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Ana María González:

“Gracias al voluntariado, dejé de actuar por impulsos”

Lleva 24 años como voluntaria del Hogar de Cristo. Primero, en la sala de enfermos de la antigua hospedería. Hoy lo es en dos frentes: en el programa de atención domiciliaria para adultos mayores en Estación Central, donde vive, y en el Santuario Alberto Hurtado como “servidora”, recibiendo a los visitantes.

Por María Teresa Villafrade

30 Octubre 2024 a las 19:22

Ana María González Maldonado (66) inició su labor de voluntariado en Hogar de Cristo el año 2000, en la sala de enfermos de la antigua hospedería en que se atendía a las recién operadas personas en situación de calle que no tenían dónde recuperarse.

“Yo era dueña de casa y vivía en Puente Alto, bien lejos. Me tenía que dar el tremendo viaje para ir y volver. Incluso hice un curso de cuidado de enfermos para realizar mejor mi trabajo. Aprendí a hacer curaciones, les ayudaba a caminar nuevamente. Fue una hermosa labor”.

En la Feria de la Solidaridad (FESOL), Ana María estuvo apoyando el stand de los programas sociales que Hogar de Cristo tiene para los adultos mayores.

Después, cuando la sala de enfermos se cerró, pasó a la hospedería de mujeres y finalmente, se hizo voluntaria del Programa de Atención Domiciliaria (PADAM) de Hogar de Cristo en Estación Central.

“Me vine a vivir a esta comuna. Entonces, además de esa tarea, me hice miembro de las Servidoras del Padre Hurtado: somos las que recibimos a los peregrinos que vienen a visitar el Santuario, la tumba donde reposan sus restos. Es increíble cómo vienen a orarle, a pedirle ayuda. Hay mucha necesidad tanto espiritual como física”, explica. 

EL APRENDIZAJE ESTÁ EN LA CALLE

Ana María lleva ya 24 años de voluntariado, en los que reconoce ha aprendido muchísimo. Casada, cinco hijos y nueve nietos, se ha dado el tiempo incluso para ser dirigenta de la organización adultos mayores del municipio de Estación Central.

“En la calle es donde está el aprendizaje. Si te quedas encerrada en la casa, tu mundo se reduce a la nada misma. Me gusta participar activamente en mi comunidad. Además, gracias al voluntariado, he dejado de guiarme por mis impulsos”, dice.

-¿Cómo así?

-Antes, todo lo que hacía era llevada por mis impulsos, pero con estos años en Hogar de Cristo he adquirido muchos conocimientos. He aprendido una herramienta para salir de mis propios problemas. Gracias al voluntariado en la fundación entendí que solo insertos en la comunidad, en el vecindario, formando redes desde la base, podemos resolver muchas cosas. Yo conozco gente en todos lados, dentro y fuera del municipio.

Asegura que hubo un antes y un después en su vida desde la pandemia.

“Decidí cuidarme yo también. Por eso, reflexioné y me vine a vivir a Estación Central”.

Ana María, además de voluntaria, es una activa dirigente social a favor de la causa de las personas mayores en el municipio de Estación Central.

Ana María González se refiere al trabajo que realiza acompañando adultos mayores vulnerables.

“Los acompaño al médico, los visito, los llamo, tomamos once. Todo esto que se ve tan simple es de enorme impacto para ellos, hay muchas personas mayores que se sienten solas aunque viven con otros, con sus familias. Nadie los escucha, no los consideran, es muy triste. Hay que sacarlos de sus casas a los que viven solos, insertarlos, esa es la motivación que he descubierto. No debemos perder nunca esa sensibilidad”.

LA SOLEDAD DE LOS ADULTOS MAYORES 

La percepción de esta voluntaria no está nada lejos de la realidad. De acuerdo al Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), en la Séptima Encuesta de Inclusión y Exclusión de las Personas Mayores lanzada en julio de 2024, un 30% de las personas mayores en Chile se siente sola.

Hogar de Cristo reconoce a los adultos mayores como sujetos de derecho, ciudadanos activos e incluidos. Nuestra red de servicios fomenta el desarrollo y mantención de las funcionalidades de los adultos mayores, favoreciendo sus capacidades individuales, familiares y comunitarias, para desde ahí mejorar su nivel de inclusión social y calidad de vida.

Ana María luce con orgullo su pechera como voluntaria de Hogar de Cristo. ¡Gracias!

Gracias al voluntariado y a las otras Ana Marías que de manera anónima ejercen la importante tarea de acompañar a su prójimo más desvalido, Hogar de Cristo lleva 80 años construyendo un país más digno y justo.

APÓYANOS PARA SEGUIR AYUDANDO A LAS PERSONAS MAYORES

 

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