Nada sobre nosotros sin nosotros
La gerente de Gestión de Personas del Hogar de Cristo estuvo en Hora de Conversar el Día del Orgullo Gay para exponer la política de inclusión de las diversidades sexo genéricas de la fundación. En una honesta conversación de la que también participó la activista trans Samantha Azócar, nos confesó susu motivaciones personales, profesionales y ciudadanas como mujer hetero cisgénero para luchar por los derechos de todos los seres humanos.
Por Ximena Torres Cautivo
1 Julio 2023 a las 22:03
–No lo digo yo, lo dice la consultora McKinsey. Las empresas que son más inclusivas y diversas tienen 2,3 veces más productividad que las que no lo son; 2,9 veces más posibilidades de identificar líderes dentro de su personal y 3,6 veces de desarrollar capacidades extras en sus trabajadores. Las empresas y fundaciones que son inclusivas logran retener a sus talentos y, obviamente, consiguen excelentes resultados de clima laboral.
La gerente de la dirección de personas del Hogar de Cristo, Francisca Correa, ha hecho carrera por el desarrollo de los trabajadores en los distintas organizaciones donde se ha desempeñado. En la Universidad San Sebastián, JUNJI, los jardines infantiles y salas cuna Vitamina, la Universidad Santo Tomás y, ahora, la fundación creada por Alberto Hurtado, desde hace ya casi siete años. Licenciada en arte y estética, con varios diplomados en gestión de personas, estuvo invitada al programa Hora de Conversar del 28 de junio pasado.
La fecha no es casual: ese miércoles se conmemoraban los disturbios de Stonewall de 1969, en Nueva York, un día de represión y violencia contra la comunidad homosexual. Este Día del Orgullo Gay, como se le conoce, está dedicado a las diversidades sexuales, grupos tradicionalmente marginados y reprimidos, y busca visibilizar su presencia en la sociedad y el respeto a sus derechos humanos
De este tema, conversamos con Francisca Correa y con la trabajadora social y activista y mujer trans Samantha Azócar, a quien ya le habíamos hecho una profunda entrevista.
Intensa, certera y culta, Samantha precisó de entrada que, si es por conmemoraciones, en Chile deberíamos recordar la marcha homosexual del 22 de abril 1973, más que un hecho ocurrido en Nueva York.
En el ensayo “Diversidad sexual en dictadura militar (1973/1990)”, de Anna Desrues, se lee:
“Al día siguiente de la marcha, la revista Vea tituló Rebelión homosexual: los raros quieren casarse. Por su parte el Clarín, diario de izquierda pro-Allende, anotaba: Colipatos piden chicha y chancho, hablando de desviaciones sexuales, de maracos, yeguas sueltas y locas perdidas. Fue una muestra de la homofobia tanto de la izquierda como de la derecha y refleja un estado que toca a toda la sociedad chilena”, reflexiona la investigadora.
¿Ha habido avances desde 1969 en el mundo y desde 1973 en Chile respecto de los grupos que integra la sigla LGBTIQ+, formada por las palabras lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer? ¿Qué pasa cuando esas personas son además de extrema pobreza y vulnerabilidad social? ¿Esos cambios se han traducido en inclusión y respeto?
TODAS, TODOS Y TODES
Sin duda, ha habido cambios.
El sólo hecho de hablar de derechos de esos grupos cuando hace 50 años la prensa los trataba como acabamos de leer, da cuenta de ello. Sin embargo, la convocatoria al Hora de Conversar en torno al tema gatilló en redes comentarios del tono: “Impresentable cómo está ahora el Hogar de Cristo. La bestia se lo adueñó, el signo de los tiempos apocalípticos”. “¿Orgullo gay? OK, cero donaciones para ustedes”. Y memes de una falta de humanidad y de una estupidez irreproducibles en las anónimas y virulentas redes sociales.
Qué dice frente a esto, la gerente de Personas de la fundación:
–Es urgente transformarse en una organización que gestiona la diversidad en todos sus ámbitos y tiene una cultura inclusiva. El Hogar de Cristo es una fundación con 78 años de historia, que ha abierto camino en la sociedad chilena sobre dónde y cómo están los más pobres entre los pobres y cómo logramos su real inclusión. Terminar con la marginación, con la discriminación de otros, es algo que debemos lograr por el sólo hecho de que somos seres humanos. Y a eso se agregan una serie de beneficios organizacionales, como la satisfacción de estar en un buen lugar para trabajar, donde los y las trabajadoras sabemos que lo que hacemos es importante y donde el respeto es un valor”.
Francisca menciona “Espacio Inclusive”, una iniciativa que surgió en 2019, cuando salieron a la luz los abusos sexuales y de poder cometidos por Renato Poblete en el Hogar de Cristo. Ese verdadero terremoto ciudadano, institucional y para muchos personal, la llevó a impulsar la comisión ESLAVG (Espacios Libres de Acoso y Violencia de Género). Fue el punto de partida de la construcción de diagnósticos, estrategias y protocolos en la búsqueda de una mayor inclusión y de un cambio de mirada en torno a la igualdad de género.
–Hoy tenemos a todo el mundo involucrado en este comité de inclusión, integrado por siete directoras, donde trabajamos estas temáticas a nivel transversal con equipos multidisciplinarios. Luego llevamos lo resuelto al grupo ejecutivo, donde contamos con el apoyo corporativo del director ejecutivo, Juan Cristóbal Romero, y del capellán general, José Francisco Yuraszeck. Por lo tanto, hoy existe un alto compromiso con la creación de una sólida política de género y diversidad.
–Sacó algo de roncha que el Hogar de Cristo se planteara hablar de diversidades sexo genéricas. Molestó que nos hiciéramos cargo del tema en el Día del Orgullo Gay. ¿Qué sentido le das a este día?
–Este es un tema muy profundo para mí, que me toca en lo personal, porque tengo amigas muy cercanas de la comunidad LGBTIQ+ y una hija que también es parte. Y es muy activa en la defensa de sus derechos. Hoy me defino como una aliada de su causa, porque es una realidad que toca a millones de familias del país, del Hogar de Cristo, de todas partes. Hace poco, nuestra Escuela de Formación dio una charla sobre diversidad y la verdad es que me di cuenta de que eran muchas las familias de trabajadores y trabajadoras que, por uno u otro lado, son parte de la comunidad de la diversidad sexual, como en mi caso.
–¿Cómo lees las críticas frente al tema?
–Pienso que falta educación, entendimiento y empatía. Cristo fue un revolucionario en su época, acogía a todos y hay que seguir su ejemplo. Para ser una institución que transforme la sociedad hay que partir desde dentro, desde los trabajadores y trabajadoras, gestionando la inclusión de todos, todas y todes.
PRIDE CONECTION
Interseccionalidad es un concepto de la sociología que la gerente de Personas del Hogar de Cristo ha internalizado y explica muy bien:
–La exclusión de la comunidad LGTBIQ+ que ha sido históricamente discriminada se extrema en el caso de una mujer trans, pero si le sumas que esa mujer está en situación de pobreza, es migrante, tiene algún tipo de discapacidad, es adulta mayor, la suma de factores multiplica la discriminación de la que es objeto. Esta conciencia debe estar en la formación de nuestros equipos. Lo mismo que la perspectiva de género –sostiene Francisca.
En consecuencia con esto, Hogar de Cristo es la primera oenegé de Chile en hacerse miembro de Pride Conection, que es una red que promueve espacios de trabajo inclusivos para la diversidad sexual. También busca generar lazos para la atracción de talento LGBTIQ+ entre las distintas organizaciones que la componen. “Desde nuestra causa, nos interesa impulsar el cambio cultural y la inclusión en todo lo que implica, tanto interna como externamente”.
–Una cosa es hacer declaraciones o comprometerse formalmente con los objetivos de desarrollo sustentable de la ONU. Y otra es creer de verdad en que todas las personas, incluidas las trans, tienen los mismos derechos y esos deben ser respetados. Una organización que predica y practica ese principio hace que sus trabajadores y trabajadoras sientan que su trabajo es un espacio protector, acogedor. Un lugar donde no sólo vas a conseguir retribución monetaria por tu trabajo, sino donde te vas a desarrollar.
TODO EMPIEZA POR CASA
Francisca Correa menciona el uso del lenguaje inclusivo, el que le parece mucho más que “un saludo a la bandera”. Más, afirma, en una fundación donde el 82 por ciento de la planta laboral está constituida por mujeres. “Si hablo sólo de trabajadores, siento de verdad que estoy hablando solo con el 16 por ciento”, dice con lógica matemática.
–En este tema de la inclusión de las diversidades sexuales, tanto en lo laboral como en lo personal, el principio es “nada sobre nosotros sin nosotros”. Esta frase significa que una mujer hetero císgenero, como yo, que está a cargo de la gestión de personas en una fundación, no puede desarrollar políticas internas sobre los trabajadores sin considerar a cada grupo con sus particularidades. Debemos co construir con todos. De eso se trata la inclusión.
–¿Cómo se capacita a los trabajadores para trabajar con población trans, muy dañada, como son las personas en situación de calle?
–Estamos en ese proceso. Es un tremendo cambio cultural, que, para los que tenemos más de 30, significa re plantearse muchas cosas. Uno lo ve nítidamente en las personas con discapacidad. En ese caso, son las mismas familias las que aumentan sus limitación por sobre protegerlos, por no exponerlos. Acá hay vergüenza, terror a la discriminación. Las mamás tenemos mucho temor de eso: de cómo los van a tratar, qué futuro tendrán. En estos grupos a veces la violencia y la exclusión vienen de las propias familias. Todo esto es parte de la formación de nuestras trabajadoras y trabajadores, así como con la comunidad de los territorios donde trabajamos. La educación sexual y la formación cívica deben reforzarse en los colegios y en las instituciones, porque en el desconocimiento está muchas veces la raíz del rechazo al otro.