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Víctor y Manuel:

Dos inseparables amigos

Ambos son parte de las 40 mil personas que actualmente viven a la intemperie en nuestro país, en total indefensión. Son adultos mayores con más de una década deambulando en lamentables condiciones. Por eso, cuando en nuestra campaña decimos #TodoEmpiezaPorCasa, pensamos en Víctor y Manuel, cuyas historias aquí les contamos.

Por María Teresa Villafrade

19 Julio 2023 a las 21:00

Prácticamente toda una vida en calle es la que comparten Víctor Retamales y Manuel Fredes, quienes duermen en rucos precarios a un costado del mercado Lo Valledor, el recinto privado de comercio hortofrutícola más grande de Chile, ubicado en la comuna Pedro Aguirre Cerda de la capital.

Allí ambos están a la espera de los camiones que llegan durante la noche cargados de diversos productos desde distintos puntos del país. Se dedican a trabajar en lo que salga: cortar zapallo, descargar el carbón, lo que sea. El caso es que en ese mercado se ganan el sustento diario que les permite sobrevivir.

Y hasta allí llega siempre a verlos Carmen Bernal (64), técnico social de Hogar de Cristo desde hace 26 años, quien les ayuda en cada visita a hacer de sus vidas algo más llevadero y menos vulnerable. Como un ángel caído del cielo, Carmen los ha llevado al doctor e incluso a los dos los acompañó en todo el proceso para tramitar sus respectivas pensiones.

“Manuel lo había intentado varias veces, pero dice que nunca lo atendían, que esperaba y esperaba, y no pasaba nada. Él se me acercó un día a pedirme ayuda, pero no ha sido nada fácil. Quedábamos un día para venir a buscarlo, llevarlo al programa a ducharse y cambiarse de ropa. Pero resulta que yo llegaba y él no estaba, me decían que debía andar en lo del zapallo, en lo del carbón y me daba vueltas por todos lados”, cuenta Carmen, dueña de una vocación y paciencia infinitas.

La técnico social de Hogar de Cristo, Carmen Bernal le entrega a Manuel Fredes la ayuda que necesita.

Lleva 19 años dedicada a trabajar en la línea calle de la fundación y sabe que jamás debe reprocharles ni recriminarles nada.

“Si no los encuentro, no los reto ni les digo que me hicieron perder el tiempo. Sólo les preguntó qué les pasó. Por eso tengo muy buena llegada con ellos. Hay veces que salgo a la ruta y no encuentro a ninguno, otras veces los encuentro a todos”, cuenta de sus recorridos por Pedro Aguirre Cerda, la comuna donde viven Manuel y Víctor.

Ella hace rutas calle en Cerrillos, San Miguel, San Joaquín y Santiago.

En todo Chile, hay más de 40 mil personas viviendo en situación de calle, una cifra oficial que para los que saben probablemente se queda corta. De ahí la importancia de nuestra campaña #TodoEmpiezaPorCasa, que busca fortalecer el programa Vivienda Primero que da un techo digno a personas como Víctor y Manuel.

UN BOXEADOR “ROMPEHUESOS”

Víctor Manuel Retamales ha vivido 15 de sus 73 años en situación de calle. Cuando llovió mucho hace poco, Carmen lo encontró todo mojado y logró convencerlo de ir a la casa de acogida Josse Van der Rest, donde permaneció unos días bien cuidado y alimentado. Él recuerda:

-Ahí lo pasé muy bien, relajado, no me molestaba nadie. Nos dan desayuno y todas las comidas, y si estás enfermo, si andas desabrigado, te atienden, te dan todo. Es muy bueno, muy bueno. Todo el mundo me trata bien allí.

-¿Y no le gustaría quedarse allá?

-No, esto es mejor porque no me gusta el encierro, me gusta ir para las plazas, llegar temprano a trabajar. Llevo años aquí; esta es mi casa.

Cuesta entender que a su edad, con los deterioros propios de la vejez y de la vida en calle, siga prefiriendo pernoctar a la intemperie, bajo unas delgadas lonas que en invierno se llueven, se rompen y por donde el frío se cuela implacable. Le insistimos:

-Pero cuando esté más mayor, va a necesitar una casa.

-Voy a recuperar mi casa, porque yo tengo casa. Mi sobrina hizo un embrollo, la que estaba cuidando a mi papá, se quedó con la casa. Como no tengo papeles, ¿qué voy a andar leseando?

Carmen ratifica que él siempre ha asegurado que tiene casa, pero son hechos difíciles de comprobar. Le ha dicho que tiene una hija y una vez ella la llamó por teléfono. La supuesta hija dijo que le tenía mucho cariño pero que no era su hija. También tiene un “hijo” que, al igual que él, vive en la calle. “Pero él le dice papá de cariño, en realidad no es su hijo tampoco”.

Víctor Manuel Retamales ha vivido 15 años en situación de calle.

Víctor dice que fue boxeador del Club México y de ahí viene el apodo que tiene y por el que es conocido en todo Lo Valledor: el “Rompehuesos”.

“Gracias a que fui boxeador es que me mantengo, más trabajando en los zapallos, en las sandías. De agosto en adelante empezamos a trabajar en frutas, en las sandías, ahora llegó la (sandía) brasileña y ahí me mantengo”, relata.

También cuida autos. Carmen afirma que Víctor se sabe defender. “En una ocasión lo vi discutiendo con venezolanos que habían llegado de repente a invadir su espacio de cuidador. Él los sacó; nunca más volvieron. Definitivamente protege su territorio”, agrega la técnico social de Hogar de Cristo.

Víctor sufre de hernia inguinal y de la próstata. Lo estaban tratando médicamente pero todo se suspendió cuando le quemaron su ruco. En esa ocasión, Carmen lo buscó por todos lados hasta que lo encontró debajo de la pasarela de Avenida Maipú.

Ahora tiene que convencerlo nuevamente de retomar el tratamiento médico y continuar con sus controles. Santa paciencia, la de Carmen.

EL HOGAR SALVA VIDAS

Su amigo Manuel Ernesto Fredes (67) es menor que Víctor pero se ve mayor. Asegura que vive en calle desde los 12 años y quizás esa es la razón de su notorio deterioro físico.

De los camiones les regalan zapallo, que ellos lavan y pican, ponen dentro de un carro de supermercados y venden durante el día. No le gusta hablar, por eso Carmen señala:

“Es muy especial. Tiene una hermana en San Bernardo y un tiempo vivió con ella. Tiene un hijo, además. Una vez Víctor me regaló un enorme trozo de zapallo, no me gusta recibirlos porque es su medio de vida, pero finalmente accedí y me lo llevé al programa. A la semana siguiente Manuel me tenía medio saco de cebolla morada para regalarme, le agradecí mucho pero no lo acepté. Yo les explico que esas cosas son su sustento, y que mi trabajo es ayudarles”.

Manuel Fredes le pidió ayuda a Carmen Bernal para sacar su pensión. No lo querían atender.

Ambos agradecen a Carmen el haberles ayudado a obtener su pensión.

Pero es Víctor el que más elogios tiene para Hogar de Cristo:

“Ojalá que la gente los apoye porque ustedes multiplican todo. Hay gente que tiene tanta plata, gente en los refugios que hay que mudarlos, los mandan a un asilo, los meten a un rincón y eso es malo. Hay gente a quienes sus hijos los maltratan, por eso se van. Se pierden facultades, por eso digo yo que es muy bueno el Hogar de Cristo, salvan muchas vidas. Nos traen ropa, nos llevan al doctor, nos dan de comer. Ha venidos dos veces mi hija a buscarme, voy a irme con ella para allá, lo que pasa es que los yernos no me gustan nada”.

Carmen sonríe y asienta, aunque sabe que la hija no existe o al menos nunca ha logrado encontrarla. Tampoco los nietos de 7, 12 y 14 años, que asegura tener en Valdivia.

“Uno que es del campo, es bueno para la matemática pero llevo todo anotado en cuaderno, todo lo que sale, el zapallo, no ve que vamos perdiendo, lo trozamos y nos vamos, no hay desconfianza. Porque mandan 12 mil kilos y se pierden 400 kilos, 600 kilos, a los que están picados hay que sacarle lo malo”, aclara Víctor sobre su esforzado trabajo.

Al lado de su precario ruco todavía húmedo por la lluvia, Víctor cuenta su historia.

Los dejamos a él y a su amigo inseparable. Carmen se encariña con todos. Ha visto morir a varios. “Hace poco en La Vega llegué a ver a uno que siempre dormía en un vehículo. Estaba muy mal, alcancé a llamar a la ambulancia y le puse una frazada como almohada, pero cuando la ambulancia llegó ya había fallecido”, dice con un nudo en su garganta.

En Hogar de Cristo queremos fortalecer el programa Vivienda Primero, una solución definitiva al problema de las personas mayores que viven en situación de calle, y se estiman en al menos 5 mil.

Siempre es bueno recordar las palabras de Alberto Hurtado sobre este tema: “De aquí la ineficacia de la filantropía, de la mera asistencia, que es un parche a la herida pero no un remedio profundo. La miseria del pueblo es de cuerpo y alma a la vez. Quien quiera muchos amigos no tiene más que ponerse al servicio de los abandonados, y no espere mucho reconocimiento. Nada se pierde de lo que se hace con amor”.

SI TE IMPORTA TERMINAR CON ESTA INJUSTICIA APOYA LA CAMPAÑA TODO EMPIEZA POR CASA

 

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