Si una persona mayor muere en su casa por causa natural o en etapa de fin de vida por enfermedad crónica, se debe constatar su muerte y obtener el certificado médico de defunción que es entregado por el médico tratante o bien otro médico. Este profesional es el único que puede certificar una defunción y entregar el correspondiente certificado.
La cuota mortuoria es un aporte en dinero que ayuda a solventar los gastos de funeral del afiliado al sistema de pensiones (AFP o PGU). Financia los gastos con un tope de 15 UF, poco más de $550.000, y está dirigido a toda persona natural o jurídica que haya pagado los gastos funerarios de la persona fallecida.
Introducirse en esta temática cuando una persona no la ha abierto, es transgredir sus límites. Hay personas a las que les genera mucho pánico hablar de su propia muerte, especialmente a aquellas que no están muy conformes con la vida que han tenido.
Muchos adultos mayores declaran no querer ensañamientos terapéuticos ni tratamientos invasivos. Y piden morir tranquilos. ¿Qué se debe hacer para respetar esa decisión y no parecer negligentes o irresponsables? Esta es una pregunta que atormenta a muchos hijos, nietos y parientes de adultos mayores en etapa terminal.
Es importante entender que todos los duelos son únicos y que no se pueden comparar unos con otros. Son un proceso dinámico y no es el tiempo lo que permite resignificar la pérdida, sino que lo que se hace en ese tiempo.
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