Main Donate Form

$ 0

80 años de Hogar de Cristo

1944: Una muerte y dos encuentros

Pocos saben que en 1944, antes de fundar Hogar de Cristo, Alberto Hurtado vivió hechos de tremendo impacto y dolor. Aquí contamos en detalle estos tres acontecimientos descritos en libro reciente de su biógrafo Jaime Castellón.

Por María Teresa Villafrade

17 Octubre 2024 a las 15:02

En la reciente biografía de San Alberto Hurtado: “A Dios desde los descartados”, del jesuita Jaime Castellón, nos sorprendieron tres hechos de profundo impacto que vivió Hurtado antes de convertirse en el activista social más importante del país fundando el Hogar de Cristo el 19 de octubre de 1944.

El primero de ellos ocurrió el viernes 8 de septiembre de ese año. A la edad de apenas 40 años, muere su único hermano Miguel Hurtado Cruchaga:

“Siempre frágil, sufrido, pero de muy buen corazón, era una persona muy querida para Alberto. Su partida fue una pena muy honda para él”, escribió Castellón.

Al día siguiente, en El Diario Ilustrado se publicó la noticia diciendo que Miguel había muerto “confortado con todos los auxilios religiosos” y que había sufrido “con entereza cristiana una dolencia al corazón que abrevió sus días”. Lo describieron como “amigo bondadoso, servicial, caritativo, preocupado siempre de los demás, tenía como ley de su vida servir a todos, y su mayor alegría era hacer un servicio y consolar un dolor. No conoció enemistades, pues, la bondad de su corazón no le permitía guardar rencor”.

Alberto (abajo) y su único hermano, Miguel.

El domingo 10, en la Iglesia de San Ignacio, se realizaron los funerales y sus restos fueron enterrados en el mausoleo de la familia en el Cementerio Católico.

Un antiguo amigo, Amador Aránguiz Cerda, revela las similitudes entre ambos hermanos: “Su sencillez única, lo hizo acreedor al cariño de los pobres que con respetuoso afecto lo llamaban don Miguelito y lo estimaban como a un padre. Con la sencillez con que vivió, así también murió. Desde el cielo, donde fue a unirse nuevamente con su madre, que era para él su permanente recuerdo, velará por los que aquí quedamos recordándole”.

  LAS BASES DEL HOGAR DE CRISTO

En ese mismo invierno de 1944, Alberto Hurtado había vivido lo que su biógrafo describe como “encuentros con Cristo sufriente que sentaron las bases del Hogar de Cristo”.

El primero y más desconocido fue con una mujer que había sido recogida por una caritativa familia. Esta historia se conoció recién en 1971, gracias a una carta enviada por Virginia Larraín de Irarrázaval al padre Álvaro Lavín, quien estaba recolectando material para iniciar el proceso de canonización de Alberto Hurtado.

Ese invierno de 1944, la joven Margot Irarrázaval Larraín vivía con su familia en una casa situada en Las Urbinas con Costanera. En este tiempo, el río Mapocho no estaba canalizado en ese sector y había matorrales, senderos, basuras y hoyos de donde se sacaba arena. Pasando por la calle, Margot escuchó unos gemidos y se acercó a ver de qué se trataba. Encontró a una mujer tirada en el suelo, tuberculosa, borracha, llena de vómitos y excrementos. Cerca de ahí había otros dos borrachos que querían abusar de ella. Entonces la joven la tomó, la llevó a su casa, la lavó y la instaló en una pieza que había en el jardín. Le dio alimento y la cubrió con una frazada. Supo que la mujer había escapado del hospital para tuberculosos que había en San José de Maipo.

Margot Irarrázaval Larraín. Foto: Geni

Su madre, Virginia Larraín, dijo:

“Me desesperé al encontrarme frente a una infeliz, apenas capaz de articular unas cuantas palabras, sucia hasta lo inservible, desgreñada y con olor a podredumbre imposible de aguantar. Mi primer impulso fue despechar a esta infeliz con una limosna […] Dominé mi repugnancia y comprendí que, como cristiana, no podía anular con mis actos las enseñanzas de Cristo y que no me quedaba sino recibir este regalo de Dios […] Desesperada, llamé de inmediato al padre Hurtado, para que me solucionara esta situación, el cual llegó a los pocos minutos […] Nunca olvidaré su actitud, que fue la más elocuente de las prédicas”.

Alberto se puso junto a la cabecera de la cama en la que habían acomodado a esta pobre y pasó largo rato, con el brazo bajo la almohada para estar más cerca de ella, hablándole de Dios y de su misericordia infinita. Él le sonreía, fraternal y afectuoso.

Margot se comunicó con el médico Titín Orrego, especialista en tuberculosis, quien admitió a la enferma en el hospital El Salvador. Ella misma la llevó en un taxi.

Hurtado la visitó, la bautizó y siguió yendo a verla en los días siguientes. A los cuatro días, la mujer murió de tuberculosis y sífilis avanzada.

En una conferencia que dictó posteriormente, él la recordó estremecido. “La mujercita que recogió la señora Virginia Larraín […] El hambre y la sed han perdido su espanto para nosotros”.

UN HOMBRE SIN TECHO

El segundo encuentro es el más difundido y ocurrió la noche del 18 de octubre de 1944. Desde el 16 hasta el 21 de octubre, Hurtada daba un retiro para señoras y jóvenes en la Casa del Apostolado Popular, ubicada en Lord Cochrane 104. En la noche del 18, fría y lluviosa, él iba llegando a la residencia jesuita y encontró a un hombre en mangas de camisa, entumecido, que le pidió una limosna para poder ir a pasar la noche a un albergue.

Al día siguiente, en el retiro predicó sobre la multiplicación de los panes y tocó el tema de la generosidad. Contó su encuentro con ese hombre y dijo que no era posible que los católicos no tuvieran ninguna solución que ofrecer a personas que padecían esas necesidades. De pronto calló y pidió excusas por su vehemencia. Dijo que no había pensado hablar de esto. De manera inesperada, la gente reaccionó dándole aportes en dinero y en bienes, para que hiciera una obra que pudiera aliviar esos dolores.

“Así nació el Hogar de Cristo. Le puso ese nombre y no Hogar para los Pobres, porque era a Cristo mismo a quien él veía en la persona de los sufrientes”, escribió Jaime Castellón.

Dos meses después, el 21 de diciembre, a las 18:30 horas, se bendijo la primera piedra de las construcciones en una calle que se llamaba Chorrillos y hoy lleva el nombre Padre Hurtado.

ADQUIERE EN TIENDA HOGAR DE CRISTO LA BIOGRAFÍA DE HURTADO

Cerrar
tienda