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Doris Fels:

“El Papa Francisco es un hombre visionario y fue muy cariñoso conmigo”

A un año de la visita del Santo Padre a Chile, esta mujer, acogida en la Residencia de Adultos Mayores de Recoleta, rememora cómo vivió el encuentro con la máxima autoridad de la Iglesia Católica. “Le llevé a escondidas de regalo unas gallinitas tejidas con mis propias manos y a ellas, él también las acarició”.

Por María Teresa Villafrade

7 Enero 2019 a las 11:26

 

Doris Fels ha vivido 16 de sus 79 años como acogida del Hogar de Cristo, desde que perdió uno a uno a todos los miembros de su familia más cercana. Se desplaza en una silla de ruedas debido a una artritis reumatoide que agravó la poliomielitis que padece desde su niñez. “Cuando supe que podría conocer al Papa me emocioné mucho, porque soy católica. Quería contarle muchas cosas de mi vida, por ejemplo, que a los 5 años me dio polio y que después de pasar mucho tiempo en hospitales, me operaron en el Roberto del Río y pude caminar con muletas hasta mis 50 años. Una enfermedad reumatoide acabó confinándome a esta silla de ruedas, pero eso no ha sido lo peor que me ha pasado: mi tragedia comenzó cuando a mi hermano, que era quien me cuidaba, le dio un cáncer fulminante a sus 58 años y quedé sola en el mundo, yo quería morirme con él”, cuenta.

Esa trágica muerte le significó abandonar la linda casita que compartían en La Florida y vender el único bien que le quedó de su hermano: una camioneta. “Cuando el dinero se acabó, me vi en total desamparo. Nunca pude trabajar, estudié sólo hasta octavo básico y dependí de mi familia desde que era una niña”, relata. Fue así como su caso lo llevó una asistente social que logró encontrar para Doris la solución perfecta y desde hace 16 años vive como acogida en una residencia para adultos mayores del Hogar de Cristo.

“Estoy muy agradecida y contenta de estar aquí. Me cuidan mucho, tengo una pieza sola y muchas amigas afuera que me vienen a ver. Me dedico a tejer, especialmente ropa de guagua, tomadores de ollas y animalitos. Tengo buen carácter y mucha paciencia, trato de llevarme bien con todas las que viven aquí, aunque no siempre es fácil”.

FRANCISCO Y YO

En la residencia de Adulto Mayor de Recoleta donde ella vive, hay seis casas en las que habitan en total 83 acogidos, hombres y mujeres. La mayoría son personas que vivieron en situación de calle gran parte de sus vidas. No fue el caso de Doris, que siempre estuvo bien cuidada por su familia.

Ella fue una de las 29 personas de los distintos programas del Hogar de Cristo que tuvo la oportunidad de estar cerca del Papa Francisco durante la visita que el Santo Padre realizó al Santuario San Alberto Hurtado el 16 de enero de 2018.

-¿Qué sentiste al saber que podrías conocerlo en persona?

-Me emocioné muchísimo, porque soy católica y jamás en mi vida soñé con estar tan cerca de un Papa. Hasta el mismo día en que me llevaron, no lo creía posible. Pensé que lo iba a ver a la distancia, muy de lejos, y no que iba a estar a su lado como ocurrió.

Doris se arregla siempre cada mañana como si fuera a salir, así es que -con mayor razón- ese día no fue la excepción. Bien peinada y maquillada fue llevada al Santuario junto a los demás protagonistas de la jornada. En su silla de ruedas eléctrica, regalo de una amiga voluntaria, sentía que su corazón se iba acelerando a medida que se aproximaba el momento.

“El Papa Francisco me pareció un ser de muy buena llegada, me saludó con un beso y me acarició. Yo le había llevado de regalo a escondidas en mi silla, unas gallinitas que le había tejido con mucho amor. Entonces cuando me acarició, saqué las gallinitas y le dije que era mi regalo para él. También las acarició. Es un hombre visionario y fue muy cariñoso conmigo”.

Bien informada, asegura que si bien su visita a Chile se vio empañada, él se dio cuenta de todo y rectificó. “Para mí, conocerlo fue un momento inolvidable”, dice.

 

 

 

 

 

 

 

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