“Mi hija se llama Emma con dos emes, porque tiene dos mamás"
Esta norma histórica que beneficia a familias homosexuales y lésbicas, y sobre todos a los hijos nacidos de estas uniones, ya que ahora se reconoce que tienen dos madres o dos padres con todo lo que ello significa legalmente, tuvo como "rostro" a esta profesora diferencial, que fue “rostro” con su pareja de la campaña que empujó la ley y que trabaja desde hace años en el Hogar de Cristo. Aquí, abre su casa y su corazón en estas páginas, porque cree que la única manera de no discriminar, es conocerse.
Por Ximena Torres Cautivo/ Publicado por El Dínamo
17 Marzo 2022 a las 15:59
Se llama Emma. Tiene casi 3 años y dos mamás: la profesora Claudia Aravena (42) y la psicóloga Lorena, Grez (44), por eso, su nombre se escribe con dos “m”, como explica Claudia. Ayer –10 de marzo de 2022–, la linda Emma fue inscrita en el Registro Civil como hija de ambas, gracias a que en ese día histórico entró en vigencia la nueva Ley de Matrimonio Igualitario que incorpora, además, el tema de la filiación de los hijos de parejas homosexuales. Emma y sus dos madres se levantaron temprano para que fuera de las primeras niñas inscritas en Santiago gracias a la nueva norma y obtuviera un status igualitario respecto de otros hijos. Por la tarde, hicimos esta entrevista a Claudia, quien nos cuenta:
“Nosotras, de puro rebeldía, no quisimos firmar un acuerdo de vida en común; esperábamos esta ley que nos reconoce como matrimonio, sin discriminaciones, pero nos parecía fundamental inscribir a la Emma, por eso fuimos hoy al Registro Civil”.
Lo hicieron en privado y sin parafernalia, aunque siguieron con emoción y alegría la ceremonia que unió a Jaime Nazar y Javier Silva, primera pareja en estrenar la nueva ley, en una ceremonia transmitida en vivo por los canales de televisión y las radios. Ambas habían sido invitadas por Iguales, fundación que lideró la campaña de la que ellas aceptaron ser “rostros”, cuando el ex presidente Sebastián Piñera anunció que tramitaría la ley y lograría sacarla adelante antes del término de su mandato. Eso fue en su discurso del 21 de mayo de 2021. Hoy, los tiempos –para ellas– han cambiado.
-Claro que nos habría gustado ser la primera pareja de lesbianas en casarse, tal como hicieron Jaime y Javier, a quienes conocemos y queremos mucho a través de Iguales, son lindos, ellos. Pero sucede que en enero, en un control médico rutinario, nos enteramos de que el cáncer de Lorena, del cual había sido dada de alta hace años, había vuelto a aparecer. Esa es hoy nuestra prioridad y una preocupación tremenda.
-Ese 21 de mayo, ¿no sentiste que ese anuncio de Piñera era oportunista?
-Yo siempre y en todo me quedo con lo positivo. Si a él le servía, a mí y a mi familia nos servía más. Y no tengo pudor en reconocer los cojones que tuvo para sacar adelante una ley que no era bien vista en parte importante de su sector. Por eso, el 10 de diciembre cuando fue aprobada, fui a La Moneda y lo abracé. Para mí esta es una ley que trasciende los colores políticos. Y Piñera se atrevió a sacar adelante un proyecto que presentó Bachelet, pero por el que él se la jugó y logró sacar adelante, pese a que no fue nada fácil.
Cuenta que cuando el ex presidente hizo el anuncio en mayo, ella y Lorena se miraron, ambas suspiraron y dijeron “ojalá no se quede en promesa”. Cuando en octubre la iniciativa legislativa se activó, las dos resolvieron involucrarse en serio. “Por nosotras y por nuestra hija. Porque ella, cuando sea mayor y entienda, sepa que no fuimos meras observadoras. Que fuimos responsables de este avance y luchamos por lo que necesitábamos nosotras y las familias como la nuestra”. Por eso aceptaron aparecer como “rostros” en la campaña de Fundación Iguales. “Trabajemos para que esta cuestión resulte, nos dijimos. Y a donde nos invitaban, íbamos. El día en que finalmente se votó la ley en el Congreso, ahí estuvimos. Fue infartante, porque hasta el último momento había votos inciertos y el resultado era incierto. Por eso, hoy con toda la pena y el trance de salud por el que estamos pasando, nos abrazamos con Lorena en la mañana y sentimos orgullo, satisfacción y una gran tranquilidad.
La tranquilidad tiene que ver con el nuevo status de su hija, quien ahora lleva los dos apellidos de sus madres. Antes de ayer, Emma llevaba los apellidos Aravena, de la madre que la parió, y Grez, de su otra mamá, pero el segundo era “sólo de fantasía, porque no significaba filiación con Lorena, pese a que ella aportó el óvulo. Esto significaba que si yo viajaba, por ejemplo, y Emma tenía un problema médico, eran mis padres los responsables, no ella, por poner un ejemplo. Si yo moría, Lorena no tenía ninguna posibilidad de reclamar su maternidad, pese a que la niña era producto de su óvulo. Nada de esto lo habíamos reflexionado cuando en 2010 empezamos a vivir juntas. Como todas las mujeres, pensábamos en ser madres algún día. Cuando el reloj biológico empezó a apremiar y quisimos hacerlo, a mí me descubrieron un teratoma y me tuve que operar de un ovario. La idea quedó postergada. Luego a Lorena le diagnosticaron cáncer de mamas”.
En 2018, cuando Lorena estuvo sana, el médico les dijo que ya era el momento. Que estaban en condiciones de ser madres, las puso en manos de un especialista y se entregaron al proceso, que no es simple ni barato: la Recepción de Ovocitos de la Pareja, ROPA, como se le conoce por su sigla. “Como te conté: Lorena donó los ovocitos; elegimos un donante en un banco de semen de California, buscando que fuera lo más parecido en lo físico y en el carácter a mí, a mis colores; y yo puse el útero. Antes de hacerlo, hicimos un viaje de vacaciones por el sudeste asiático, para estar física y mentalmente en el mejor estado posible”.
El 18 de marzo de 2019, nació Emma. Sana, preciosa. Las dos mamás estuvieron en la sala de partos, ambas pudieron amamantarla. “Fue un embarazo muy fácil. Ni Lorena ni yo somos infértiles. Ambos somos ordenadas y disciplinadas y el equipo médico nos acompañó en todo momento. Fue una inversión de lucas importante, que nadie te bonifica, pero cumplimos nuestro sueño y tenemos a Emmita y ella tiene dos mamás”.
-¿Qué les dice la gente no cercana cuando saben que Emma es hija de ambas?
-Los diálogos son más o menos así: “¡Qué linda la guagüita! ¿Quién es la mamá?”. Y cuando decimos que las dos, empiezan las preguntas: “Sí, pero quién la tuvo, quién parió a la criatura”. Nosotras insistimos en que somos ambas, que los lazos de familia no tienen necesariamente que ver con el quién la trajo al mundo. Comprendemos que es parte del no saber, del no ampliar la cabeza, pero de a poco vamos avanzando.
Nacida Emma, empezaron a reflexionar sobre cómo sería lo que ellas vivieron en el caso de una pareja menos afortunada, sin capital cultural, sin solvencia económica, sin redes. Y sobre todo en niños como Emma, que quedaban en una suerte de limbo, discriminados en sus derechos. Así fue como se involucraron en la campaña por la aprobación de la ley y celebraron cuando se aprobó y ahora Emma es una niña reconocida legalmente por sus dos mamás. El momento de casarse, ya llegará. Hay que volver a superar el cáncer.
Claudia, que es la del medio en una familia de tres hermanos, estudió en colegio de monjas, tuvo varios pololos, pero al entrar a la universidad empezó a experimentar duda respecto de su orientación sexual. “Hice una lista de mujeres chilenas que me parecían atractivas y otras de hombres, y la primera era mucho más larga”, dice, con naturalidad. Durante el verano que siguió a su primer año universitario, una amiga que sabía de sus dudas, organizó una fiesta con chicas reconocidamente lesbianas. “Ahí conocí a Lorena y fue amor a primera vista. Nos pusimos a pololear y estuvimos juntas dos años, luego nos separamos. Éramos muy jóvenes y fue natural, pero seis años después nos reencontramos y no nos hemos separado más. Ya son 22 años de relación”, cuenta.
Claudia se siente afortunada. “Mis padres son cariñosos y apañadores. Muy abiertos, siempre dispuestos a acogernos desde el amor. Eso me permitió salir al mundo tal como soy, sin tapujos. Tuve su contención y su apoyo desde el minuto uno en que les conté lo que sentía y era. Cuando te toman de la mano, es mucho más fácil transitar, yo he tenido esa ventaja”. Describe a su mamá, que ya tiene 71 años, como “una mujer con voz, activa, creativa. Es artesana. Hace cerámica, pinta, baila flamenco y tiene un gran sentido del humor. Mi papá, de 69, es sensible, amoroso, amante incondicional de sus hijos. Mis hermano mayor, Diego, ha sido siempre mi compañero de juegos. Y Nelly, mi hermana chica, seis años menor que yo, fue mi muñeca. Yo la cuidaba, le hacía chistes. Somos muy cercanas, tanto que ella es la madrina de la Emmita”.
-¿Crees que todos sabían?
-Yo se lo conté a mi mamá después de una semana en que andaba atravesada con el tema y ella me notaba extraña. “Hija, qué te pasa. ¿Estás metida en drogas? ¿Estás embarazada? ¿O te gustan las mujeres?”. Así me preguntó, en ese orden. Mi papá estaba escuchando en la cama. Se levantó, se puso la bata y se fue al baño. Ambos me dijeron que había que ir hablando, viviendo el proceso y así fue. Mi hermana tenía 12 años y lo primero que me dijo es: “Hermana, yo sabía que la Lorena era tu polola. Siempre supe”.
Claudia se congratula de ser tan afortunada. A Lorena le costó más. Aunque hoy ambas cuentan con el apoyo incondicional de sus familias. Dice Claudia:
-Yo soy una lesbiana femenina, lo que es una ventaja, porque es muy común que la gente te diga: “Ay, no se te nota nada”. ¿Qué tendría que notárseme?, me pregunto. En mi transitar he conocido historias desgarradoras de rechazo a su identidad sexual. Dos personas que se han suicidado. Personas que han perdido todo contacto con sus padres, con sus familias. Lesbiana, chao; maricón, chao. Da mucha pena. Yo me di el trabajo de leer los comentarios que había en el Instagran de Jaime Nazar y Javier Silva. Hay muchos mensajes, y algunos son de una inhumanidad espantosa. Jaime y Javier, Consuelo Morales y Pabla Heuser, pareja lésbica que también se casó el 10 de marzo, nosotras mismas, somos muy valientes al mostrar nuestros rostros, nuestros hijos, nuestra intimidad familiar, porque aunque estemos en el 2022 y tengamos ley de matrimonio igualitario, aún hay resistencia. Se requiere mucho cuero de chancho y mucho más capital amoroso familiar para dar la cara y estar en esta lucha”
-¿Cómo ha sido la reacción en tu trabajo? ¿Ya eras activista de esta causa cuando te contrataron?
-Trabajo como subgerente de Formación en la Dirección de Personas del Hogar de Cristo desde 2017. Cuando llegué y me hicieron la inducción, yo respondía en términos neutros, nunca mintiendo, nunca lo he hecho, pero sin entrar en honduras. Decía: Vivo con Lorena, pero no decía
Hoy Claudia se siente emporada, segura, apoyada por su equipo y satisfecha de los jefes que tiene. Nombra a Francisca Correa, gerente de personas; a Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo, y al capellán de la fundación, el jesuita José Francisco Yuraszeck. “Ellos tienen un total respeto por la diversidad, creen en la inclusión y yo he podido ser quién soy sin problemas, aunque nunca se sabe si llega alguien con otra mentalidad”.
Profesora de educación diferencial (“Siempre tuve algo con las diferencias”, dice, risueña), es experta en currículum, y asumió la responsabilidad de poner en marcha una escuela de formación dentro del Hogar de Cristo. Hasta ahora, bajo su liderazgo, se ha capacitado el 67% de los más de 3 mil trabajadores de la fundación, lo que incluye la certificación como monitoras en el cuidado de adultos mayores y de personas con discapacidad mental de muchísimas mujeres que desarrollan esa labor durante años desde la experiencia. “Esto nos pone a la vanguardia de las empresas del tercer sector y, lo digo con humildad, nos hemos convertido en un referente en materia de capacitación técnica y profesional”.
Otro dato que la enorgullece es que en la encuesta que aplicó la empresa Great Place to Work entre los trabajadores del Hogar de Cristo, las afirmaciones “la gente es tratada justamente sin importar su género” logra un 91% y “la gente es tratada justamente sin importar su orientación sexual un 93%. A esto se agrega que Claudia forma parte de ESLAVG, que significa Espacios Libres de Abuso y Violencia de Género. “Esta es una comisión formada por distintas áreas de la Fundación a propósito de los abusos cometidos por Renato Poblete que nos golpearon tan duramente y que ahora han vuelto a recordarse. El grupo trabaja para que nunca más hechos tan terribles vuelvan a ocurrir y se ha ampliado a temas de equidad de género y otros”.
-¿Hay machismo en el Hogar de Cristo?
-Hay, como en todos lados, resabios de la cultura machista y patriarcal donde nos formamos todos, pero las respuesta a la encuesta de Great Place to Work revelan que hoy ni el género ni la orientación sexual son impedimentos para los trabajadores. Sí sucede que siendo una organización con más de un 70 por ciento de mujeres en su planta, los cargos directivos, de poder, están ocupados mayoritariamente por hombres. Eso es desigual. Ahora, en lo inmediato, todas las jefaturas tendrán tres cursos obligatorios: Enfoque de género, inclusión y legislación afín a estos temas. Vamos peldaño a peldaño, creciendo en temas de equidad.
-Y en lo humano y concreto, ¿cómo reaccionan tus compañeros de trabajo frente a ti y tus circunstancias?
-Cuento ciento por ciento con mi equipo. Todas conocen mi historia y yo conozco la de todas. Yo creo en que el amor abre caminos y debemos educar, compartiendo y naturalizando lo que nos es común a todos: el amor por los hijos, por la pareja, el deseo de superación, el derecho de todos a ser familia. Familias cada vez más diversas, como lo demuestra la realidad. Cuando las personas conocen la vida de los demás, se sensibilizan, se reconocen en la diferencia y se abren. Hay otras personas que no me conocen tanto y que al volver de mi embarazo me felicitaban y me decían, por ejemplo, “el papá debe estar orgulloso”. Yo respondía que Emma no tiene papá, sino dos mamás. Ahí la mayoría enmudecía, se ponían blancos, luego rojos, y después me abrazaban y me felicitaban.
-Y qué viene para adelante.
-En lo profesional, seguir promoviendo fuertemente los derechos humanos para nuestros trabajadores y nuestros acogidos. Mostrar que somos una organización diversa que cree en la inclusión y en que la no discriminación es apenas nuestro desde en la materia. En lo personal, se nos viene duro. Lorena tiene que someterse a una cirugía compleja muy pronto. Yo voy a estar sobre exigida en todos mis roles después de una etapa de intensa convivencia y maternidad compartida por el teletrabajo a causa de la pandemia. Vivimos la crianza de nuestra hija, que es una niña activa y demandante, juntas, encerradas, y siento que nos re enamoramos. Ahora lo que espero es que, al igual que la primera vez, el cáncer, vuelva a ser pronto un episodio superado.
Entonces ahí podrán casarse por la nueva Ley de Matrimonio Igualitario por la que tanto lucharon ella, Lorena e incluso Emma.
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