75 valientes que vencieron a la adversidad
Una ceremonia emotiva, con la última pasada de lista y silbato de salida final, mientras 75 globos blancos eran lanzados al cielo, vivieron los alumnos que finalizaron su enseñanza media en el Colegio Betania de La Granja. Entre los felices graduados, María Ignacia Soto y Nicolás Rondón nos contaron muy orgullosos las adversidades que superaron. ¡Felicitaciones a la generación 2024!
Por María Teresa Villafrade
9 Diciembre 2024 a las 20:42
Llena de emoción, abrazos, lágrimas y sonrisas amplias, en medio de flores y obsequios que las familias les llevaban, 75 alumnos del Colegio Betania vivieron su última jornada escolar en la ceremonia de graduación realizada el pasado 5 de diciembre.
Paulina Vivanco, su directora, les dijo en su discurso de despedida: “Si ustedes han llegado hasta aquí es porque desafiaron las adversidades con mucho esfuerzo y con la convicción de que podían salir adelante”.
Cada profesor jefe de la escuela Betania tuvo tiempo y espacio para dedicarles unas palabras especiales también. José Flores, para los de cuarto medio A; Raúl Díaz, para cuarto medio B; y Carla Ramírez, para cuarto medio C. Y las profesoras de los talleres de oficios –Estética, Banquetería y Gastronomía– sumaron otro diploma más a quienes redoblaron energías para certificarse en esas tareas, abriendo otra posibilidad laboral futura.
María Ignacia Soto es una de ellas. En su silla de ruedas producto de una enfermedad espástica con la que nació, puso mucho de su parte para titularse de enseñanza media y, además, certificarse como ayudante de cocina en el taller de gastronomía de la profesora Javiera Figueroa.
“Los sueños sí son posibles de cumplir. La meta, si uno se la propone, la puede lograr. ¡Aquí estoy yo!”, dijo mostrándose a sí misma como ejemplo. Y vaya qué ejemplo.
“Estoy muy agradecida del colegio Betania, de mis profesores, del taller de gastronomía, porque pensé que no lo iba a poder realizar. La paciencia que me tuvo mi profe Javiera, cómo me ayudó a adaptarme, fue increíble”, agregó.
A la ceremonia asistió acompañada de un par de amigas que hizo durante los dos últimos años escolares, sin ningún familiar.
“En este colegio aprendí valores muy importantes, como la amistad y el compañerismo. Viví tantas emociones que jamás imaginé en tan poco tiempo. No me canso de agradecer al colegio por todo lo que hizo por mí”, señaló la joven.
Al colegio Betania llegó María Ignacia Soto tras perder un año completo de escolaridad.
Entre los jóvenes que recibieron su diploma de enseñanza media, Nicolás Rondón (22) destacó por levantarlo con los brazos en alto, aferrándose feliz a esa victoria que le significó mucho sacrificio.
No es para menos. Para ayudar a sostener su hogar –conformado solo por él y su mamá– trabaja como guardia de seguridad en las noches, mientras estudiaba de día.
“Este día es súper importante para mí porque solo yo sé lo que me ha costado. Me saqué la cresta, trabajando de noche y estudiando de día. Muchos días tuve ganas solo de irme para la casa, pero tenía en la mente el plan de seguir estudiando”, nos contó orgulloso.
Destacó especialmente el apoyo de sus profesores y elogió el sistema educativo que implementa la Fundación Súmate en el colegio Betania. “Es una escuela distinta a las demás, tienen mucha cercanía con los alumnos y eso es primordial”, agregó.
Como guardia de seguridad ha trabajado en distintas dependencias, pero últimamente estuvo en la Municipalidad de San Ramón. “Yo tomaba todos los turnos de noche para poder estudiar de día”.
Su mamá, Patricia Sepúlveda Bravo, y una tía abuela, no ocultaron la “chochera” de verlo finalmente egresado del colegio.
“Soy una madre muy orgullosa de él, somos los dos solitos, soy su mapapá, como él me dice”, cuenta Patricia, quien asegura que a pesar de que él mide un metro 90 centímetros, siempre será su “bebecito”.
“Agradezco mucho al colegio que le entregó todas las herramientas y le ayudó bastante. Es un siete como liceo. Se la juega por sus alumnos y les demuestra que ellos sí pueden lograr cosas que ni pensaban, como mi hijo. Nicolás nunca imaginó que podría capacitarse en banquetería, pero la escuela le cambió la mente y terminó gustándole”, concluyó la feliz mamá.
Después de que uno de los profesores pasara lista y se tocara el timbre de salida por última vez, 75 globos blancos fueron lanzados al cielo por los propios egresados del Betania. Varios de ellos, como María Ignacia y Nicolás, se proponen seguir estudiando.
Nicolás Rondón quiso dejar un último mensaje a los que deben realizar el titánico esfuerzo de estudiar y trabajar al mismo tiempo: “Nunca es tarde para concretar tus sueños”.