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A un año de Vivienda Primero:

“¿Qué administrador de edificio le pide a un residente que se bañe?”

Eso pregunta Tamara Elgueta, coordinadora del pionero programa Vivienda Primero, que entrega un hogar a personas en situación de calle y ejecuta el Hogar de Cristo. La joven trabajadora social expresa así su justa indignación frente a los prejuicios que todavía existen en torno a este grupo vulnerable.

Por María Teresa Villafrade

30 Marzo 2020 a las 11:35

El 19 de marzo recién pasado, se cumplió un año del primer ingreso de uno de los 32 actuales participantes del programa Vivienda Primero para Personas en Situación de Calle en la Región Metropolitana. Se trata de Mario Carreño, el primer habitante de la casa que después compartiría con otros dos hombres, Jorge Namoncura e Iván de la Rivera, que como él estuvieron muchos años viviendo en la más extrema de las vulnerabilidades, sin hogar, en albergues u hospederías y, peor aún, en la calle.

Tamara Elgueta (de pie al centro en la fotografía), trabajadora social del Hogar de Cristo, es la coordinadora del programa en el Hogar de Cristo desde que comenzó a implementarse en 2019 gracias al financiamiento del Ministerio de Desarrollo Social y del Ministerio de la Vivienda.

“Yo llevaba cuatro años en la jefatura de la hospedería para hombres en San Bernardo que atiende a 40 varones en situación de calle, entre 18 y 55 años aproximadamente, un trabajo que me encantaba, pero sabía que esa metodología no era el camino para superar la situación de calle. Es una intervención paliativa. Entonces cuando me hablaron del piloto de Vivienda Primero, pensé que era un cambio de paradigma gigantesco, del cual no podía restarme”, explica.

Se convenció por la evidencia internacional que avalaba un modelo que jamás imaginó nuestro país se abriría a instalar. “Me dije ´tengo que ser parte´ y con mucha tristeza dejé la hospedería que fue mi primera pega como trabajadora social en 2008, dentro del Programa Calle de Chile Solidario. Esa fue una de las primeras iniciativas políticas del Estado para visibilizar a las personas en situación de calle. Ya se había hecho el primer catastro el 2005 y a partir de 2007 se lanzó ese sistema de protección social”.

Su labor principal entonces era entregar apoyo sicosocial. A sus 36 años, Tamara tiene una amplia experiencia en personas vulnerables. Trabajó en la hospedería de Puente Alto y en el programa de protección para mujeres en riesgo por violencia de género en esa misma comuna. Ambos del Hogar de Cristo. “Fue un trabajo de cinco años tremendamente desgastador. Acogíamos a 20 mujeres y 40 niños, todos muy dañados y traumatizados por la violencia intrafamiliar. Ahí aprendí que un profesional agotado emocionalmente no rinde lo mismo ni es un aporte para el resto del equipo, por eso cambié de trabajo”.

Dice que se lo lloró todo cuando renunció a la fundación y alcanzó a estar un año fuera cuando la llamaron para asumir la jefatura de la hospedería para hombres en San Bernardo. “De haber sabido que me iba por un año nada más, no habría llorado tanto cuando me fui”, agrega, riendo.

UN MODELO A LA CHILENA

La revolucionaria metodología “Vivienda Primero”, que ella coordina, fue creada originalmente en Estados Unidos como Housing First y dado su éxito se fue expandiendo a otros países del primer mundo. A diferencia de todas las intervenciones sociales instaladas, en las que a medida que las personas en situación de calle demostraban “buena conducta” se les iban dando más beneficios, en este caso es al revés: se les da primero una vivienda digna y después van solucionando los problemas que los llevaron a estar en calle.

Este cambio de paradigma significó para Tamara y su equipo, formado por el sicólogo Jorge Camus y el terapeuta ocupacional Paulo Cuadra, desde conseguir y arrendar los inmuebles hasta comprar todos los enseres para habilitarlos. “Al principio tuvimos mucha dificultad para conseguir las viviendas, eso fue muy duro. Pero ahora contamos con un facilitador que es la Cámara Chilena de la Construcción, entonces desde finales del año pasado todos los departamentos se han logrado a través de este facilitador. Hay inmobiliarias que de verdad han estado muy comprometidas, saben las características de las viviendas que necesitamos, que tienen que ser con espacios iguales para todos”, explica.

En el camino han ido derribando muchos mitos como, por ejemplo, que las personas en situación de calle no son capaces de gestionar un hogar o que son desaseadas. “Estamos en distintas comunidades y solo hemos tenido dos dificultades: una queja por ruidos molestos y otra en que sentimos el impacto del prejuicio. En esa ocasión nos llamó la administradora del edificio para preguntarnos cómo trabajábamos la higiene y si los obligábamos a todos a bañarse. No sé qué administradora del país obliga a sus residentes a bañarse, ¿en qué reglamento está escrito eso? Lamentablemente en ese edificio se enteraron de que iban a llegar personas de calle y del Hogar de Cristo, hubo un prejuicio de inmediato antes del ingreso”.

Pese a estos dos incidentes, su balance a la fecha es muy positivo. “Pensábamos que iba a ser peor, pero la verdad es que no hemos tenido más dificultades que una persona común y corriente, lo de los ruidos molestos pasa en todas partes, ¿cuántas multas se cursan por este motivo entre personas que no son en situación de calle?”.

Con 18 participantes instalados en 2019 en 8 viviendas distintas en cuatro comunas de la región Metropolitana, Tamara dice que el modelo se adaptó “a la chilena”, porque en el extranjero se entregan viviendas unipersonales. “No existe el factor convivencia como en el caso de Chile y es relevante porque gran parte de las intervenciones nuestras tienen que ver con que ellos puedan lograr niveles de convivencia adecuados. Sin embargo, en el 90 por ciento de estas dificultades ninguno ha dicho que se quiere ir. Nadie me ha dicho que prefiere estar en la calle, cosa que a veces me pasaba en las hospederías, donde me decían que se sentían más seguros en sus rucos”.

Para el 2020 y pese a la pandemia del coronavirus, el programa creció a 32 participantes en 16 inmuebles listos y de aquí a fines de abril serán en total 36 participantes en 18 distintas viviendas. El equipo de Tamara también aumentó a un total de 6 profesionales y la gran novedad será que en Valparaíso y en la Metropolitana se entregarán viviendas unipersonales. “Así vamos a tener otro modelo para comparar y saber qué tan decisivo es para el éxito del modelo que la persona pueda vivir sola en una vivienda”.

APRENDIZAJE EN TIEMPOS DE PANDEMIA

En el reciente informe del Ministerio de Salud, se informó que la octava víctima del Covid-19 es un hombre de 44 años que vivió en situación de calle. Un hecho que hace relevar como nunca la importancia de este programa estatal en alianza con el mundo privado.

-¿Cómo ha sido la reacción de los participantes del Programa Vivienda Primero frente al coronavirus?

-Hemos tenido de todo: desde quienes lo han asumido responsablemente y se han mantenido en sus residencias hasta los que les ha costado más dejar sus rutinas diarias, como salir a vender, por ejemplo, ya que ellos generan así sus ingresos, o sencillamente salir a dar una vuelta, tomar el metro. Hemos hecho mucho trabajo de educación sobre el autocuidado, la higiene y que eviten los espacios públicos. Recién estamos terminando el proceso de vacunación contra la influenza, porque la mayoría de los participantes son mayores de 50 años, algunos son diabéticos, hipertensos, problemas cardiacos, es población de mucho riesgo.

De hecho una de las actividades diarias y comunes de ellos es ir al supermercado para abastecerse, entonces para evitar esto, este mes realizamos una compra centralizada de abarrotes para que puedan estar por lo menos un mes sin salir. Tenemos que evitar que se expongan. También es nuestro deber cuidarnos nosotros como equipo, tenemos que vernos menos. Entonces  vamos a ocupar mucho más los contactos por whatsapp o teléfono, y solo priorizar algunas gestiones médicas. Nosotros les decimos que el contacto físico va a ser menos pero siempre vamos a estar disponibles para ellos a través del teléfono. Estamos frente a algo que no discrimina, una enfermedad desconocida hasta ahora en el mundo: el Covid 19.

-¡Qué pasa con aquellos que están en tratamientos para superar adicciones?

-Desgraciadamente se están suspendiendo las horas de atención en los Centros de Salud Mental (Cosam), para los que tienen acompañamiento de salud mental, sólo se están autorizando las recetas y el retiro de medicamentos. Eso es complicado.

-¿Tienen miedo?

-Algunos sí, otros no tanto. Lo que sí me conmueve es que se recuerdan mucho de sus compañeros de calle que no están en viviendas seguras como ellos. Son personas muy empáticas y solidarias. Agradecen estar protegidos en un hogar en estos momentos e incluso dan consejos cada vez que pueden a sus amigos.

-¿Y cuál ha sido para ti el mayor aprendizaje en este año que llevas coordinando el programa?

-Ha sido un tiempo de mucho crecimiento. La verdad es que ellos me han enseñado a estar tranquila, me han demostrado que son capaces de gestionar una vivienda, que no son de riesgo. Me han enseñado que hay que tomarse las cosas con tranquilidad, con calma. Siento que todo ha resultado mucho mejor a lo esperado y tanto ellos como yo estamos súper agradecidos de esta oportunidad.

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