A pocos días de la Navidad, Hogar de Cristo en Collipulli, cuelga en un árbol los deseos de las personas más excluidas del territorio. Uno de ellos, de forma anónima, emociona: “Como no podemos abrazarnos en persona, envía un mensaje de paz a otro viejo. Él lo necesita porque está encerrado en su casa”.
Por Matías Concha P.
24 Diciembre 2020 a las
09:01
El “Árbol de los Deseos” es una iniciativa de la Hospedería y el Programa de Atención Domiciliaria para el Adulto Mayor (PADAM) de Hogar de Cristo en Collipulli, región de La Araucanía, que busca colgar los anhelos más profundos de las personas más excluidos del territorio. “Ya hemos logrado recoger muchos deseos que expresan los sentimientos de las personas más pobres de nuestra región. Me refiero a los adultos mayores abandonados, personas en situación de calle, familias empobrecidas por la cuarentena, todos han tenido un año súper ingrato, pero en sus deseos vemos que aún se mantiene la esperanza”, afirma Paula Bello, encargada de este PADAM que acoge a 30 personas mayores vulnerables.
Como la Navidad está a la vuelta de la esquina, incluso allí donde la enfermedad amenaza con empañar la alegría. El equipo de la Hospedería y el PADAM en Collipulli decidieron extender el llamado a la comunidad: vecinos, voluntarios, socios de la fundación, trabajadores a nivel nacional. Todos respondieron a la convocatoria. “Lo veo como una manera de decirle al coronavirus que la esperanza no se transa”, sostiene la trabajadora social de Hogar de Cristo.
El éxito del redoble de esfuerzos quedó patente en un detalle: ochenta anhelos ya han sido enviados al árbol navideño. Esto gracias a un enlace que facilitó la suma de todos los deseos. Entre ellos se pueden leer algunos verdaderamente emocionantes. Como el de Carmen Gloria Nievas, encarga de voluntariado de Hogar de Cristo en Santiago, quien comparte anhelos con María Pino, acogida del PADAM de la fundación en La Araucanía.
“Agradezco los aprendizajes que nos ha dejado este año, como el volver a lo simple y sencillo, el foco en las personas y no en lo material, el sentido de comunidad”, apunta Nievas. Por su parte, María Pino, de 64 años, escribe: “Mi deseo es que ésta Navidad agite su varita mágica sobre todos ustedes; jóvenes, adultos, viejitos, para que el virus no consuma el único sustento de los más pobres: la esperanza de que todo puede mejorar algún día”.
Hoy se cumple casi un año desde la declaración de cuarentena que cambió por completo la vida del país. Cientos de personas han fallecido en un año para el olvido que también amenaza con quitarnos la Navidad. Pero según la encargada del “Árbol de los Deseos” en La Araucanía, Paula Bello, esta realidad no es excusa para perder la esperanza. “La navidad no la hacen las luces por las calles, tampoco los villancicos sonando en los comercios, menos las “súper comidas, ni los “súper” regalos. Así lo afirman estos 80 deseos, que resumen: “Acá nadie se salva solo”.