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“Las Gratitudes” de Delphine De Vigan:

Para entender la afasia y aprender de la vida

Varios críticos y miles de lectores consideran que esta breve novela de la escritora francesa Delphine De Vigan es de las mejores del año 2024. Con apenas 167 páginas, se lee de un tirón y puede ser de gran ayuda para quienes cuidan a adultos mayores con secuelas de un accidente vascular que les ha dañado el lenguaje. Verdaderamente recomendable.

Por Ximena Torres Cautivo

15 Septiembre 2024 a las 14:00

. Con la belleza de lo simple, la novelista y guionista francesa Delphine De Vigan (58) habla en “Las Gratitudes” de una terrible pérdida con conocimiento de causa: la afasia

La breve novela se relaciona –así lo ha contado ella misma en varias entrevistas– con el recuerdo de su tía Monique, quien murió a los 99 años en una residencia para adultos mayores. Delphine la visitaba a menudo como agradecimiento a las muchas veces que la tía Monique cuidó de ella y de su hermana cuando eran pequeñas.

La novela de Delphine de Vigan es notable al describir la angustia de perder el lenguaje y no encontrar las palabras para poder comunicarse.

En esas visitas, conoció un tema que se está volviendo más y más abordado en la literatura contemporánea: el envejecimiento. O la longevidad, según el cristal más o menos empañado con que lo queramos ver. Todos fuimos testigos de cómo en varios países de la Europa desarrollada, los viejos institucionalizados murieron como moscas durante los horribles días de la pandemia. Y ese destino, el quién cuidará a los mayores en una sociedad que envejece y no se reproduce (Chile en eso va a la vanguardia), se ha vuelto un recurrente tema literario en todo el mundo.

Este último año, he leído varias novelas que aluden a la tercera, cuarta y hasta quinta edad en estos tiempos en que las personas centenarias ya no son rarezas para el libro de Guinness. Recomiendo “Cien cuyes”, con la que el publicista peruano Gustavo Rodríguez ganó el Premio de Novela Alfaguara 2023; la desternillante y más antigua “El abuelo que saltó por la ventana y se salvó”, del sueco Jonas Jonason; y “Baumgartner”, de  Paul Auster, última novela, tan breve, tan fina, tan del que tiene la libertad de vivir su viudez en su casa de siempre con la conciencia clara de que esa será su última y solitaria morada.

En 176 páginas, Delphine De Vigar construye o deconstruye la vida de Michka, una mujer mayor, soltera, sin hijos, fotógrafa y editora de textos, a la que vemos transitar de la última etapa de una vida autónoma a la irrevocable existencia en lo que antes llamábamos un hogar de ancianos. Eso no sería nada, si además no la viéramos perder su mayor tesoro, su herramienta de trabajo, su placer, su identidad: el lenguaje. Afasia se llama el trastorno, cuya causa más común es un ACV, un tumor cerebral o un golpe en la cabeza.

A Michka se le empiezan a extraviar las palabras, las busca por todos lados y no las encuentra. Marie, su vecina, amiga e hija putativa, que además está embarazada, y Jérome, el técnico experto en rehabilitación del lenguaje (logopeda es la palabra para esa función; no la pierdas); y la propia Michka, que tiene pesadillas, van narrando el deterioro de la octogenaria mujer que lucha contra el olvido de las palabras.

ABREVIACIÓN = INCINERACIÓN

Inteligente, culta, reflexiva y graciosa sin pretenderlo, piensa cosas como “Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo”. Y habla un lenguaje cada vez más enrevesado, que Jérome intenta enderezar con asociaciones de ideas, completar refranes populares y otros juegos y trucos.

Michka, además, no tiene tiempo, porque está empeñada en llenar un agujero vacío en su biografía de niña judía con padres gaseados en Auschwitz y para eso pone un aviso en el diario todas las semanas. Con el tiempo en contra, su hablar es cada vez más confuso y, en eso, su creadora (y el traductor de su creadora) se luce. Esta es una conversación de Michka con Marie:

“—¿Cómo?

—Para mi falaral. Una abreviación…, unos canapés y se acabó. Como la señora Crespin, parece que estuvo muy bien la cosa.

—¿Quieres decir una incineración?

—Eso es. Pero que sean de sermón, los canapés, no de paté.

—¿De salmón? Bueno, vale, lo apunto, pero no corre prisa, supongo, no es algo inminente”.

“Falaral” es funeral. “Abreviación”, incineración. “Sermón”, salmón. Y es así todo el rato.

Pero su cabeza y sus reflexiones y sus preocupaciones ahí están. Más lúcidas y certeras que nunca.

Recomiendo la novela de Delphine De Vigan, especialmente a quienes cuidan a personas mayores, la lectura de “Gratitudes”, un libro –como dicen ahora– que no tiene desperdicio.

Si te interesa el bienestar de los adultos mayores en abandono y soledad, entra aquí.

 

 

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