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Fernanda Soza:

"Alberto Hurtado: ni rojo, ni amarillo; un santo para hoy"

La abogada e investigadora chilena radicada en Boston desde hace 8 años, dirige la Chile-Massachusetts Alliance y acaba de publicar el segundo libro en inglés sobre el padre Hurtado: “Social Justice and the Sacred: Exploring the Though of Saint Alberto Hurtado”, que ya está a  la venta en Saint Joseph University Press y cuyo lanzamiento se hará este 12 de octubre. Aquí, rescata los atributos que reflejan su vigencia.

Por María Teresa Villafrade

14 Septiembre 2021 a las 14:36

En octubre de 2018, Fernanda Soza y el profesor Scott FitzGibbon traducen al inglés el manuscrito “Moral Social”, de Alberto Hurtado, publicado en forma póstuma a su muerte recién el año 2004 por la Universidad Católica, con la edición de Patricio Miranda. Trabajando hasta altas horas de la noche, durante los últimos años de su vida, Hurtado produjo el borrador de este libro, sin tener oportunidad de revisarlo ni corregirlo antes de su muerte en 1952.

La edición en inglés “Social Morality” fue la primera obra del fundador de Hogar de Cristo publicada en Estados Unidos y en habla inglesa.

Fernanda Soza, abogada de la Universidad Católica, casada, 4 hijos, exconcejal en Puerto Varas, cuenta que el proyecto de dar a conocer a Alberto Hurtado en el mundo anglosajón tuvo dos aristas: la publicación de ese primer libro en inglés, que fue financiada inicialmente por fondos de una beca otorgada por Andrónico Luksic para realizar proyectos entre Boston College y la UC, a la cual postuló el profesor FitzGibbon.

Lo segundo fue la conferencia que organizaron FitzGibbon y ella, para lo cual obtuvieron también la beca mayor del Instituto para las Artes Liberales de Boston College, donde ambos trabajaban: él como profesor y ella realizando un master en Derecho. Ello permitió cubrir  los principales costos de la conferencia, y, además, descendientes de Alberto Hurtado, como Pamela y Madeline Hurtado, hijas del empresario Alberto Hurtado Fuenzalida, y el empresario Mario Valdivia, donaron dinero para la publicación del libro Moral Social.

Como resultado de esa conferencia en Boston College nació el segundo libro: “Social Justice and the Sacred: Exploring the Though of Saint Alberto Hurtado”. Un jesuita estadounidense, John Gavin, se convirtió en el editor de esa obra, porque la introducción que escribió para “Social Morality” es uno de los ensayos más completos que se han escrito sobre el santo chileno.

Fernanda Soza señala: “En el cargo que estoy, porque trabajo en una organización sin fines de lucro llamada Chile-Massachusetts Alliance (Chilemass) lo que hacemos es crear un puente de conocimiento y tecnología entre Chile y Massachusetts. Y esto ayuda a tener una visión más amplia y a generar cambios basándonos en el conocimiento. En cierta forma, siento que eso era lo que Alberto Hurtado hacía. En el ensayo que escribí para este libro doy cuenta cómo él fue siempre un puente: entre la clase alta y la clase baja; entre distintos colores políticos; entre la antigua teología y la nueva cristología que se venía desarrollando en su época. Por eso me gustó mucho estudiarlo y mostrarlo así en Estados Unidos, donde nadie lo conoce, siendo un santo tan potente y actual en el mundo latinoamericano, es un completo desconocido en el mundo angloparlante, sencillamente ¡porque no había nada traducido!”.

“SE LO HA ESTUDIADO MUY POCO”

Ella quiso acabar con esta injusticia, escribiendo y estudiándolo en profundidad, hoy la abogada siente que recién está comenzando su tarea. “Incluso en Chile se lo ha estudiado muy poco. Estuve tres años leyendo intensamente a Alberto Hurtado y lo que más me impactó fue darme cuenta de su enorme faceta intelectual. Para la gran mayoría de los chilenos esta faceta es muy desconocida porque siempre se le ha dado más relevancia al activista social”.

Agrega: “Se tiene la caricatura del cura bueno que andaba recogiendo niños pobres bajo los puentes en su camioneta verde. Y uno ve, que la motivación y el gran poder de convencimiento que él tenía sobre la gente venía de una fuerza espiritual tremendamente potente. Era una espiritualidad arrolladora y no solo en Chile, el Papa lo recibió tres veces, Hurtado tenía una gran fuerza espiritual y una gran curiosidad intelectual”.

Relata que esa faceta la descubrió en Moral Social, un manuscrito escrito a máquina por Hurtado pero con muchísimas anotaciones hechas a mano por él. “Fue un visionario, ya en aquel entonces advertía sobre el tremendo problema que se le vendría encima a la Iglesia Católica si no cambiaba su forma de actuar. Cada vez serían menos los católicos, auguraba, tenemos que acercarnos más a la gente, acompañarla más, formarla más, insistía. Supo leer muy bien los signos de los tiempos”.

Explica que para el segundo libro se recopilaron los ensayos de aquella primera conferencia del 23 de octubre de 2018 –día de su canonización– en la que participaron estadounidenses, españoles, canadienses, argentinos y latinoamericanos, se escogieron aquellos que habían explorado facetas poco conocidas  de su pensamiento. “Alberto Hurtado fue el primer doctorado en Educación en Chile, y una historiadora canadiense de nacionalidad argentina, había explorado esa veta en su paper”, agrega.

Dedicado al Hogar de Cristo, el libro “Social Justice and the Sacred: Exploring the Though of Saint Alberto Hurtado” es de tapa dura y es el resultado de un año de trabajo que incluyó la restauración de fotografías antiguas. “Esperamos generar más estudios sobre Alberto Hurtado en Estados Unidos, que se desarrolle más conocimiento de su apasionante personalidad”.

-¿Cuál sería el mensaje que Alberto Hurtado daría al Chile de hoy?

-No tengo duda que él es un santo para hoy. En mi ensayo, que es una revisión histórica del Chile en el que vivió, concluyo que él supo ver, mucho antes que otros, los problemas sociales del país, los que no eran vistos por la clase más privilegiada. Pero Hurtado los daba a conocer sin juzgar, poniéndose en los zapatos del otro y tratando de acercar visiones. A él lo llamaron el curo rojo, los de izquierda lo encontraban amarillo. Fue capaz de recoger lo mejor de cada posición política. No era marxista, por ejemplo, pero sí le rescataba aspectos como su preocupación por los que más sufrían a causa de la pobreza. No caía en el antagonismo ni la pelea, escuchaba y sabía ponerse en el lugar del otro. Es un santo para el día de hoy. No denunció solamente las necesidades materiales sino también las espirituales. Cuando dejamos de escuchar al otro, caemos en el clima de polarización y de confrontación.

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