“Es un fracaso que los chicos salgan de la escuela sin saber qué hacer”
Para el académico de la Universidad Alberto Hurtado y capellán de Fundación Súmate de Hogar de Cristo que los estudiantes salgan de la escuela con un proyecto de vida es tan urgente como saber leer. “Para mí, la educación fracasa si no es capaz de entregarles herramientas para tener un propósito de vida medianamente claro al terminar la escuela”, señala.
Por María Teresa Villafrade
24 Agosto 2021 a las 18:33
Cristóbal Madero (39), sacerdote jesuita desde hace 19 años, inició a fines de 2018 su labor como Capellán de la Fundación Súmate, de Hogar de Cristo, que trabaja por el reingreso escolar de miles de niños, niñas y jóvenes (NNJ) vulnerables que han sido excluidos del sistema educativo. Antes de la pandemia la cifra era de 186.000 NNJ a los que sumaron 40.000 en 2020 durante la pandemia.
“La labor de Súmate es crítica y relevante para el país. Si sólo nos dedicáramos a tener escuelas y programas socioeducativos haciendo un muy buen trabajo como ahora, igual nos quedaríamos cojos. Porque la brecha que existe es muy grande y por eso hacemos un trabajo de incidencia y de reflexionar sobre lo que hacemos. No somos los únicos pero la fundación ha sabido poner énfasis en algo tan crucial para Chile que hay que valorarlo y seguir esa senda. No por nada es una fundación de Hogar de Cristo, que también se dedica a incidir y estar en los territorios”, explica.
Súmate cuenta con cinco escuelas en las comunas de La Pintana, Maipú, La Granja, Renca y Lota, las que atienden a 600 alumnos con alto rezago escolar, repitencia y al menos dos años fuera del sistema escolar. Además, tiene programas socioeducativos, entrega asesorías y realiza estudios sobre la exclusión educativa.
-¿Qué es lo más urgente de solucionar en este importante problema de la exclusión escolar?
-Lo más urgente y algo en lo que Súmate quiere incidir en la política pública es que a nadie se le niegue el derecho a la educación. Si nosotros no logramos que los estudiantes que pasan por nuestras escuelas y programas socioeducativos armen un proyecto de vida, para mí es un fracaso grande cuando los chicos salen sin saber qué hacer. Si nosotros no somos capaces de ayudarles en eso, que ellos sean los protagonistas porque no queremos suplantar a nadie ni hacer esa pega por nadie, cada uno lo tiene que hacer. Nuestra labor es dar el soporte y la estructura para que ello sea posible, que salgan de la escuela con un propósito medianamente claro. El piso mínimo de urgencia es estar dentro de la escuela y el segundo piso es que ahí pasen cosas que valgan la pena para que ellos salgan con herramientas para construir su futuro.
Para el profesor y académico de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado, en el Departamento de Políticas Educativas y Desarrollo Escolar, la labor de la educación es apoyar la humanidad de las personas. “Alguno lo verá como menos urgente pero yo lo ven tan urgente como saber leer”, reafirma.
UNA PROMESA INCUMPLIDA
Hace poco, se creó el primer Observatorio por las Trayectorias Educativas, a instancias de Súmate y en la que participan cinco instituciones dedicadas a la educación y a la investigación. Su finalidad es atender los factores que llevan a la exclusión educativa y garantizar el derecho a la educación de todos los niños, niñas y jóvenes del país por igual, para que nadie se quede fuera del sistema escolar.
-Crees, tal como señaló el Ministro de Educación, Raúl Figueroa, que el valor de la educación no está tan instalado en las familias como se creía?
-Recuerdo que justo en torno al estallido social, el sociólogo Manuel Canales habló de la gran farsa al decir que la educación es un motor que te va a sacar de la pobreza, que te ayudará a ascender socialmente. Para la gran mayoría significa una promesa incumplida. Básicamente yo veo que esto se debe a que en nuestra estructura social, es tan fuerte el peso de las relaciones, de los pitutos, de las redes, que muchos que se han sacado la mugre estudiando y trabajando, quedan en el camino llenos de frustración. Son generaciones que lo vivieron en sí mismas y lo ven ahora en sus hijos. Ese juicio fue una de las variables que hizo explotar la olla a presión. Yo creo que la educación tiene un valor altísimo en promoción social, en creación de talentos y muchas cosas positivas más, pero cuesta mucho que esto ocurra dentro de un sistema tan clasista como el chileno. Eso motiva a la desconfianza pero no contra la educación sino contra el sistema en que se encuentra instalada. Es difícil decirle entonces a los chicos estudia, y esto no tiene que ver exclusivamente con la élite, porque la elite es muy pequeña sino que a nivel de todas las clases sociales tenemos incorporado el amiguismo, eso es lo que te ayuda a obtener un trabajo bueno, no que estudies mucho.
-¿Y el propio sistema educativo no es responsable también del desencanto?
-Un mensaje que transmitimos mucho en la fundación es que tiene que haber un cambio de paradigma muy profundo, y como todo paradigma incrustado cuesta muchísimo erradicarlo y moverlo siquiera un grado. Me refiero al paradigma de las trayectorias educativas reales versus las teóricas. Profesores, directores, el mundo académico también, nosotros que nos dedicamos a las políticas educativas tenemos mucha culpa de esto. Se dice que son 12 años de educación cuando en realidad hay repitencias y muchos no salen en los 12 años. Hay que cambiar el chip del paradigma. Nos falta creatividad e innovación, no se trata de dejar que el alumno repita 4 veces un curso, pero sí de que aprendan distinto y que sea en distintos momentos de su ciclo vital. Hay una sabiduría y una economía decir que todos aprender a leer a los 6 años, empezando en kínder, pero hay otras materias que da lo mismo en qué curso se aprende, si en primero, en cuarto o en quinto básico, o da lo mismo si lo aprende con sus compañeros de su misma edad o con otros de otras edades. Estamos demasiado apegados a lo acostumbrado, y más que una cosa técnica es algo de mentalidad en la que estamos atrapados. Y eso hace, como en muchas otras cosas, que los pobres sean los que pagan el pato. Los chiquillos que estudian en Súmate, es una bendición que estén con nosotros, pero hay un alto porcentaje que está fuera del sistema escolar. ¿Cómo hacemos para que más instituciones y el mismo Estado sea más abierto a mirar la realidad que se impone y ser más flexible atendiendo las trayectorias educativas reales?
CASTIGO A MÁS VULNERABLES
-Este año se aprobó la creación de la modalidad educativa de reingreso pero su presupuesto quedó entrampado en la Cámara de Diputados, ¿qué pasará si no se cambia la subvención por asistencia para estos NNJ?
-El problema de la subvención por asistencia no es un problema de Súmate sino del 80% del sistema escolar. Recuerdo cuando trabajaba en un colegio particular subvencionado en la población Los Nogales, y me tocaba verlo y no es ninguna novedad porque pasa en todos los colegios de sectores vulnerables que llega el invierno y las familias prefieren no mandar a sus hijos más chiquititos al colegio porque no quieren que se enfermen. Se interrumpe la educación, pero esto no pasa en los sectores acomodados ni en los liceos de excelencia que pueden seleccionar a sus alumnos. Sus familias tienen más recursos para enfrentar mejor las enfermedades producto del invierno. En invierno es cuando más baja la asistencia a los colegios y los más pobres son los más castigados porque van menos alumnos. Es absurdo, los colegios que tienen alumnos más vulnerables son los que más debieran recibir financiamiento y para ellos el financiamiento por asistencia no funciona. Yo llego a encontrar hasta inmoral que una de las cosas que está entrampando la discusión en la Cámara sea la más amplia: no vamos a dar subvención ni cambios para esta modalidad especial, vamos a hacer esperar nuevamente a los que pusimos de último en la fila por una discusión más general.
El profesor y jesuita Cristóbal Madero está convencido de que las personas y congresistas involucrados en la discusión “no dimensionan el problema en su real magnitud y eso es grave para avanzar en políticas públicas, que las personas no se imaginen lo que significa tener a tantos niños fuera del sistema escolar. ¿Cómo no va a ser prioritario para el Chile de hoy reincorporarlos y que exista para ellos una subvención especial? Cómo no estar de acuerdo en eso al menos?”.