La edad por sí sola no es un indicador de que una persona puede o no puede realizar determinadas acciones
Las personas tienen derecho a decidir hasta cuándo desean seguir realizando ciertas actividades. Como, por ejemplo, trabajar, siempre y cuando esto no se transforme en algo perjudicial para su salud y sea realizado de manera consciente, cumpliendo con los estándares que la tarea exige.
Tener una actividad laboral aumenta la autoestima de las personas. Quienes se mantienen activos después de jubilar, se sienten más capaces, integrados y útiles. Y eso disminuye considerablemente el riesgo de depresión, tan presente entre los adultos mayores.
Pamela Chávez, geriatra de la Clínica Alemana, responde así sobre cuáles son los principales beneficios de trabajar en esta etapa de la vida.
Dice. “Si las tareas no son exigentes en lo físico y emocional, les ayuda a mantener activo el cuerpo y la mente, a tener contacto social y apoyarse económicamente. Esto es igual tanto en hombres como en mujeres”.