Un llamado masivo permitió reclutar a 24 enfermeras egresadas de la Universidad Católica quienes, a través de video llamadas, prestan servicios de atención médica voluntaria a adultos mayores vulnerables y personas en situación de calle.
Por Daniela Calderón
17 Abril 2020 a las
16:28
Como una forma de apoyar el normal funcionamiento de los distintos programas del Hogar de Cristo a lo largo del país, que por estos días se encuentran con reducción de personal, cuarentena preventiva y extensión de servidos en formato 24/7, la escuela de Enfermería de la Universidad Católica hizo un llamado masivo por correo electrónico a todas sus egresadas para invitarlas a participar como voluntarias de la institución.
Debido a las medidas de seguridad sanitara impuestas por el gobierno y la obligación de mantener distanciamiento físico y cuarentena, el voluntariado no se realizaría de la manera tradicional, sino que a través de video llamadas o conversaciones por WhatsApp, sistema que, a una semana de su implementación ha dado excelentes resultados.
Al llamado, que buscaba encontrar apoyo en asistencia médica para las residencias de adultos mayores y personas en situación de calle, respondieron 24 enfermeras egresadas, dispuestas a apoyar en todo lo que se necesitase.
Fernanda Vega es una de ellas. Tras trabajar 6 meses de forma voluntaria en el centro de atención primaria de una comunidad maya en Guatemala y dedicarse a enfrentar el brote del coronavirus en la Secretaria Regional Ministerial del Aeropuerto de Santiago, Fernanda decidió ofrecer sus conocimientos para apoyar a las personas que sufren de consumo problemático de alcohol y drogas.
“Me designaron al Programa Terapéutico Residencial San Francisco de La Pintana. Al principio mi apoyo era a través de video llamadas, pero después me pidieron ir al hogar de forma presencial porque la jefa del programa tenía muchas dudas sobre el coronavirus. Fue súper productivo porque pude ayudar con otras necesidades que tenían. Sobre todo con un paciente de 32 años que fue diagnosticado con diabetes y se había descompensado. Mi ayuda estuvo centrada en educar a los asistentes sobre los horarios de los medicamentos y la cantidad de comidas al día que debía recibir el usuario”, dice, satisfecha con el apoyo que entregó.
Tal como plantea Fernanda, la gran cantidad de información ha provocado que muchos de los usuarios, personas que han sufrido de consumo problemático, adultos mayores o personas en situación de calle tengan muchas dudas sobre cómo enfrentar la pandemia.
Carolina Cabrera, que trabaja en el Hospital Provincia Cordillera de Puente Alto y apoya voluntariamente a la Hospedería de Rancagua cuenta. “Yo me contacto con ellos por WhatsApp. Es la forma que más les acomoda. Hemos tenido una comunicación súper fluida, pero podría ser más. Me puse a disposición pensando que me iban a invadir en preguntas y no ha sido así. Estoy tan dispuesta que quiero que me llamen más”, comenta, ansiosa de poder ayudar. “Lo que más hemos hablado es sobre las dudas respecto a cómo debe ser el contacto físico con otras personas, a los síntomas para sospechar de contagio por Covid-19, o cuando se considera que alguien pertenece población de alto riesgo”.
En esto coincide Margarita Yuraszeck (24), que, tras el llamado de la Universidad Católica, fue designada como apoyo de la Hospedería para personas en situación de calle Padre Álvaro Lavín de Santiago. “Este voluntariado se ha convertido en un espacio para que la gente pueda hablar de lo que está sintiendo, de las dudas que tiene y que haya alguien que sepa un poco más que los pueda orientar. En mi asesoría tuve preguntas sobre el panorama que se podría venir en Chile después del Coronavirus, incluso hubo personas que confesaban estar deprimidos. Hubo harto reforzamiento de las medidas de prevención, como el lavado de manos y la importancia de que somos comunidad y que todo lo que yo haga afecta al resto. Este voluntariado no solo es atención médica, sino que se ha convertido en una espacio para acompañar a quienes más lo necesitan”.
Desde el otro lado del teléfono, Fernanda Vega concluye: “Es una satisfacción poder ayudar. Ojalá que la gente se motive y también ayude porque, le podemos cambiar la vida a esa persona”.
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