“La gente se siente abandonada por los sacerdotes”
Después de bendecir el humilde hogar de una madre que luchó con éxito por salir de las drogas, el jesuita Orlando Contreras, conocido como el padre Nano, reflexiona sobre la dura realidad que viven muchos, especialmente los más pobres. “La familia que fui a bendecir es de una pareja de lesbianas y, aunque muchos se escandalicen, salí confortado de allí cuando escuché a una de las hijas menores decir: antes solo éramos mi mamá y yo; ahora tengo hermanos y una abuelita”.
Por María Teresa Villafrade
12 Noviembre 2024 a las
15:32
Una visita muy especial realizó el capellán de Hogar de Cristo, Orlando Contreras, el padre Nano, a la modesta casa de Katherine Lavin (40), en Colina. Se conocen desde hace varios años cuando ella estaba rehabilitándose del grave problema que tenía por su adicción a las drogas en el Programa Terapéutico Residencial que la fundación tiene en Quilicura. Uno de los pocos que hay en Santiago para madres con sus hijos.
“Recuerdo que ella ya estaba por egresar de la residencia tras un año de permanencia, y tenía al pequeño Bastián en sus brazos y me preguntó si yo podía bautizarlo. Por supuesto que le dije que sí y así lo hicimos”, recuerda el padre Nano.
El pequeño Bastián, en brazos de su madre, es bautizado por el padre Nano en abril de 2022.
El 20 de abril de 2022, el menor de los cuatro hijos que tiene Katherine, con apenas un año, fue bautizado en la misma residencia. El sacerdote jesuita siguió en contacto con ella y ha sido testigo de sus enormes esfuerzos de superación.
Estuvo, por ejemplo, en el lanzamiento de su libro “Mi vivencia escondida en un mundo sin vida”, que ella empezó a escribir como una herramienta terapéutica. Allí repasa su historia de sanación, de aceptación de sí misma y lo que significó la llegada al mundo de Bastián.
Hace poco ella le pidió un favor muy especial: bendecir a su familia y a su carrito de trabajo.
Toda la familia posa feliz para la posteridad.
“¡Por supuesto que fui!”, agrega, recordando que ella superó cinco años de infierno con su problema de las drogas y casi tres, viviendo en situación de calle.
“HOY VINO DIOS A NUESTRA CASA”
Katherine vive en el terreno donde su madre tiene su casa. En el pequeño patio instaló una vivienda de emergencia que obtuvo gracias a la Fundación Vivienda, con enseres donados por Hogar de Cristo.
“No cupimos todos en el comedor por lo que instalamos la mesa en el antejardín de la casa. La abuela, Katherine, tres de sus hijos y su pareja con su hija, compartimos lo que yo llamo la Pastoral del Postre, una dinámica muy especial para leer el Evangelio entre todos. Ese día hacía un calor tremendo”, dice el padre Nano.
Para la mamá de Katherine, que le crió a dos de sus hijos cuando ella estaba perdida en el consumo de la pasta base, la visita del padre Nano fue motivo de gran felicidad. “Es como que Dios hubiera venido a nuestra casa”, señaló.
“Me conmovieron mucho sus palabras, porque evidentemente yo no soy Dios, pero sí entiendo que la gran mayoría de la gente, a nosotros los sacerdotes, nos siente muy lejanos y castigadores”.
Pero más emoción sintió al escuchar las palabras de la pequeña Florencia, hija de la pareja de Katherine:
“La familia que fui a bendecir tiene como base una pareja de lesbianas. Y aunque muchos se escandalicen, la verdad es que lo que vi, viví y escuché me dejo muy confortado y me conmovió mucho escuchar a una de las hijas menores decir: antes solo éramos mi mamá y yo, ahora tengo hermanos y una abuelita. Lo potente y conmovedor de esto fue ver su rostro y escuchar cómo la pequeña niña vive y percibe el tema que para otros escandaliza”.
IGLESIA EN TERRENO
Para el padre Nano, como capellán es fundamental mantenerse cercano a todas las personas que conoce a través de los programas sociales de Hogar de Cristo.
“En todos los documentos pastorales de la Iglesia nos están pidiendo mucho salir a terreno, que seamos una Iglesia en salida. Entiendo que este llamado es especialmente para nosotros los curas y para nuestros obispos. Me resulta muy vitalizador estar en línea con lo que nos pide la Iglesia insistentemente en sus documentos oficiales”, reflexiona.
Al pequeño Bastián lo bautizó cuando aún no cumplía un año y, sin embargo, al verlo de nuevo de inmediato se acercó y no se le despegó un minuto.
“Era como si me reconociera, se mantuvo al lado mío todo el rato”, cuenta contento.
El padre Nano también recibió la bendición.
El Programa Terapéutico Residencial de Quilicura, uno de los pocos que existe para mujeres con consumo de alcohol y otras drogas como Katherine donde pueden estar con sus hijos pequeños, fue el lugar donde el padre Nano conoció a la que hoy es toda una familia que lucha por salir adelante.
Toda la familia participa de la Pastoral del Postre, creación original del padre Nano.
“No solo bendije a todo el grupo familiar sino también el carrito de trabajo con el que ella sale todos los días a vender sus productos a la salida de un colegio. Fue realmente una visita que me dejo muy consolado y con deseos de seguir en esta misma línea junto al Hogar de Cristo”, concluye el capellán.