pero hay cosas que no cambian
Con una elocuente activación urbana en tres capitales regionales –Antofagasta, Concepción y Punta Arenas–, este 18 de agosto, la fundación conmemora 70 años de la muerte de Alberto Hurtado. Y, junto con ello, el Día de la Solidaridad que se instauró en su nombre. Es una invitación abierta a que toda la comunidad del país vea a los que nadie ve: las personas en situación de calle.
Comunicaciones Hogar de Cristo
18 Agosto 2022 a las 21:26
Este jueves 18 se cumplen 70 años de la muerte de Alberto Hurtado, amigo de la premio Nobel Gabriela Mistral. Ella, en un poema fúnebre a su colega profesor, inspiró la idea de llevar un ramo de aromo para depositarlo en su tumba: “Tal vez (el padre Hurtado) sea un desvelado y un afligido mientras nosotros no paguemos las deudas contraídas con el pueblo chileno, viejo acreedor silencioso y paciente”, escribió Gabriela.
Esas deudas siguen impagas, más hoy con una inflación que hace aún más pobres y vulnerables a amplios sectores de nuestra población. Por eso, este 18 de agosto, el Hogar de Cristo, hace notar que “Chile cambia, pero hay cosas que no cambian”, revelando la magnitud y características que ha alcanzado la realidad de las personas que viven en situación de calle. Y lo hace con tres intervenciones urbanas. Una en Concepción a mediodía; otra en Punta Arenas, a las 12 PM de ellos, 13 horas en la mayoría del resto del país; y una tercera en Antofagasta, a las 17 horas, a las que están invitadas las máximas autoridades regionales.
Cada región tiene perfiles bien diferenciados para esta población, pero muchas características comunes. En números, en la Región de Magallanes, habría 200 personas padeciendo de la manifestación más dura de la pobreza, de acuerdo a los datos oficiales del Ministerio de Desarrollo Social, los que sabemos se quedan cortos, porque están desactualizados. En Concepción, el número alcanza a 1.492 personas y en Antofagasta 932.
La pandemia, la crisis económica que generó; el fenómeno migratorio; y el alza del costo de la vida que ha encarecido aún más la vivienda, son algunos de los factores que han aumentado el número y la diversidad de las personas que duermen sin un lugar propio y digno donde protegerse.
Es el caso de Heriberto (72), que vive en un ruco en el sector norte de Punta Arenas; de Juan (54), que tiene el suyo (suyo, en este caso es sólo un decir) frente a la Vega Monumental, en Concepción, a pasos del límite con la comuna de Hualpén y el Puente Juan Pablo II; y Patricia (48), que duerme en una suerte de carpa gitana, pegada a un muro en la Playa Paraíso en Antofagasta.
Las fotos de esos tres rucos y sus habitantes estarán expuestas en puntos estratégicos de las respectivas ciudades como telón de fondo de un punto de prensa, que será citado al mediodía, del que participarán los jefes de operación social territorial de cada región, el habitante del ruco fotografiado y autoridades sociales del ámbito social. Cada uno expondrá la realidad de la manifestación más cruda de la vida en situación de calle y responderá a las preguntas de la prensa y de los transeúntes interesados.
PATRICIA EN ANTOFAGASTA
Patricia (48) vive en un ruco en Playa Paraíso, justo frente al área central de la ciudad, en las inmediaciones del barrio histórico y del edificio de la Municipalidad de Antofagasta. “La situación calle es la verdadera vida en la selva de cemento. ¿Cuántos amigos míos han muerto de frío? Todos los días vemos como un amigo fallece o anda tirado enfermo, sin atención, sin que lo miren. Es triste, porque hablamos de personas, de seres humanos, que tienen o tuvieron familia. A esa realidad habría que agregarle el ser mujer y vivir en la calle. Eso es un riesgo doble, con decirle que hace poco me golpearon duramente. Por eso es importante que se hagan intervenciones como ésta, para que la gente nos vea y se den cuenta de que existimos. Esto no se cuenta, se vive”.
JUAN EN CONCEPCIÓN
Juan (54) vive en un ruco en las afueras de la ciudad de Concepción. “Cada invierno me pregunto si sobreviviré para llegar a ver el verano, es que no son pocos los que se mueren de frio por vivir en la calle. Mire, usted, mi casita, la tengo completamente forrada con latones, madera, nailon, todo lo que se pueda porque la humedad y el frío en Concepción llegan hasta los huesos. Y esto que ven ustedes, no es fácil de lograr, porque a uno le quitan los pocos cachureos que tiene, lo que hace aún más difícil enfrentar esta vida”.
HERIBERTO EN PUNTA ARENAS
Heriberto Carrasco (72), que vive en un ruco en el sector norte de Punta Arenas, dice: “La gente piensa que uno llegó a la calle por vicioso. No es así; en mi caso fue porque después de estar un tiempo privado de libertad, nadie me daba trabajo o confiaba en mí. Solo mis padres me dieron una segunda oportunidad, pero fallecieron, así es que me quede solo. Hoy mi única compañía es la Marcela, mi perrita, que me acompaña en la soledad y la amargura, como una verdadera amiga. La calle es un lugar peligroso, especialmente en Magallanes, donde el frío te rompe los huesos”.