9 Noviembre 2017 a las 15:21
El 60% de los niños de 0 a 4 años no asiste a salas cuna ni jardines infantiles. Y los padres de los 62 mil más pobres prefieren no llevarlos por desconfianza o temor a las exigencias. Ad portas del seminario y lanzamiento de la propuesta curricular del Hogar de Cristo para estos establecimientos, “Convertir espejos en ventanas”, conversamos del tema.
Por Ximena Torres Cautivo
“En Arica tenemos un 50 por ciento de familias extranjeras: peruanas y bolivianas, y el saber de ellos, sus costumbres, su cultura, nos obliga a adaptarnos. Te cuento el caso de una mamá boliviana que traía a su hijo colgado en el aguayo y lo dejaba en la sala cuna a diario. La guagüita lloraba, lloraba, lloraba, inconsolable, todos el día. Hiciéramos lo que hiciéramos, no había caso. Finalmente, la mamá nos explicó: ‘El niño necesita estar pegado aquí’, dijo, indicando su pecho’. La guagüita desde que nació había estado junto a su madre en el aguayo, cuando ella trabajaba en el campo, descansaba o iba de compras. Frente a eso, no hay manuales y la pedagogía académica se va a las pailas”, sostiene la educadora de párvulos Claudia Fasani, Jefa Nacional de Educación Inicial del Hogar de Cristo, que administra casi 50 salas cuna y jardines infantiles.
Son establecimientos orientados al quintil más vulnerable de la población, ubicados en todo el país, pero en sectores de muy bajo ingreso socioeconómico, absolutamente alineados con el pensamiento pedagógico y social del padre Alberto Hurtado, que siempre privilegió la educación como herramienta clave para superar la pobreza. Su sensibilidad por la infancia y su interés por la pedagogía, lo llevaron a entrar en contacto con el método de la educadora italiana María Montessori. Ella pensó a comienzos del siglo XX, lo que hoy es base de la educación parvularia del siglo XXI. Y su contemporáneo el jesuita chileno, que en 1935 culminaba un doctorado en Pedagogía en la Universidad de Lovaina, financiado por el Ministerio de Educación chileno, compartió sus ideas y comentó su método en “Una Verdadera Educación”, sus escritos sobre el tema, siempre pensando en sus “patroncitos”, los niños más pobres de Chile.
Hoy muchas de las nociones Montesori, así como la espiritualidad y el pensamiento del Padre Hurtado y los principios de respeto por la infancia contenidos en la Convención de los Derechos Humanos de los Niños, que guían el trabajo de los establecimientos para la educación inicial del Hogar de Cristo, se vuelcan en un texto inédito: “Convertir Espejos en Ventanas: Calidad, Territorio y Curriculum para la Educación Parvularia”. El documento será presentado en el seminario homónimo este martes 21 de noviembre, a las 8:45 en el Aula Magna Manuel José Irarrázaval, de la Casa Central de la Universidad Católica, al que están invitados todos quienes trabajen o tienen interés en la etapa más importante del aprendizaje humano, los primeros años de vida.
Comenta Claudia: “Nosotros nos guiamos por las bases curriculares obligatorias del Ministerio de Educación, pero ahora tendremos formalmente y por escrito las de nuestro modelo pedagógico, que ordenan y declaran nuestro quehacer, el que es fruto de 20 años de trabajo en esta área. Entonces Hogar de Cristo partió con una guardería en La Pintana. Era un programa comunitario donde algunas mamás se capacitaban para cuidarles los niños a las vecinas. Así partió todo. Luego nos profesionalizamos y tuvimos que cumplir los objetivos convencionales y las normativas para recibir las transferencias presupuestarias del Estado, que hoy se van a cubrir el 80 por ciento de nuestros costos de personal”.
-¿A quiénes están dirigidos los jardines y salas cuna del Hogar de Cristo?
-A los niños pertenecientes al primer quintil de ingresos, al más vulnerable de la población. En esto vamos a seguir siendo porfiados, porque hoy a consecuencia de la Ley de Inclusión, el Estado no permite seleccionar y nos podrían acusar de estar discriminando hacia abajo. Eso es así, por nuestra vocación social y por donde estamos ubicados. Nosotros no esperamos que nos vengan a buscar. Salimos a buscar a los niños de las familias que más necesitan de nuestros servicios.
De acuerdo a la encuesta Casen 2015, el 60% de los niños y lactantes de 0 a 4 años no asiste a salas cuna y jardines infantiles. De ellos, casi 62 mil viven en pobreza de acuerdo a ingresos y también según la medición de pobreza multidimensional. Esos son los niños que le interesa atender a esta línea de acción del Hogar de Cristo. “Son hijos de madres adolescentes, que no trabajan ni estudian; hijos de padres migrantes, que a veces no hablan español”, enumera Claudia Fasani, quien hace notar que las familias de todo el espectro social en una gran encuesta sobre primera infancia declaran que no necesitan de salas cuna y jardines porque sus niños están mejor cuidados en casa. “Esto revela que no existe una valorización de la educación parvularia, lo que es un tremendo error. No se le da importancia a la socialización y al aprendizaje en esta etapa crucial de la vida, en que se desarrollan las bases cognitivas para el mañana. Y en las familias más vulnerables se agrega la desconfianza. La reflexión que hacen las madres es mejor lo tengo golpeando una olla con una cuchara en la casa donde yo lo vea, que en un lugar donde lo pueden tratar mal”.
-¿Qué justifica esta desconfianza?
-El agotamiento de estos tiempos, el agobio, la necesidad de sobrevivir a la dureza del día a día. Las madres no quieren que les exijan, que las juzguen. “A la horita que venís llegando, seguro que estuviste consumiendo. Tenís que traer tres rollos de papel confort al mes, venir a las reuniones de padres y apoderados y mantener a tu guagüita sin piojos” -enumera Claudia, revelando gráficamente el tipo de exigencias que no practican los establecimientos que ella supervisa, pero que muchos otros sí demandan. Agrega: -Nosotros tratamos de tener programas flexibles para la familia. Sin juicios ni prejuicios. Acogedores. Convertirnos en un espacio de contención, porque lo que las familias piden a gritos es ayuda, no exigencias.
-Cuando hablamos de las familias, ¿hablamos fundamentalmente de las mamás?
-Sí, porque nuestra sociedad ha dejado fuera el rol paterno, y luego nos quejamos del machismo. Todo es “las mamitas”, “las queridas mamitas”, dejando de entrada al margen a los papás. Nosotros tenemos una política de paternidad activa para no incurrir en errores como el de un consultorio donde no atienden a la guagua si la lleva el papá, menos si es joven. Eso es súper común.
-¿Cómo ha cambiado el paisaje de salas cuna y jardines infantiles con la masiva llegada de migrantes?
-Ahí de nuevo todo lo que está anotado en el papel son pamplinas. La realidad es muy potente y obliga a adaptarse. Nuestro jardín de Quilicura está lleno de niños haitianos y sus padres tienen una expectativas gigantescas en nosotros. Sienten que haciéndolo bien aquí, sus niños luego tendrán garantizada la entrada al mejor colegio de la comuna después. Ellos traen muy marcado el modelo educativo francés, que es muy orientado al contenido y preguntan cómo reforzar en sus niños lo aprendido en el día. Piden tareas y cómo hacer refuerzos en las tardes a sus niños en casa. Y nosotros tenemos que adaptarnos a esas demandas propias de la diversidad actual, de otras culturas. Es lo mismo que te contaba de la mamá boliviana, que nos enseñó a cargar de otra manera a su guagüita, a irla desprendiendo del aguayo de a poco. O lo que pasa con los niños de origen mapuche en la Araucanía. Nuestros equipos están obligados a mirar lo que es y hace la familia de cada niño. Y acogemos, no enjuiciamos, respetamos a la familia. No sentimos que somos las que sabemos.
Los establecimientos de educación inicial del Hogar de Cristo tienen porcentajes de matrícula y de asistencia muy por sobre el promedio de los de la JUNJI. Y esto se explica probablemente en el método, ese que combina las ideas y espiritualidad del padre Hurtado, la filosofía de María Montessori y la doctrina de derechos del niño de la UNICEF, así como en la calidad del servicio que ofrece: “Lo crucial en esto, tanto para las familias como para los niños, es que lo que se haga en la sala cuna y en el jardín sea de un alto estándar de calidad. De lo contrario, puede ser un retroceso. Entre 30 guaguas hacinadas en una sala cuna y una con su abuela en la casa, será siempre mejor la abuela”, concluye Claudia Fasani, insistiendo en su invitación a que todos los interesados asistan al seminario “Convertir Espejos en Ventanas”, donde expondrán tres especialistas de alto nivel: Marcela Pardo, Investigadora del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile; Luis Valenzuela, Arquitecto y Magíster en Arquitectura de la Universidad Católica de Chile; y Ernesto Treviño, Director del Centro de Inteligencia Territorial y académico de la Facultad de Diseño de la Universidad Adolfo Ibáñez.
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