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José García y Guillermo Núñez:

El reencuentro de los brigadistas

Este sábado 20 de octubre, el Hogar de Cristo conmemora su cumpleaños 74. La celebración será en Plaza Ñuñoa con el Premio Nacional de Arte Guillermo Núñez, quien compartió el exilio y murales en Europa con José García, participante del Hogar de Cristo, con el que se reencontrará al cabo de casi 40 años.

Por María Luisa Galán

17 Octubre 2018 a las 17:26

 

La última vez que José García vio a Guillermo Núñez fue en octubre de 1980, cuando el hoy Premio Nacional de Arte 2007 lo acompañó al aeropuerto de París para su viaje de retorno a Chile. Ambos compartieron el exilio en la capital francesa, también la pasión por el arte y la autoría de los numerosos murales que pintaron en varias ciudades europeas. Hace casi 40 años que no se ven. Mientras, Guillermo Núñez siguió una exitosa carrera en el mundo de la plástica, José García se dedicó a la gastronomía, pero la vida lo golpeó, perdió todo -trabajo, negocio, familia- y hoy vive en la Casa de Acogida Josse Van der Rest del Hogar de Cristo.

Con emoción, José recuerda las aventuras de ambos en Europa. Guillermo llegó un par de años después que él a París. Se conocían desde antes, cuando coincidieron en unos talleres de arte instalados en la esquina de Bellavista con calle Siglo XX (hoy Ernesto Pinto Lagarrigue). “Ahí empecé a conocer al grupo. Éramos varios los que teníamos un taller ahí, nos juntábamos un lote para la conversa. El guatón iba de vez en cuando”, dice José refiriéndose a Guillermo Núñez. Y agrega: “Nos encontramos en Francia y ahí nos conocimos más porque José Balmes organizó una brigada de muralistas, donde estaba el guatón Núñez. Iba a su departamento en Bobigny, que es un suburbio al este de París. Tenía una capacidad de producción increíble, de serigrafías, de libros. Trabajaba y trabajaba como chino”.

José, Guillermo, Gracia Barrios, José Balmes y José Martínez (foto de arriba), entre otros, integraron la Brigada Pablo Neruda (bautizada originalmente como Brigada Luis Corvalán), la cual se dedicó a pintar murales en Holanda, Alemania, Italia y Francia, entre otros países. “Aquí pintabas un mural y te corrían a palos, allá en Francia te pagaban porque era en acuerdo con un municipio o sindicato obrero”, cuenta José García, recalcando que Holanda era donde más les pagaban.

Cientos son las anécdotas que comparten, como la vivida en Rotterdam. “Estábamos en Holanda y nos consiguieron alojamiento en una pensión, a la que llegábamos cada tarde después de pintar. Un día, en el desayuno, este guatón aprovechó que no estaba el recepcionista y se metió detrás del mostrador y le cambió todas las llaves del lugar. Cuando llegamos en la tarde, claro, no nos hacía la llave y el recepcionista estaba vuelto loco: ‘Qué pasó aquí’, decía. Quedó la embarrada. Donde íbamos, se mandaba un número. Era muy divertido”, relata José.

José cuenta otra historia protagonizada por su amigo: “En Alemania fuimos a trabajar a La Documenta, en Kassel. Trabajamos afuera, frente al palacio, pintando un mural sobre una tela plástica que tenía como 20 metros de largo por 5 de alto. Era una cuestión gigantesca. En el día, íbamos a visitar el palacio de La Documenta, en donde estaban todos los viejos famosos, como Andy Warhol. Un día el guatón Núñez, subiendo la escalera a una de las exposiciones del palacio, descubrió unas ventanas con un alfeizar grande como una repisa. Nos estábamos tomando una bebida y él tendió una servilleta como un mantel y de un cenicero sacó unas piedritas que puso en cada punta y, en el medio, la lata de Coca Cola. Se echó para atrás y se puso a mirar atentamente la lata, entonces todos los giles que iban pasando empezaron a detenerse y a mirar ‘la obra’. No entendían ni una y conversaban entre ellos. Cuando dejó a todos metidos, se fue. Y yo, detrás, muerto de la risa, porque todos creyeron que era una instalación”. Comenta que al artista todos le decían “el guatón Núñez”, pero que allá le pusieron un apodo muy feo. “Como vivía en Bobigny y estaba pintando unas cosas terribles, cadáveres, imágenes de personas destrozadas, le pusieron “el carnicero de Bobigny”. A él le cargaba.

-Si lo volviera a ver, ¿qué le diría?

-¡Cómo estai, CTM!  Jajaja. Una vez el guatón me fue a ver a la casa. Yo vivía en los suburbios de París, como a 27 kilómetros y él fue, pero yo no estaba. Cuando llegué, me encontré debajo de la puerta un sobrecito con 100 francos. Tenía esos gestos así, cosas espontáneas-  cuenta José García.

Este año el Hogar de Cristo celebra su cumpleaños número 74 con una ceremonia inspirada en la frase “Dibujar para saber descifrar el corazón ajeno”, que es la divisa creativa de Guillermo Núñez, Premio Nacional de Artes Plásticas 2007. La cita es para este sábado 20 de agosto en la Plaza Ñuñoa y se espera que José, luego de 40 años, se reencuentre con Guillermo para volver a dibujar juntos y descifrar mutuamente sus corazones. Más información de la actividad, aquí.

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