Para entender por qué no quiere bañarse, lo mejor es preguntarle directamente, abordar sus sentimientos con respeto, poniéndose en su lugar.
El miedo a caerse es uno de los motivos más frecuentes por el que las personas mayores no quieren ducharse.
Otra de las causas es la pérdida de independencia al tener que necesitar ayuda en una actividad muy personal y que siempre realizaron en forma autónoma. Pueden sentir vergüenza, frustración, miedo a perder el control sobre su propio cuidado y preocupación por ser una carga para familiares o cuidadores.
Otro motivo puede ser que el bañarse les provoque dolor o molestias físicas por padecer artritis o rigidez, problemas de control de esfínter, dolor crónico, heridas o afecciones a la piel.
Además, con la edad va cambiando la percepción sensorial. Se produce una mayor sensibilidad a las temperaturas (pueden encontrar el agua demasiado fría o demasiado caliente), empeora la visión, hay pérdida de olfato (perciben su olor corporal de forma diferente, por lo que no se dan cuenta que necesitan ducharse) y hay alteraciones en el tacto, que provocan que el roce con el agua resulte una sensación incómoda.
Hay que considerar también que existen trastornos cognitivos, como el Alzheimer o la demencia, que influyen directamente en la capacidad para entender tareas de autocuidado.