“Mi hijo ha avanzado un ciento por ciento"
Jorgito asiste a un jardín infantil del Hogar de Cristo ubicado en Lo Espejo. Al parecer, tiene trastornos del espectro autista. Su madre lo sospechó por sus actitudes y en el consultorio se lo confirmaron, aunque falta la corroboración del neurólogo. Aunque el jardín no cuenta con especialistas en TEA, ella destaca el gran trabajo de las educadoras, quienes han sacado su potencial.
Por María Luisa Galán
21 Febrero 2023 a las 08:22
María Antonieta (40) es apoderada de Jorge, de 3 años. Hace un año que su hijo asiste a Sol Naciente y relata con orgullo los importantes avances que ha tenido dada su condición de TEA (trastornos del espectro autista).
Relata: “Él tiene TEA. Estamos esperando el diagnóstico del neurólogo, pero en el consultorio donde le hicieron todo dicen que tiene TEA. Lo que pasa es que el neurólogo es el único que puede dar el diagnóstico definitivo. Tiene sus momentos. Las tías le tienen una paciencia única. Cuando entró acá no las podía ver. Gritaba, se tiraba al suelo. Ahora es feliz con ellas. Él quiere venir al jardín. Antes no quería venir, ahora me lesea tempranito para que nos vengamos”.
Se dio cuenta que tenía TEA por sus acciones, su desarrollo. Subraya los gritos o cabezazos que comenzaban de la nada. Y, por la edad, halló que no hablaba bien. Pasó por varios especialistas, quienes les fueron dando luces de que podía ser TEA. En este sentido, está agradecida del jardín.
“No lo pescaban. Decían que había que darle tiempo. Pero yo decía que no era normal que fuera así. Una cosa es que le dé una rabieta, y otra cosa las actitudes que tenía él. Del jardín me ayudaron harto porque mandaron un informe al consultorio y ahí me agarraron un poquito más”, explica María Antonieta.
Agrega, sobre Jorge: “Tiene sus momentos. Las tías le tienen una paciencia única. Cuando entró acá no las podía ver. Gritaba, se tiraba al suelo. Ahora es feliz con ellas. Él quiere venir al jardín. Antes no quería venir, ahora me lesea tempranito para que nos vengamos”.
La evidencia muestra que los niños que asisten a sala cuna y jardín infantil tienen un mejor rendimiento en su trayectoria educativa. Además, la educación parvularia es crucial y determinante para la superación de la pobreza y desigualdad social. Está comprobado que en las familias donde hay mayores dificultes económicas, la asistencia a un jardín infantil trae mayores ventajas para el proceso de inserción laboral, en especial de las mujeres, que históricamente han sido las principales cuidadoras.
Por ello preocupa la disminución en la asistencia a la educación parvularia que se ha producido en este período de pandemia. Se estima que entre el 2019 y 2021, la baja fue de un 9% en niños matriculados a nivel de educación inicial en general. El problema para el primer ciclo es que la asistencia no es obligatoria, como sí lo es en los otros niveles. Aún hay muchas familias que no ven la importancia de que sus hijos asistan a una sala cuna o jardín infantil. La mayoría esgrime como razón que prefieren cuidar a sus niños en la casa o, aunque la cobertura es amplia, que no hay un establecimiento cercano con cupo.
Mabel Guzmán, directora de “Sol Naciente”, en su trayectoria laboral trabajando en educación parvularia, confirma: “El jardín infantil es un gran aporte porque mientras los niños asisten aquí a diario, las mamás tienen la oportunidad de poder buscar trabajo, trabajar, realizar alguna labor que les permita obtener algún ingreso. Y obviamente ellas lo hacen con mucha confianza porque sus niños están en un recinto que les entrega protección, educación, y ellas aprovechan ese horario para generar recursos y poder ir saliendo del círculo de la pobreza”.
María Antonieta, además de cuidar a Jorge, también es la encargada de cuidar a su abuela adulta mayor. Y, que su hijo asista al jardín, es una oportunidad. Dice: “Tengo bastante tiempo libre. Puedo cuidar mejor a mi abuela, hacer otras cosas, trámites, todo tranquila. Por ejemplo, si tengo que ir al consultorio, es un infierno ir con él porque sólo con ver una sala de médicos es un show. Entonces al tenerlo aquí puedo ir tranquila, con tiempo, no tengo que andar corriendo. Así que me ayuda bastante que esté acá porque tengo más tiempo para cuidar a mi abuela y todo”.
Con respecto al desarrollo de Jorge, sólo tiene elogios al trabajo hecho en el jardín, que no cuenta con profesionales especializados en temas de TEA, como fonoaudiólogos o terapeutas ocupacionales. Pero sí, tienen un equipo de educadoras y técnicos que lo apoyan para que saque todo su potencial.
María Antonieta, cuenta: “Ha avanzado 100%. Él reconoce los colores, los números, las letras. Cosa que yo creo que sí lo hubiera estando en la casa, pero le hubiera costado mucho más. Además acá está con muchos más niños, juega. Tiene más personalidad. Ya no grita tanto. Hasta tiene más tolerancia a la frustración porque por cualquier cosa no se le podía decir que no, y ahora le dicen que no, y es no. Yo rescato mucho que las tías le tienen mucha paciencia. Todas en general. A veces desde la puerta empieza con su show y las tías lo consuelan y se le pasa ligerito. Él se encariñó tanto con ellas”.
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