Uldina y Pascual se vieron y reconocieron
Hubo tres encuentros en el marco de esta preciosa actividad intergeneracional entre los adultos mayores que participan de programas domiciliarios del Hogar de Cristo y los alumnos de cuarto básico del Colegio Puerto Varas. Acá un niño que sueña con ser navegante y golfista y una ex tejedora de redes de pesca contaron cómo nació su amistad epistolar, pese a lo distintos que son.
Por Ximena Torres Cautivo
25 Noviembre 2024 a las 15:58
Uldina Navarro y Pascual Reyes entraron al salón y con sólo mirarse desde lejos, se reconocieron. Ella supo de inmediato que ese niño rubio, de ojos verdosos, que este 4 de diciembre cumplirá 10 años, era el chico con el que había intercambiado sencillas cartas este 2024. Él también la ubicó de inmediato; esa señora “buena onda” era su amiga por escrito.
–Me la imaginaba tal cual. Simpática como es. Me trajo un paquete de regalo con mis chocolates favoritos, los Ferrero Rocher, que son los mejores del mundo. ¿Cómo sabía ese dato? Y la bolsa en que venían era de un papel con veleros, quizás porque yo le había contado que me gusta navegar –dice, encantado y encantador el pequeño Pascual, mostrando su bolsa con chocolates y veleros.
Uldina, por su parte, afirma:
–Es un niño amoroso, con gran personalidad. Lo vi al entrar y supe que él era mi amigo –comenta esta mujer de 63 años, que participa del Programa de Atención Domiciliario para personas Mayores que tiene el Hogar de Cristo en Puerto Varas.
Hoy, en la sede de la fundación, han tomado desayuno varias de las señoras y algunos de los señores –siempre los hombres son menos– con los estudiantes de tres cuartos básico del Colegio Puerto Varas. La mayoría son parejas que se habían enviado mensajes por escrito este año. Con lápiz y papel. A la antigua. En una actividad que ideó en 2015 el Hogar de Cristo, que han hecho en tres ocasiones se llama “Amor por Correspondencia”.
Sobre la gran mesa hay galletas, queques, torta, bebidas. Y la convivencia intergeneracional está que arde. Los alumnos tienen entre 8 y 9 años y sus nuevos amigos, en muchos casos, superan los 80. Pero no hay baches ni momentos incómodos. La experiencia del encuentro en persona ha sido todo un éxito. No es primera vez que se hace, pero la pandemia la interrumpió. Este 2024, se retomó con 45 adultos mayores del total de 60 que participan en las sedes de Puerto Varas y Puerto Montt. Hubo tres encuentros y nosotros asistimos al primero.
El Colegio Puerto Varas lleva 20 años en la ciudad y nació por iniciativa de matrimonios jóvenes de profesionales que habían llegado a la zona a trabajar y requerían un establecimiento con educación de calidad, principios católicos y buen nivel de inglés. A poco andar, se acercaron a colaborar con las actividades del Hogar de Cristo en esta encantadora ciudad a la orilla del lago Llanquihue y con vista frontal al perfecto volcán Osorno.
Ahora mismo conversamos sentados bajo el alero de la entrada a la oficina, donde hay una cómoda banca hecha por voluntarios del Colegio.
A Pascual lo que más le impresiona de las historias que ha intercambiado con Uldina es que ella haya tenido siete hermanos. “Yo le explicaba que antes las familias eran así: grandotas. Pero a él eso le llama mucho la atención”.
La singular pareja de amigos tiene realidades muy distintas. No sólo en lo generacional.
La trabajadora social Roxana Barrientos profundiza en este aspecto.
–“Amor por Correspondencia” genera no sólo la magia del encuentro entre niños y personas mayores, lo intergeneracional, sino que junta realidades sociales, familiares, económicas, muy distintas. Une mundos. “Amor por Correspondencia” los vincula, los acerca y, en ocasiones, genera lazos más permanentes entre los niños, sus familias y el adulto mayor con el que se escribieron, como ha sucedido en alguna oportunidad. Es realmente muy bonito –concluye quien lleva los últimos 13 de sus 27 años de trabajo en el Hogar de Cristo dedicada al trabajo con adultos mayores. Como jefa de los PADAM de Puerto Varas y Puerto Montt.
Uldina, por su parte, quien es nacida y criada en el cercano pueblo de Nueva Braunau, trabajó durante años tejiendo redes para pescar. “Son de un material tosco, duro, que daña las manos. Yo ahora tengo artritis, problemas en las vértebras de la columna. Por eso me jubilé, pero con los retiros se me acabó la pensión. Y me faltan dos años para tener derecho a la Pensión Garantizada Universal. Ahora me las estoy arreglando como puedo”.
Madre de 5 hijos, 4 hombres y una mujer, es separada desde hace 23 años. “La edad de mi única hija, la menor. Mi matrimonio no resultó y aquí estamos… Bueno, mi hija terminó su carrera de administración de empresas y se fue a vivir sola. Arrendó un departamentito. Yo la entiendo y, aunque nos vemos a diario, la extraño”.
Pascual tiene sólo una hermana mayor, Julieta, de 11 años. Y también tiene claro qué quiere ser cuando sea grande. “Voy a ser golfista y velerista profesional. Ahora tengo clases de navegación en Optimist y admiro a mi tío Francesco Gurneri, que es golfista. Me imagino yendo a campeonatos mundiales de las dos cosas”, dice, y hace notar que tiene buenas notas y que su mejor promedio es el de Educación Física.
Uldina lo mira. Encuentra admirable su claridad de propósitos. Y expone los suyos. Tan distintos, tan distantes, pero tan cálidamente compartidos.
–Mi vida es tejer. A palillos, a crochet y a telar. Tengo un telar pequeño. Estoy llena de tejidos para niños. Para niños de hasta 10 años más o menos. Eso es lo que me gusta hacer. Hace unas semanas nos autorizaron a instalarnos con nuestros tejidos en una feria artesanal en la plaza. Vendí 60 mil pesos en un día.
Pero ahora todos los cupos en las ferias navideñas están llenos y le preocupa no tener dónde ofrecer sus creaciones. “Me dicen que use las redes sociales, pero no me manejo en eso”, se lamenta.
Positiva pese a todo, dice que sus hijos la apoyan. “Con una cuenta de luz, con mis medicamentos, pero uno no puede estar molestándolos. Ellos tienen sus vidas, sus familias, sus responsabilidades”.
Uldina valora mucho estar en el programa para mayores del Hogar de Cristo. “Aquí nos juntamos. Salimos de nuestro hábitat. Eso nos sirve mucho, nos ayuda, nos tira para arriba”.
–¿Cómo es tu hábitat? ¿Cómo vives, Uldina?
–Bien, yo encuentro que mi casa es muy bonita. Trabajé con una señora que me enseñó que con poco se puede hacer mucho. Si no hay flores frescas, siempre están las secas y los arreglos secos son preciosos. Tengo un pequeño jardín. Y están mis tejidos. Dentro de todo, estoy bien.
María Luisa Uribe tiene 70 y es de Puerto Montt, lo mismo que Margarita Tenorio, de 84 años. Ambas son participantes del PADAM de la capital de la región de Los Lagos, pero se cartearon con niños del Colegio Puerto Varas. Ninguna de las dos representa la edad que tiene y eso se lo hicieron ver sus respectivos corresponsales, que las hallaron “tan jóvenes”, sobre todo a Margarita
“Será porque somos vitales. No nos quedamos encerradas en nuestras casas. Eso enferma y atonta. Ambas somos participantes del PADAM, pero también voluntarias del Hogar de Cristo. Donde nos pidan, vamos. Y además somos parte de la directiva del Club de Rehabilitados Alcohólicos. Ninguna de las dos tuvo problemas con el trago; llegamos ahí por nuestros hijos o familiares. Nosotras nos mantenemos activas. Cuando uno es así, la vejez pasa por el lado”, sentencia la muy bien conservada y vital Margarita Tenorio.