Introducirse en esta temática cuando una persona no la ha abierto, es transgredir sus límites. Hay personas a las que les genera mucho pánico hablar de su propia muerte, especialmente a aquellas que no están muy conformes con la vida que han tenido.
Hay enfermos que evitan este tema y uno no tiene derecho a ponerlo sobre la mesa. Pero también se da la situación contraria. Es decir, hay muchos enfermos o adultos mayores que sí necesitan hablarlo y se encuentran con un rechazo de la familia. Es importante no tener ese pacto de silencio, en el que nunca se habla de la muerte y de lo que está ocurriendo.
Estas son conversaciones que uno debería tener en la sobremesa o en cualquier instancia a nivel familiar. Se debería hablar de manera natural con las personas de todas las edades, incluso con los niños. Por eso si una persona tiene interés en saber, por ejemplo, qué pasa después de la muerte, es un buen momento para invitarla a hablar de su propia muerte, preguntarle qué metas le habría gustado haber alcanzado, de qué estaría agradecido o aspectos más prácticos sobre cómo le gustaría su despedida, quiénes le gustaría que estuvieran o si preferiría que lo cremen o entierren.
Las respuestas las entrega la master en manejo del duelo, Magdalena López, psicóloga de la Universidad Central. Si quieres profundizar en este tema, re recomendamos la siguiente lectura. Cliquea aquí para descargarla.