Aunque suene político, el ideal es que no hubiera este tipo de dispositivos, pero existen 157 mil niños, niñas y jóvenes, según el Ministerio de Educación, que están fuera del sistema escolar. ¿Cómo se les devuelve su derecho a educarse y tener más y mejores oportunidades? Jaime Portales entrega respuestas.
Por Ximena Torres Cautivo
29 Septiembre 2019 a las 21:51
-El desafío de reducir al mínimo la desescolarización en Chile requiere de una solución territorial. ¿Qué significa eso? Que dependiendo del número de niños y jóvenes excluidos en una comuna o suma de comunas, se debe determinar la creación de una escuela o de varias aulas de reingreso en establecimientos regulares que tengan una mirada inclusiva, así como de programas socioeducativos. Todo va en directa proporción a la necesidad.
Quien habla es el sicólogo Jaime Portales (42), encargado de estudios de fundación Súmate. Conversamos con él en la víspera del seminario “Nueva educación pública y sus desafíos en torno a la exclusión escolar”, organizado por el Senado, Unicef y Hogar de Cristo, donde se enfrentaron posturas respecto de cómo abordar el tema del reingreso. Todo, eso sí, a partir de tres consensos centrales sobre los que no existe discrepancia: no referirse más a “los desertores escolares”, porque no hay en los niños y jóvenes excluidos una voluntad individual de dejar el sistema; la importancia de la prevención; y un enfoque de derechos para tratar esta problemática, que deja sin educación en Chile al menos a 175 mil niños, niñas y jóvenes, según cifras oficiales.
A propósito de esto, en el seminario, el subsecretario de Educación, Raúl Figueroa, dijo: “Sabemos que el 58% de las personas que son atendidas en el régimen de educación adulta tiene entre 12 y 21 años. Crear una modalidad de reingreso es importante para dar efectivas oportunidades a este grupo etario que merece un tratamiento diferente al régimen de educación de adultos”. La modalidad de reingreso, que por estos días, está en evaluación por el Consejo Nacional de Educación, evitaría que cada año las escuelas de reingreso deban “mendigar” recursos para poder funcionar y exista un lugar especializado para abordar la reinserción de ese 1% que logra recuperar su derecho a la educación hoy.
Jaime Portales tiene un PhD en educación de la Universidad de Texas y antes de entrar a Súmate trabajó en el área de estudios del ministerio de Educación como experto en políticas públicas educativas. Junto a la directora de las escuela Súmate, Liliana Cortés, y a Hans Peters, también analista de la fundación, publicó en la revista Saberes Educativos de la Universidad de Chile un artículo que resume claramente el tema. “Desescolarización, exclusión educativa y el desafío del reingreso escolar en Chile” es su título y parte abordando la polémica que se suscitó a comienzos de este año respecto de cuántos son realmente los niños y jóvenes privados del derecho a la educación en Chile.
Reproducimos la cita, porque es clara como el agua: “En Chile existen distintas formas de medir la exclusión educativa y no hay un consenso respecto al indicador a utilizar para su estimación, siendo los tres principales la incidencia y prevalencia de la ‘deserción’ y la tasa de ´abandono´. Si consideramos como indicador la prevalencia de la ´deserción´ de estudiantes entre los 6 y 21 años de edad, la encuesta Casen del año 2017 la calcula en 3,6%, lo que corresponde a 138.572 personas. Sin embargo, si se utilizan las bases administrativas del Ministerio de Educación para el mismo indicador y tramo etario, la cifra sube a 5,9%, es decir, 222.261 estudiantes. Esta cifra considera a niños, niñas y jóvenes de entre 6 y 21 años de edad que han abandonado establecimientos regulares de educación básica y media”.
-¿Cuál es la tasa de abandono en los países desarrollados?
-De alrededor de un 2%, lo que no implica no hacerse cargo. Incluso el más desarrollado de los países debe tener una oferta educativa de reingreso.
-¿Es importante contar con sistemas de alerta temprana, como el que anunció el gobierno el 17 de septiembre pasado?
-Es parte de la estrategia para evitar el abandono. Pero debe complementarse con programas para los que no lograron ser retenidos y se encuentran fuera del sistema. Un sistema de alerta es parte de una solución específica para un problema específico, el potencial abandono, pero no es suficiente ni basta por sí sola. Para los que están fuera, porque no lograron ser retenidos, se requieren sistemas de reinserción y eso son las aulas y/o las escuelas de reingreso, en proporción a las necesidades que haya en los territorios.
-Aulas y escuelas de reingreso, además de programas socioeducativos es lo que ofrece Súmate. ¿En qué consisten estos últimos?
-Los programas socioeducativos son un puente entre la calle y la escuela. Permiten integrar a los chicos que están pateando piedras en las esquinas a una educación no formal tendiendo un puente hacia la educación formal y luego, cuando terminan cuarto medio, tendiendo otro puente entre la escuela regular o de reingreso a la educación superior, ya sea técnico profesional o universitaria. Como ves, ni estos programas, ni las aulas, ni la escuelas son por sí solas una solución a la exclusión escolar, se requiere de todas para dar una solución integral a los excluidos del sistema.
-Los excluidos del sistema, ¿son mayoritariamente pobres?
-De acuerdo a la CASEN, en su versión 2017, en Chile el 68,4% de los niños y jóvenes de 6 a 21 años, que se encuentran fuera del sistema escolar, viven en situación de pobreza por ingresos y/o multidimensional, lo que demuestra la alta vinculación entre ambos fenómenos. En los estratos altos, el tema de “la manzana podrida”, como se suele catalogar al que no calza, al que repite y fracasa, es un problema importante, pero las personas tiene redes, recursos y si a un chico lo expulsan de un colegio, se va a otro y ya. De alguna manera, se las arregla. Entre los pobres, esas soluciones no existen. ¿Qué hace una abuela con poca educación que cría sola a su nieto, o una madre de familia que tiene 5 hijos, además del expulsado, o a quién recurren tantos niños que viven en un entorno carente de cualquier oportunidad, donde campean la violencia intrafamiliar, un clima ambiente agresivo, consumo problemático de alcohol y drogas…? La exclusión escolar no es exclusiva de la pobreza, pero se hace mucho más compleja en pobreza.
NO HABLEMOS DE MANZANAS PODRIDAS
El experto comenta que estamos viviendo una etapa de transformación de la educación pública y que, de acuerdo a la Ley 21.040, el Estado debe hacerse cargo de los desescolarizados, tarea que es responsabilidad de los sistemas locales de educación. “La pregunta es cómo la política pública va a hacerse cargo de eso que dice la ley de manera muy general”, sostiene, dando cuenta de que todo lo existente es una suerte de piloto. “Las escuelas de reingreso no son reconocidas como tales, pese a que cumplen esa función y como te dije no son más de 15 a nivel nacional. Están las de adultos, que acogen a jóvenes desescolarizados. Todas intentan recuperar a adolescentes con gran rezago escolar, integrarlos, nivelarlos en conocimiento, pero lo fundamental, y es lo que hace Súmate, radica en reparar el daño de la exclusión. Por eso nosotros afirmamos que la oferta educativa para el perfil de niños y jóvenes con los que se trabaja debe que ser distinta a la de una escuela regular.
-En lo estrictamente académico, ¿aprenden lo mismo o se les pide un poco menos, algo más básico? ¿Cuáles son las diferencias entre una escuela regular y una de reingreso?
-Como te dije, las escuelas de reingreso tienen un fuerte componente reparatorio, tanto de la experiencia de fracaso escolar que acarrean los niños y jóvenes como de otros daños añadidos. Se hace un trabajo socioemocional fuerte, se desarrollan las habilidades interpersonales y los hábitos. Se le da protagonismo a la persona del estudiante. La organización escolar es más flexible, menos exigente en los horarios. En términos de los objetivos de aprendizaje, son los mismos, pero la manera en que se va a trabajar para conseguirlos es distinta.
-¿Cómo es un profe que trabaja con chicos con profundo rezago y que están buscando volver a estudiar?
-Tiene que tener especialización para poder relacionarse con alumnos con experiencias complejas de vida. Requiere recursos socioemocionales e interpersonales más desarrollados que los de cualquier profesor y ser capaz de trabajar de manera multidisciplinaria, con psicólogo, trabajadores sociales, abogados.
-¿Qué debemos esperar para que esos 157 mil niños, niñas y jóvenes que están fuera del sistema según el Ministerio de Educación logren recuperar su derecho a la educación?
-Lo más importante en el mediano plazo es que la ley reconozca a las escuelas y aulas de reingreso como una modalidad especial, esto quiere decir que les entregue aportes basales y presupuesto propio y estable. A largo plazo, el gran desafío es construir un sistema territorial articulado y efectivo para devolver a la educación a los que están fuera. También es relevante la alerta temprana, la prevención, porque la exclusión escolar no parte con el abandono, sino mucho antes, con la asistencia intermitente, la repitencia… La discusión sobre escuelas de reingreso o aulas de reingreso esta, como ya dije, sujeta a la necesidad en los territorios.
Si te importa que estos 157 mil niños. niñas y jóvenes recuperen su derecho a la educación firma en #escuelasdereingresoahora aquí: http://www.escuelasdereingresoahora.cl/