“Pinto la soledad de los invisibles”
Ha hecho voluntariado en rutas de calle, porque la aflige la marginación de los que nadie ve. De los que viven sin nada, ni siquiera un techo. Para lograr su objetivo: que los veamos, desde 2005, empezó a pintarlos. Su estilo es figurativo, y, aunque partió tarde en el mundo del arte, a sus 75 años no ceja en su objetivo. En 2024, donó al Hospital del Salvador la colección “Los rostros de la ausencia”, la que se puede ver en el pasillo central del viejo edificio. Aquí le pone la historia a esos rostros.
Por Ximena Torres Cautivo
10 Enero 2025 a las 17:38
“Tenemos las ruedas malas; no podemos llegar tan lejos”. Esa fue la respuesta que le dieron a la artista plástica Carmen Darquitt Altamirano (75) una pareja en situación de calle a los que encontró en la Calle Exposición. Fue hace varios años. Era invierno, hacía mucho frío y les recomendó acercarse a la Hospedería del Hogar de Cristo. “Los vigilantes” se llama la pintura que les hizo entonces y que probablemente ellos nunca verán. Aunque quién sabe…
Hoy esa pareja y otros hombres y mujeres a los que conoció, con los que conversó y a los que retrató en su hábitat callejero son parte de una exposición permanente. En un lugar donde suelen concurrir hombres y mujeres de calle: el Hospital del Salvador, en la comuna de Providencia. Llegan enfermos, heridos, en condición lamentable. E, incluso a veces duermen en sus inmediaciones, sobre todo cerca del Servicio de Urgencias. Por eso, quizás esos vigilantes se hayan vigilado de cerca. Ella dice que los buscó después para mostrarles una foto de su obra, pero la trashumancia propia de la situación de las personas en calle impidió el recuentro.
A fines de 2024, la artista puertomontina donó diez pinturas de las 15 que había hecho sobre el mismo tema al Hospital del Salvador. Un conjunto de pinturas que expuso en una sala de la Casa del Arte Diego Rivera en Puerto Montt. Actualmente la colección, titulada “Los rostros de la ausencia”, se puede ver en un largo y siempre atareado pasillo del antiguo edificio del hospital cuya construcción se inició en 1871.
En junio de 2025, cuando se produzca la inauguración del nuevo Hospital del Salvador, probablemente “Los rostros de la ausencia” dejen este espacio con piso de tablero de ajedrez y encuentren en las flamantes dependencias su definitiva ubicación. Eso le aseguró a Carmen Letelier la directora del establecimiento, Victoria Pinto.
–Las personas en situación de calle siempre me han llamado la atención. Pese a haber proliferado tanto en todas las ciudades de Chile y también del mundo, siguen siendo invisibles para la mayoría. La primera vez que me topé con “un viejo del saco”, como les digo cariñosamente, fue en la Avenida Matta. Yo andaba boceteando y me gustó mucho ver la placidez con que dormía. Era otoño. No hacía frío y un zapato le colgaba de un pie. Lo dibujé. Después, al ir avanzando en la pintura, lo situé en un bosque. Le agregué un perrito, porque siempre estas personas suelen andar con su mascota el que muchas veces es su única compañía, también le agregué un saco y una marraqueta que envolví en papel de diario sobre el escaño, para completar la composición”.
Firma que todo le hizo recordar los recursos pedagógicos de los padres de antaño. “Cuando para que sus niños se portaran bien y se durmieran temprano, los amenazaban con que iba a venir el viejo del saco y se los iba a llevar”.
Cuenta que, semanas después, volvió a buscar al plácido durmiente.
–¿Le mostraste el dibujo?
–No pude. Había una ambulancia, había llegado carabineros y estaban levantando su cadáver. Había fallecido en el mismo lugar, en el mismo escaño, donde lo pinté dormido. Fue una coincidencia increíble. Era muy mayor y, al parecer, estaba muy mal de salud.
Todos los protagonistas de los cuadros son personas reales, insiste la artista. Y ella tiene un registro de cada una de ellas.
Sobre la mujer de la obra titulada “El aura”, cuenta: “La encontré en la Vega Central, muy temprano, entre la bruma de un amanecer otoñal. Caminaba con sus bártulos y bolsas, con mucha ropa encima, cojeaba levemente y lo más notable era verla rodeada de palomas. Las aves formaban un aura a su alrededor. Seguramente, las alimentaba y por eso la seguían. Su imagen me quedó grabada en la mente como una aparición mágica. Cuando llegué al taller donde pintaba y que estaba en la quebrada del ají, dentro de El Parque O`Higgins, hice un boceto de cómo la vi ese amanecer”.
Después la buscó, la encontró y supo que se llamaba Marta. “Ella me sirvió voluntariamente de modelo y situé la obra en un lugar descampado de una ciudad lejana e indiferente”.
Son los protagonistas de “Los Vigilantes” –Nicolás y Teresa– a los que encontró en un rincón, junto a la Basílica del Perpetuo Socorro, en calle Blanco Encalada.
–Me acerqué a ellos y conversamos largamente de su situación. Eran muy amables y educados, les conté quién era yo y les dije que pintaba. Se interesaron y lo encontraron muy lindo. Me autorizaron a tomarles una fotografía. Lo hice y, gracias a esa imagen, el parecido resultó muy logrado. Finalmente, imprimí una fotografía de la pintura para regalárselas, pero nunca más los encontré por el sector, ni en la Basilica ni en la feria Poniente.
Carmen Letelier agrega siempre su segundo nombre a su presentación: Darquitt. “Me lo puso mi papá. Nunca supe qué significa ni su origen, pero me puso un nombre único porque sabía que yo sería artista y me sería útil”, cuenta. Él era luthier en Puerto Montt. “Un ebanista destacado. Murió cuando yo era niña. A los 17 años me vine a Santiago. Y estudié arte ya mayor”.
Aunque comenta que nunca ha logrado vivir de la pintura, no ceja. Las pinturas de personas en situación de calle datan de 2005. Muchas tienen que ver con los años de estudio, cuando estudiaba en la Universidad de Chile y salía a buscar temas por la ciudad.
El profesor Jorge Berríos Rodríguez, de la Maestría en Estudios de Arte de la Universidad Iberoamericana de México, ha descrito así el trabajo de Carmen Darquitt Altamirano: “La artista da cuenta que la temática de sus obras, de manera sincera y profunda, la emocionan hasta la médula. La idea de la captura visual de la pobreza, la marginalidad y todo aquello que se ve como un polo doliente, nos llaman a no dejar caer a nuestros hermanos que se ven golpeados por un mundo difícil y que los empuja tan fuerte que no es fácil que se levanten y que a muchos los deja sin levantarse más”.
Carmen reafirma esta opinión cuando explica la pintura “Situación de calle”:
–Me topé con esta escena una mañana en la calle Placer, donde hay una antigua línea férrea. Era una verdadera situación de calle, parecía como que los hubiesen desalojado o algo así. Estaban ahí con todas las cosas y el mobiliario propio de una casa humilde. Me llamó mucho la atención que se vieran sólo los pies de las personas que estaban durmiendo ahí, bajo las frazadas. Al acercarme, me di cuenta de que entre los dos pares de pies, había un pie chiquito de guagua. Me enterneció tanto. Me dio tanta pena. No quise interrumpir el sueño de esas personas y me alejé, no sin antes tomarles una fotografía que después pinté.
Quien desee saber más de la obra de Carmen Darquitt Altamirano, que a los 75 años, luce de 60 y tiene un motor creativo notable puede seguir su cuenta de Instagram como carmenalta.