El sueño es fundamental en las personas y permite mantener la normalidad en todas las actividades y funciones de la vida diaria. Cuando se altera, es necesario explorar una gran cantidad de elementos clínicos. En las personas mayores hay cambios normales, como el aumento en la latencia del sueño que les impide dormirse rápido. Muchas veces lo confunden con insomnio.
La respuesta correcta a una queja por problemas del sueño no es extender una receta por algún fármaco. Lo correcto es realizar una muy completa historia clínica enfocada en sueño. Un elemento básico y que frecuentemente no es tenido en cuenta es cuidar “la higiene del sueño”.
Algunos componentes importantes de estas buenas prácticas son la regularidad en los horarios, no consumir alcohol o tabaco antes de dormir, ejercicio físico pero no antes de acostarse, no ver TV o usar elementos con pantallas luminosas (teléfonos celulares, tablets, etc.). También es importante un adecuado ambiente en el que no estén presentes sonidos o iluminación innecesaria. Si una persona está tratando de dormir y al lado hay alguien viendo televisión, no será posible o al menos habrá más dificultades.
Es conveniente que no se consuman alimentos al menos dos horas antes de dormir. Cualquier actividad relajante –leer, tejer, escuchar música relajante, entre otras– son apropiadas para disponerse a dormir.
La respuesta corresponde al gerontólogo Eduardo Valenzuela, médico del programa de Geriatría y Gerontología de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile.