“Las personas en situación de calle tienen la misma dignidad y humanidad que cualquier otro”
El jefe de operación social territorial, Leonel Rodríguez, fue entrevistado por Timeline sobre la política Cero Ruco que se está implementando en esa ciudad. Leonel recalcó que el tema no solo debe abordarse desde desalojos: se requieren tareas intersectoriales y una inversión fuerte a largo plazo, porque son procesos de cambio que no son fáciles de llevar. A continuación un extracto de la entrevista.
Por Jonathan Mondaca, Timeline Antofagasta
17 Enero 2023 a las 20:23
El temor de enfermar o no tener las herramientas para rehabilitarse de sus adicciones, el prejuicio, la discriminación y sentirse como ciudadanos de segunda categoría son algunos de los principales miedos de las personas que viven en situación de calle.
El jefe de operación social territorial del Hogar de Cristo, Leonel Rodríguez, señaló al medio digital más leído de la región Timeline, que esto es lo que perciben durante su trabajo en terreno. Sostuvo que este grupo no debe vivir de las migajas del Estado y que la preocupación debe ser prevenir las condiciones que terminan con ellos en la vía pública.
“Para eso estamos convocados todos, se ha avanzado bastante, pero la complejidad hace que los pasos que damos sean un poco más lentos de lo que avanza el problema”, dijo el jefe de operación social.
En la región y a diferencia de otras zonas, los factores que inciden en este contexto son múltiples y no solo se reducen a la adicción al alcohol o las drogas. También se suman la precariedad económica y el proceso migratorio que vive el país.
Rodríguez señaló que son respetuosos de la normativa que prohíbe pernoctar en espacios públicos y que es fiscalizada a través de los desalojos que ejecuta el gobierno, sin embargo, explicó que la situación de calle no solo debe observarse como un tema de seguridad pública, porque el análisis completo indica que las soluciones son intersectoriales.
Sobre el trabajo del Hogar, Rodríguez detalló que cuentan con distintos programas sociales en la región: jardines infantiles, hospederías para personas en situación de calle, atención domiciliaria para adultos mayores y en Antofagasta existen hogares protegidos para personas con discapacidad mental y rutas sociales con voluntarios de la comunidad.
La obra a nivel nacional tiene diferentes fuentes de financiamiento y principalmente opera con la donación de personas particulares que denominan socios, el aporte de empresas y la posibilidad de trabajo colaborativo con el Estado que subvenciona algunos proyectos.
-¿Qué observan en el plan de erradicación de rucos que está trabajando el gobierno y que en Antofagasta se concentra en el borde costero?
-Lo primero es que como fundación respetamos la legislación y en ella aparece el no uso de los lugares públicos para pernoctar, en eso estamos todos de acuerdo. Lo que sí varía es mirar la situación de calle no como un problema únicamente de seguridad pública, también como un problema social que debe abordarse con diferentes estamentos del Estado, como Desarrollo Social, los ministerios del Trabajo y Vivienda.
El problema de base que tenemos es la carencia de viviendas para los sectores más vulnerables, el impacto del proceso migratorio en las comunas del norte que no fue prolijo y ahora tiene consecuencias colaterales.
A pesar de que en nuestra zona hay un alto nivel de empleo, son tareas más calificadas, es decir, para optar a ellas se necesita una mayor calificación y una serie de procesos por los estándares de la industria minera. Los sectores más vulnerables, al no tener estas herramientas, acceden a empleos precarios, informales que los afectan y llevan a tomar decisiones como vivir en situación de calle o en tomas.
Reconocen que estos planes tienen que realizarse porque la legislación lo exige, pero apuntan a que otros elementos quedan en deuda en esta mirada global de la situación.
Una de las regiones con más déficit habitacional es Antofagasta, es un tema que se arrastra hace décadas. El tema migratorio golpeó principalmente a las comunas del norte y está el factor del costo de vida, que con una industria minera predominante, impacta en el precio de la canasta básica o el acceso a servicios para los sectores más vulnerables. Y otro gran tema es el acceso a sistemas de protección social que no benefician a todos quienes fueron afectados por el estallido social, la pandemia y ahora con la inflación.
-¿Cuáles son los factores comunes que perciben en las personas en situación de calle en la región?
-Tenemos una alta población que no es oriunda de la zona de Antofagasta, principalmente son personas que vienen de otras regiones a cumplir un propósito que puede ser la búsqueda de trabajo y luego quedan en situación de calle. Hay muchas personas que son de otras nacionalidades y que están ocupando sectores para pernoctar viviendo un proceso migratorio bastante precario y esto ha sido porque como nación no hemos podido entregar lo necesario para que sea más digno. Me refiero a que migrar es un derecho humano y en ese sentido hemos sido poco prolijos para absorber la gran cantidad de personas que llega al país, lo que desencadena procesos de precariedad. Se ha avanzado mucho, el Estado tiene albergues en la región, pero desde mi punto de vista, es algo más reactivo que premeditado para contar con una buena política pública.
-Según toda la experiencia que acumulan gracias al trabajo en la calle, ¿cómo sería la manera integral de abordar el tema de los desalojos?
-La situación de calle es compleja y tiene que abordarse intersectorialmente, necesita una inversión fuerte y a largo plazo, porque son procesos de cambio e inclusión que no son tan fáciles de llevar. Hay que generar más plazas para el tratamiento del consumo problemático de alcohol y drogas, tener una política focalizada y culturalmente validada en las distintas zonas, porque la situación de calle en Antofagasta es un proceso distinto al que se vive en el sur del país.
-¿Qué diferencias notan?
-Lo más probable es que allá tengan personas con temas de alcoholismo o consumo de droga en situación de calle y en nuestra región actualmente tenemos distintos perfiles. Algunos son adictos, pero hay familias que, están en situación de calle por precariedad económica, por su situación migratoria, por una decisión propia de evitar el pago de arriendo para hacer más fértil sus ingresos mensuales. Son muchas situaciones donde la política de Estado tiene ser más focalizada y asertiva para abordar estos distintos motivos. Y finalmente creo que vemos mucha voluntad del Estado en avanzar porque se abren más puertas. Trabajo con personas en situación de calle desde el año 2010 y el avance es enorme, aunque falta más compromiso de la empresa privada y sensibilización de la población civil para entender que la calle no es una opción, han sido unas condicionantes de vida las que llevaron a estas personas a permanecer donde están y también sacar el mito de que ellos son sinónimo de delitos como una ecuación que ocurre siempre.
-¿Cómo enfrentan el hecho de que se asocie a personas de situación de calle con problemas de seguridad pública? ¿Cuánto afecta que algunos episodios estén vinculados a ellos?
-Hay una sensibilidad distinta con el tema de seguridad pública a nivel país, un tema que desde hace algunos años lo escuchamos como algo grave en la sociedad chilena. Sin embargo, la estadística afirma que ese aumento de delitos no siempre está asociado a factores de personas en situación de calle o la migración. Los datos duros no reflejan la percepción que tiene la comunidad, ahora, cuando existen delitos, claramente tienen que enfrentarse de acuerdo con la legislación. Pero esto no ocurre con la frecuencia ni la cantidad de delitos que por percepción se asocia a personas en situación de calle, es un mito, un prejuicio.
-¿Cuál es la cifra que manejan de personas en situación de calle?
-En mayo (del 2022) se actualizó el Registro Social de Hogares Calle por el Ministerio de Desarrollo Social y en esa oportunidad había 932 personas en la región, siendo la comuna de Antofagasta la preponderante con una cifra superior a las 700. Ese dato no está cruzado con un empadronamiento de las personas migrantes que están en situación de calle ni tampoco con los últimos datos de movimiento luego del incremento del costo de la vida en el último semestre.
-¿Qué pasa generalmente con las redes de apoyo a nivel familiar?
-Mencionaba que tenemos una alta cifra de personas que no son oriundas de la región y eso desfavorece los factores protectores de las personas en situación de calle para tener la posibilidad de un apoyo inmediato. Por otro lado, una de las principales razones que las lleva a estar en situación de calle es por el quiebre familiar o emocional con sus cercanos. No tienen lazos ni una relación constante con sus familiares para gestionar o apelar a esa red de protección en el momento de situaciones más complejas. Ese quiebre no solo produce la exclusión del círculo familiar, también del resto de los factores protectores.
-¿Cómo debiera ocurrir una relación armoniosa entre la comunidad y las personas en situación de calle?
-Son personas que tienen la misma dignidad y humanidad que cualquier otro. La comunidad no debe tener miedo de acercarse para lograr acuerdos con ellos y el Estado tiene que seguir trabajando para mejorar las políticas, que han avanzado en las últimas décadas, pero se necesitan mayores niveles de compromiso y de convicción para trabajar, más recursos e inversiones. Y además hay que convocarlos a todos, esto no es un problema solo del Estado, del gobierno de turno o de las instituciones que trabajan en el área, es un tema de sociedad del que tenemos que hacernos cargo todos y validar las buenas prácticas de algunos proyectos que son interesantes, como el vivienda primero que busca entregar viviendas para personas en situación de calle y una vez garantizado ese derecho, comienza un acompañamiento psicosocial. Estos son avances que se han piloteado en distintas regiones y esperamos que en algún momento todos estos dispositivos de atención puedan llegar a Antofagasta para implementarse.
-¿El Estado hace lo suficientemente para llegar a personas calle cuyos problemas no pasan por la pérdida del empleo o la vivienda, sino por el padecimiento de graves patologías mentales?
-La salud mental es un tema pendiente en el país y no solamente para las personas en situación de calle. Este último grupo no tiene acceso directo a una salud mental y por el hecho de estar en la calle evoluciona su patología psiquiátrica por la falta de tratamiento, estos casos son indudablemente de mayor complejidad y difíciles de abordar. Cuando hablaba de que el trabajo con las personas en situación de calle tiene que ser intersectorial, también hablamos de salud y salud mental. La deuda pendiente es lograr un sistema integrado de atención.
Los lugares de atención psiquiátrica son pocos en la región y en Chile versus la demanda, lo mismo pasa con los especialistas. Sumando y restando no están las condiciones adecuadas para solucionar esto de forma concreta o mitigar los efectos de esas patologías.
-¿Cuáles son los mayores temores de quienes viven en la calle?
-Reconocen que su condición en cuanto a su salud física es frágil, pueden perder la vida por un resfrío mal cuidado u otras enfermedades para las que no tienen acceso a tratamiento. Por otro lado, está el continuo consumo de alcohol o drogas, es algo que les preocupa y saben que para lograr una rehabilitación necesitan de lugares y especialistas adecuados. También, y creo que es lo principal, está el no ser reconocidos como ciudadanos, como personas que tienen la misma dignidad que cualquier otro. El temor al prejuicio, a la marginación es el gran tema, sentirse mirados como ciudadanos de segunda categoría y es ahí donde tenemos que trabajar para lograr políticas lo más humanamente implementadas para realzar la dignidad de ellos. No son chilenos que deben vivir de las migajas del Estado, tenemos que preocuparnos con mayor prevención para evitar la situación de calle en el país. Para eso estamos convocados todos, se ha avanzado bastante, pero la complejidad hace que los pasos que damos sean un poco más lentos de lo que avanza el problema.