Alumnos de escuela de reingreso alimentan a su comunidad
Desde 2019, apoderados, estudiantes y profesores de la escuela de reingreso Nuevo Futuro de Súmate en Lota desarrollan un proyecto que tiene como eje principal un carrito de comida. En un principio, con el objetivo que fuera una herramienta de estudios, pero la pandemia lo convirtió en un medio para llevar comida a los vecinos más afectados por la pandemia. Es una clase viva de sensibilización social y emprendimiento.
Por María Luisa Galán
4 Diciembre 2020 a las 10:37
El 2019 egresó la primera generación de enseñanza media del colegio Nuevo Futuro de la fundación Súmate del Hogar de Cristo ubicado en Lota, en Biobío. Preocupados por el futuro laboral de los jóvenes, entre las miles de ocurrencias que tuvo el equipo docente, nació la idea de un foodtruck, la que fue postulada al fondo “Súmate a tu Impacto”, que otorga la misma institución, con el objetivo de que fuera una “experiencia didáctica para fomentar el área pedagógica y formativa”, cuenta la educadora diferencial, Patricia Uribe, Coordinadora del Área de Inclusión.
El mundo de la gastronomía ya era conocido para ellos. Dentro de la malla curricular, los estudiantes tienen talleres de cocina, donde adquieren, por ejemplo, los conocimientos necesarios para participar en los Encuentros Gastronómicos que cada año organiza la fundación con sus cinco colegios.
Se ganaron el fondo. Obtuvieron 2.5 millones para comprarse un carrito y aunque no era mucho dinero si se tiene en cuenta que el valor comercial de estos vehículos bordea los 4 millones de pesos, finalmente un emprendedor de Cañete les construyó uno. Con eso, tenían la carrocería, pero no el equipamiento. “Podíamos sacar las cosas del taller de gastronomía, pero no era la idea”, dice Patricia, quien agrega que durante el año han tenido también el apoyo de universidades para definir detalles como el concepto de marca.
En septiembre de este año, el Centro de Padres y Apoderados liderado por Érica Alarcón postuló al “Fondo Respuesta Comunitaria” que entrega una asociación de organizaciones de la sociedad civil. “Foodtruck Solidario al servicio de la comunidad”, fue el nombre con el que aplicaron y de nuevo el proyecto prendió, obteniendo nuevos recursos para poder adquirir lo que les faltaba: equipamiento y materia prima.
“Hemos estado con las profesoras haciendo las compras para las raciones que se entregan, pero lo principal y que fue lo que me gustó del proyecto es que pone el énfasis en ayudar a las familias que lo necesitan en este momento. Los alumnos han estado muy motivados en ayudar a los vecinos. Han aprendido mucho, a desenvolverse y ver las necesidades de otras personas”, contó al teléfono Érica, quien junto a los miembros del Centro de Padres han estado a cargo de hacer todos los trámites y papeleos para obtener los fondos y los permisos, entre otras tareas indispensables para el desarrollo de este proyecto.
“El proyecto nos invita a la asociatividad con el Centro de Padres y con la comunidad en general, como universidades, junta de vecinos, ex estudiantes, emprendedores, que es el foco del proyecto: lograr que la economía sea circular, que beneficie a otros emprendedores locales”, cuenta con entusiasmo Darinka Suazo, docente de ciencias y profesora jefe del colegio Nuevo Futuro, y parte del equipo coordinador del proyecto.
Actualmente, la iniciativa cuenta con la participación de seis estudiantes, más profesores y apoderados. Y si algo la distingue es que no excluye a nadie. Es el caso de la joven Catherine Monsalves, que participó en el último Encuentro Gastronómico Virtual con un pastel de papas. Está embarazada, casi de término, pero aun así sigue colaborando con la iniciativa. “No quisimos dejar de lado sus ganas de participar y el potencial que tiene. Buscamos cómo podía aportar desde la situación en la que se encuentra. Y ha sido un gran aporte porque ha estado pendiente de las redes sociales y de cubrir los momentos en los que estamos en la escuela, transmitiendo en vivo, mientras nosotros estamos haciendo las preparaciones. Ha participado de las capacitaciones, de todo”, dice Darinka.
El proyecto contempla que se entreguen 600 raciones en total para la comunidad escolar y la población El Roble de Lota. Utilizan dependencias de la escuela y del foodtruck para cocinar y armar los platos, siendo el carrito el protagonista porque desde ahí se entregan las raciones. Las primeras fueron para los estudiantes y sus familias, aprovechando de probar en qué cosas mejorar, como los tiempos de preparación, la calidad de los envases y las tareas de cada uno de los integrantes. Hace unos días se hizo una entrega a los vecinos de El Roble y quedan tres más para ellos durante diciembre.
Los platos son preparados bajo la supervisión de Synthia Conejeros, chef profesional que ha estado vinculada a la escuela desde hace años. Vive al otro lado del río Biobío, más allá de Concepción, pasado Hualqui, a 30 minutos de la ciudad penquista. A las 6 de la mañana toma el tren que la lleva a Lota. Se demora cerca de 3 horas para acompañar y guiar a los jóvenes y la comunidad educativa.
Gracias a su guía, hasta ahora las preparaciones consisten en charquicán con carne de posta rosa picada, arroz con verduras y pollo asado y porotos granados con ensalada a la chilena. Todos con fruta de postre. La última olla comunitaria será cerca de Navidad y, dicen las coordinadoras, será un menú especial para la fecha.
“Hay chicos a los que les gustaría seguir en el mundo de la gastronomía, como la misma Catherine; y otros que ven en el foodtruck una oportunidad de emprender. Han descubierto la posibilidad de seguir en los estudios superiores porque ven que un emprendimiento te abre un sinfín de oportunidades. Habías chicos que pensaban que la universidad era muy cara o que los gastos eran muy altos, pero ahora ven que pueden vender algo para cubrir esos gastos. El aporte en orientación vocacional no ha sido sólo en el área de la gastronomía, sino que se amplía en el área del emprendimiento, la ocupación. Tiene varias ramitas”, dice Darinka orgullosa del trabajo mancomunado que han logrado y del aporte que la escuela y su foodtruck hace a los jóvenes, sus familias y vecinos.
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