“Muchos trans no miran a los ojos porque piensan que los van a rechazar”
De gran personalidad y conversadora a rabiar es esta asistente de la Hospedería Noche de Castro del Hogar de Cristo. En un conversatorio sobre diversidad de género en contextos de pobreza, relató como pasó de ser hombre a mujer. Lo hizo con el objetivo de sensibilizar a los trabajadores de la fundación sobre las personas LGTBI y su inclusión en programas sociales.
Por María Ester Gómez
19 Julio 2018 a las 16:24
“Me junté con unos colegas en Osorno en un foro. Ellos no se me acercaban, tenían ese rechazo. Yo pensaba qué les pasa, si no muerdo. Por eso le comenté a mi jefa que faltaba difundir el tema de la transexualidad en el Hogar de Cristo. Porque estamos hablando de funcionarios con más de 20 años en la fundación. ¡Imagínate: si me discriminan a mí, cómo serán con la gente trans que llegue a nuestra institución”, reflexiona Antonella Silva (35), quien vivió su transición sexual, mientras se desempeñaba primero en el Hogar de Cristo de Ancud y después en Castro.
El viernes pasado vino especialmente desde Chiloé a participar en el Segundo Conversatorio de Diversidad de Género en Contextos de Pobreza, organizado por la Escuela de Formación y la Dirección Social Nacional del Hogar de Cristo, a entregar generosamente su testimonio. Cuenta: “Qué rico que se dé este tipo de encuentros para difundir la no discriminación. Es importante que en cada unidad se dé una inyección sobre esta temática tan vigente. Se debe preparar al personal sobre todo para que cuando venga una persona transexual a pedir acogida no se le considere un problema y se le reciba preguntándole donde te sientes tú cómodo o dónde quieres estar”.
Antonella nació en Ancud bajo el nombre de José Silva. Vivió en Perú y hoy reside en Castro. “En Chiloé tengo mi casa, mi vida, estoy cerca de mis padres, tengo una hermosa hija de 13 años, una sobrina a la que adopté. Soy vicepresidenta del Centro de Padres. Voy a la feria. Me reconocen como la tia Anto del Hogar. Mis vecinos me aceptan tal como soy. Vivo una inclusión total y en gran parte debido a que soy parte del Hogar de Cristo”, dice, emocionada.
En la Hospedería de Ancud trabajó siendo aún José Silva, el tío Pepe. Ahí era monitor de Ruta Calle. Es decir, encargado de asistir a las personas que viven a la intemperie. Después fue manipulador de alimentos de una cocina donde atendían entre 30 a 40 personas diariamente. Y desde hace 2 años y medio se desempeña como asistente de hospedería, en el turno noche en Castro.
-¿Perdiste muchas amistades durante la transición?
-Claro, no te lo discuto. Grandes amigas en el minuto clave no aceptaron mi transición. Pero cuando le conté a mi jefa, ella me dijo: “Dale, es tu vida, no te vamos a discriminar en la fundación”. Te juro que sentí un gran apoyo y pensé es mi momento. Siempre quise estabilizarme, que la gente me respetara, conociera donde trabajo, para poder hacer el cambio.
-¿Recibiste apoyo de tus colegas y de los usuarios?
-Siempre me sentí muy apoyada, tanto por los jefes como por las personas que trabajan y para quienes trabajo en el Hogar de Cristo de Castro. Que te celebren el Día de la Madre, te digan feliz Día de la Mujer, que te den un presente, una rosa, no se logra tan fácil. Son detalles que, como le digo a mi mamá, confirman que no me equivoqué al elegir mi lugar de trabajo. Para mis colegas ya no existe el José Silva, sino la Antonella Silva. Fíjate que cuando llega un parte o un informativo a nombre de José Silva, lo primero que dicen mis compañeras es: “Él no trabaja acá”. Y después de un rato, la piensan y exclaman: “Ah, si es la Antonella”.En cuanto a los usuarios, ellos siempre me apoyaron con el tema de la transición. En Ancud, a cada rato me decían “tío, haga el cambio”. Recibir ese apoyo, ese cariño, me hace estar donde estoy hoy.
-¿Por qué elegiste el nombre Antonella?
-Mi mamá hace 35 años escuchaba por la radio una novela donde había una Antonella, que era la mala de la historia, pero cuyo nombre le encantaba. Por ese entonces, como no sabía lo que iba a tener, si un hombre o mujer, le conversaba a mi abuela, tocándose la guata: “Si la guagua nace mujer, se va a llamar Antonella”. Y nací hombre y me colocaron el nombre de mi padre, como era costumbre. Ahora mi madre me dice “¿Sabes? Yo creo que uno llama lo que va a venir”. Lo más increíble de todo, es que un día en un sueño, cuando comencé con el tema de la transición, sola busqué el nombre Antonella sin saber esta historia que te comento.
-¿Es fácil ser Antonella Silva?
-Para nada. De saber que salía tan caro ser mujer, te juro que no me cambio. El hecho del cuidado, los accesorios, el maquillaje, hasta el cabello. Yo tenía el pelo cortito, 3 años me costó tener este largo.
Cuenta que a los 32 años comenzó la transición física. “Una muy precaria. Sin tanto médico que te pueda ver en el sur de chile, sin tanto control, hacía lo que podía. Conseguí con un amigo, que es médico ecuatoriano, una receta con hormonas para empezar la transición. Mi mamá puso el grito en el cielo. Le preocupaba lo que me podía pasar andando en la calle. Más que mi madre yo sentía que me hablaba su miedo. Llevo 2 años y medio en esta etapa en la cual hasta el mismo doctor está impactado de los avances que he tenido. Si vieras mis fotos de antes y después, te darías cuenta de que hay un cambio enorme”.
-Y en lo interno, ¿cómo fue?
-A los 5 años de edad, yo ya me sentía mujer y no hombre. Cuando éramos chicas (somos 5 hermanas), mi mamá nos colocaba una bacinica a cada una para que ella pudiera hacer sus cosas en la casa con tranquilidad. Te cuento que mi madre nunca me obligó hacer pipí parada. Hace poco hablé con ella este tema y se lo agradecí, porque nunca me hizo sentir incómoda. Ella me dijo que sabía lo que estaba criando. Que en el colegio era la más distinta, la más fina de todos mis compañeros. Por eso nunca me obligó a que usara un baño de hombre.
-¿Te ha tocado vivir discriminación durante o después de la transición?
-Sabes que no. Yo nunca mentí en cuanto a mi condición. Siempre decía que quería cambiar. A todas mis compañeras se los contaba. He viajado fuera de Chile. Muestro el pasaporte, el carnet siendo otra la foto. Incluso como talla le dije a un PDI en el aeropuerto que no andaba escapando. Nunca he sentido discriminación. Sera por la personalidad que tengo, por lo segura que soy.
-¿Tienes pareja?
-En este momento no, es difícil. Cuando eres una persona gay es fácil porque se puede esconder un poco más. Pasa desapercibido. Yo sabía que al cambiar, algo así podía pasar. Ese fue un tema acá, con las chiquillas del conversatorio, quienes me preguntaron: “¿Te gustan los hombres o las mujeres?” Y les dije: Yo soy hombre transheterosexual y me gustan los hombres. Como te digo, yo sabía los peros del cambio, el rechazo. Imagínate, si para las mujeres es difícil pillar a un hombre… Curiosidad siempre hay o quizás me coloqué una coraza, porque ahora toda mi vida la llenan mi hija, mi familia y mi trabajo.
-¿Qué mensaje darías quienes inician su transexualidad?
-Que nunca se engañen. Que sean valientes. Uno sabe lo que es desde que nace. Si Dios quiso que nacieras así es porque debes dejar tu huella…