Acá, despedimos a un gran amigo
Amanecer el viernes 14 de mayo con la noticia de la muerte de José García fue impactante. Un infarto le arrebató la vida, pero hacía tiempo que no estaba bien. Su despedida fue realizada bajo estrictos protocolos sanitarios. Pero el virus no pudo evitar que sus seres queridos enviaran emotivos mensajes de despedida. Las redes sociales de Hogar de Cristo sirvieron como vehículo para expresar los sentimientos de pérdida y tristeza.
Por Matías Concha P.
21 Diciembre 2021 a las 18:19
José García (76) fue un hombre como el que describe Primo Levi, en su libro “Esto es un Hombre”: íntegro, sencillo, humano, servicial, humilde, firme y cariñoso. Él trataba a todos por igual. ¿Cómo, habiendo nacido en una familia acomodada, siendo hijo de un médico, habiendo estudiado arte y tenido evidente talento, llegó a vivir en una casa de acogida, a llegar a la adultez mayor sin tener nada material, a perder sus lazos y a terminar siendo un ilustre habitante de Chuchunco City? No importa, en realidad, sólo interesa que a todos nos puede pasar, que la vida en situación de calle o el llegar a la inopia total y a la pérdida de redes y contactos, la mayoría de las veces responde a un quiebre profundo y personal. A Pepe le pasó y lo asumió sin perder ni un ápice de dignidad.
En enero de 2018, cuando fue elegido para participar del encuentro que el Papa Francisco tuvo con los pobres en su visita a Chile, dijo: “Yo le hablaré en nombre de los descartables de Chile”. En esa ocasión sus amigos artistas lo vieron en los medios de comunicación y así se enteraron de que Pepe vivía en el Hogar de Cristo. Guillermo Núñez lo invitó a su parcela en Los Cañas, donde hubo baguettes, pebre y recuerdos. El Premio Nacional de Arte reflexionó: “Pepe me emociona. Era un bolchevique, un hombre seriamente comunista. Y hoy su sabiduría consiste en no tener más que su bastón. Eso me da envidia”.
Pepe era hijo de un médico español, estudió arte, comulgó con la Unidad Popular y, en 1974, salió al exilio. En París, formó parte de la brigada Pablo Neruda, con sus amigos José Balmes, Gracia Barrios y Guillermo Rodríguez, entre otros, que se dedicaban a denunciar las violaciones a los derechos humanos de la dictadura.
A los 29, contrajo matrimonio con Mireya. Luego de solicitar asilo político en Francia, vivió 8 años en París. Al cabo de unos años, terminó su relación y volvió a Chile. Ambos habían decidido no tener hijos. La caída del muro de Berlín lo transformó. Reconoció que, tras separarse de su mujer, encontró a Chile “cambiado; hasta la entonación de la gente al hablar era distinta”. Su papá murió pronto; su mamá vivió hasta los 100 años. “Yo era su regalón” decía.
En 2010, sufrió una fractura de pelvis que lo mantuvo hospitalizado siete meses. Al ser dado de alta y no contar con apoyo de familiares, viajó a Punta Arenas para vivir en la casa de amigos cercanos. Después de cinco años, regresó a Santiago. Su única opción fue la Casa de Acogida Josse van Der Rest, ubicada en Estación Central, donde viven hombres mayores de 50 años con larga experiencia de vida en calle. Si bien caminaba a un kilómetro por hora, la cabeza, el humor, el interés por el mundo y el país andaban a toda velocidad. “Hay hombres muy valiosos aquí, con historias potentes y oficios interesantes: mineros del carbón de Lota, por ejemplo, y otros sin oficio, pero de buen y bondadoso corazón. Aquí somos un racimo de viejos, con mucho de derrota, pero también de esperanza. En esta casa somos pura humanidad”, dijo para la guía Chuchunco City sobre sus compañeros de la hospedería, donde vivió los últimos 7 de sus 76 años.
Ahora entró a una nueva etapa, dejando a sus amigos del Hogar de Cristo desconsolados. Tanto la misa como el velatorio fueron realizados bajo estrictos protocolos sanitarios. Pero al virus le fue imposible evitar que quienes más lo conocieron y apreciaron enviaran sus palabras de despedida. Uno de sus cercanos, el empresario y coleccionista, Francisco Dittborn (67), fundador del Museo Taller, que exhibe casi un millar de antiguas herramientas de carpintería, lo recordó a través de Instagram. “Pepe escuchaba su radio y se informaba de las noticias del mundo y cuidaba a su gato. Todas las semanas llenaba el libro de asistencia de los participantes del taller Expreso. Deja un gran vacío, vamos a extrañarte”, le dijo, aludiendo a un taller de carpintería que funciona en la casa Josse y que es una opción para que sus habitantes generen recursos, reciclando viejas maderas para convertirlas en objetos decorativos o utilitarios. José lijaba y escofinaba tablas para financiar así sus dos cajetillas diarias de cigarrillos, porque era un fumador empedernido.
A través de Facebook, la voluntaria de Hogar de Cristo, Isidora Vicente, anotó: “Removiste los corazones de cada voluntario que tuvo la suerte de conversar y congeniar contigo. Qué profunda tristeza volver a la hospedería y no verte, José. Pero en cada libro de esa biblioteca, en cada gato de la Casa Josse y en tu amado rincón seguirás viviendo. Tremendo maestro y con un humor negro único”.
La periodista de televisión, María José Soto, recordó en Instagram haberlo entrevistado para la serie “Héroes”, donde Maite Zubia, creadora del taller Expreso, era la protagonista. Y como a todos le dejó una notable impresión: “Amable y gracioso. Ojalá que arriba tengan una nube linda para él”. En su cuenta de Instagram, la propia Maite escribió: “¡Al cielo, José! No hagas maletas ni te aperes de galletas, muletas, abrigos… nada más que tú, hombre inmenso, hombre que deja en su ejemplo un mundo más noble, con más sabor y ganas de dignidad y justicia. Te esperan miles de gubias, atriles y formones. Allá, tu creativa picardía no tendrá límites. Encontrarás una buena boina que avise tu paso. Dios eligió desbordar tu alma de genialidad y sabiduría. Te esperan todos nuestros amigos expreso en un precioso y luminoso taller de carpintería. Te lloramos sin consuelo los que quedamos, José. Te lloramos con la esperanza del encuentro infinito”.
Nunca mejor dicho, adiós querido José.