (abajo), junto a su hermano menor, Miguel.

En este contexto, nació Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga, un 22 de enero de 1901. Llegó al mundo en Viña del Mar y fue el primogénito del matrimonio compuesto por Alberto Hurtado Larraín y Ana Cruchaga Tocornal.

CHILE DE 1901: UN MUNDO MUY COMPLEJO

“Las palabras de Mac Iver principalmente eran porque Chile venía saliendo de un siglo 19, donde había accedido a buenos niveles de riqueza por el salitre. Pero se vino además lo que se llamó la cuestión social, en relación a que, tanto en el campo como en las salitreras, obreros y campesinos, vivían vidas muy difíciles en lo laboral y en la vida cotidiana. La gente migra del campo de la ciudad. Llegan a habitar a los famosos conventillos, que no tienen las condiciones básicas para vivir. El mundo donde nace Alberto Hurtado es muy complejo”.

Así describe el doctor en historia, Guillermo Cortés Lutz, miembro del Grupo de Estudios de Atacama (GEA), el ambiente en el que nace Alberto Hurtado. El Chile de 1901.

Explica que para inicios del siglo 20 había tres tipos de pobres. Unos eran los que vivían en las salitreras del norte de Chile. “Vivían en casas que eran de calamina. No los protegían del sol en el día y tampoco del frío en la noche. Eran casas, de todos modos, grandes. Tenían baños comunes para todos los trabajadores. Estaban bien hechos, pero eran comunes. Esto fue muy habitual hasta fines de los años 70”, expone.

Obreros del salitre, 1903. Créditos: geovirtual2.cl

A eso se suma que se les pagaba con fichas con las que podían comprar sólo en las pulperías del pueblo, las que vendía productos a precios elevados. “El sistema era bien perverso porque cuando no les alcanzaba, de inmediato les daban crédito, entrando en un espiral de deudas del que para el trabajador era casi imposible salir. Por eso, después, principalmente en la salitrera Santa María, lo que piden los trabajadores es que se les pague en dinero”.

También, dice, estaban los pobres de las ciudades. En especial, en Santiago, en los conventillos caracterizados por ser espacios construidos con casas enfrentadas en pocos metros. “Muy pequeñas, oscuras, no tenían ventanas. Muchas veces los baños eran pozos negros y tenían unas canaletas por donde corría el agua. Pero por ahí también corría la basura, excrementos. Entonces era un nivel muy malo de vida”, describe gráficamente Guillermo Cortés sobre el Chile de 1901.

Patio de conventillo, 1900. La imagen refleja el Chile de 1901, el año que nació Alberto Hurtado. Créditos: www.memoriachilena.gob.cl

Un tercer grupo que caracterizaban al Chile de 1901, eran los campesinos. “Ellos vivían en un nivel peor, casi feudal”, dice el doctor en historia. “En algunos lugares eran prácticamente rucas, con techos de ramas y piso de tierra. Para el pobre era una realidad brutal. Para qué decir su nivel de escolaridad. El porcentaje de niños nacidos vivos era muy bajo. En ese momento, la vida para los pobres era desastrosa”.

EL GAÑÁN O ROTO CHILENO

Osvaldo Larrañaga, economista y actual líder de la Comisión Experta Asesora Presidencial para la Actualización de la Medición de la Pobreza, también expone sobre el Chile de 1901. Dice que el país venía de años de bonanza agrícola y, luego, del empuje económico que dio la incorporación del norte con las salitreras y, en el sur, con la unión de la Araucanía. “Por distintas razones, Chile en esa época estaba a la par con Argentina y Uruguay en términos de ingreso per cápita. No era el país más pobre dentro de Latinoamérica”.

Larrañaga dice que el nivel de ingresos de la población era mucho más bajo que el de hoy y estima que, de acuerdo a los estándares actuales, el 99 por ciento de la población era pobre. Y, además, opina que el Chile de 1901 era tan o más desigual que hoy.

Rancho campesino, 1900. Créditos: www.memoriachilena.gob.cl

“A eso se agrega algo que es importante. La estructura social de la época era mucho más piramidal que ahora. Tenías un sector pequeño de latifundistas, propietarios. Después venía una clase media muy incipiente, pero pequeña. Como profesor u otros profesionales que tenían un pequeño capital. Y luego venía el bajo pueblo, que era la gran masa de chilenos y chilenas”, explica.

A fines del siglo 19, abundaban “los gañanes” en Chile. Se caracterizaban por prestar varios servicios, “en lo que mandaran” y no tenían domicilio fijo. “En las ciudades el oficio más importante, donde había más personas, eran los gañanes. Hacían de todo”, comenta el economista.

Bien lo que explica en el documento “La desigualdad a lo largo de la historia de Chile”, escrito en el 2016 para el PNUD. En el texto, describe: “Por otra parte, el gañan es el “roto chileno” victorioso en Yungay y en las batallas de la guerra del Pacífico. También era tenido en buena consideración por parte de empleadores extranjeros, quienes admiraban su capacidad de trabajo, vigor físico y creatividad productiva”.

SIN VOZ NI VOTO

Ambos expertos coinciden en que no había políticas públicas, sociales ni económicas a favor de los más pobres. “En ese tiempo el voto era censitario. Eso significaba que para votar tenías que ser hombre, saber leer escribir y tener un pequeño capital. Por lo tanto, votaba cerca del 5 por ciento de la población. Entonces los sectores populares no estaban representados”, dice Larrañaga.

Agrega: “Cuando nació el Padre Hurtado tampoco había legislación laboral. No había horas máximas de trabajo, no había jornada de descanso, no había ningún tipo de ley que protegiera al trabajador”.

Luis Emilio Recabarren, 1924. Créditos: www.ceiler.cl

El doctor en historia, Guillermo Cortés, complementa. “En mi opinión no había políticas públicas. La república parlamentaria, como se llamó la época en que nació el padre Hurtado, es una especie de juego entre los oligarcas, donde el presidente no tenía ninguna autoridad sobre su clase social. Pero empezó a aparecer el Partido Demócrata y la figura de Luis Emilio Recabarren. Él salió elegido diputado, pero no lo dejaron entrar a la Cámara”.

Cortés ahonda en este punto: “Es decir, era un diputado electo, pero no le permitieron entrar. Esos lujos se podían dar y sólo porque era de izquierda. La aristocracia no lo dejó entrar y no había ninguna legalidad en lo que hicieron, pero ese era el poder que tenían. Y lo que pedía Recabarren eran políticas públicas que mejoraran la vida de la de las personas, de los trabajadores”.

BÁRBAROS Y CIVILIZADOS

La desigualdad era brutal. Los “cinturones de miseria” caracterizada por las precarias casas ubicadas en la periferia, hacían patente esta situación. Larrañaga lo describe en su texto del PNUD: “La desigualdad era tan visible que un representante del gobierno inglés describía a Santiago como un ´círculo de palacios rodeado de tugurios africanos´. No existía de parte de las clases altas pudor en la exhibición de la riqueza ni conciencia de lo enojoso que ello podía ser en medio de la efervescencia social”.

El profesor en historia, Guillermo Cortés, cuenta: “Había un Chile muy segregado. El intendente de la época, Benjamín Vicuña Mackenna, hablaba de dos Santiago. El Santiago bárbaro y el Santiago civilizado. Santiago civilizado era el centro y las periferias era de los bárbaros. El pueblo no sabía leer ni escribir, entonces tenía un mal manejo del lenguaje. Y, en el centro, estaban los grandes edificios, los oligarcas. Entonces había una segregación importante. En Copiapó, por ejemplo, estaba todo muy mal mezclado, lo que suele ser típico de las ciudades más pequeñas. Podemos encontrar la casa de los Matta; espectacular, la más grande de la región de Atacama, y, al lado, una casa mucho más pequeña. Pero la segregación era un elemento que existía y era central a principios del siglo 20”.

Alberto Hurtado nació y creció en un Chile marcado por la desigualdad en todo sentido. Era un país dividido, con una sociedad y dirigentes conservadores que no tenían interés en los más pobres. Pero él se ocupó de la cuestión social y actuó.

Cortés, finaliza: “Alberto Hurtado venía de una familia más o menos aristocrática pero empobrecida. Aun así, él se tituló como abogado en la Universidad Católica y fue un personaje intelectualmente muy potente. Una de sus grandes virtudes es que hizo que la oligarquía conociera esta pobreza dura que existía en Chile. Lo que no era del agrado de los privilegiados. Creo que el padre Hurtado no les caía para nada bien dado su tema con los trabajadores, la sindicalización, el respeto a los derechos de los trabajadores. No creo que haya sido un personaje muy simpático para la clase alta”.

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