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Kevin y Millaray:

Aterrizaje forzoso

Kevin quería sacar una licencia para conducir y Millaray, hacer un curso para guardia de seguridad. Pero para cumplir ambos sueños, pronto se dieron cuenta de que necesitaban tener cuarto medio aprobado. Dado que querían proyectarse con un mejor futuro, ambos vivieron un aterrizaje forzoso a la realidad y decidieron volver a estudiar.

Por María Teresa Villafrade

1 Julio 2024 a las 20:08

En la escuela Padre Hurtado de Fundación Súmate, ubicada en la comuna de Renca desde 1997, Kevin Barros (22) y Millaray Rojas (19) forman parte de los 120 alumnos que estudian en la modalidad de reingreso 2×1. Es decir, cursan dos años en uno.

Ambos son compañeros en el curso de tercero y cuarto medio. Millaray llegó el 2022 y debería haber egresado, pero repitió. Confiesa que siempre le ha costado mucho aprender.

“Lo bueno es que en esta escuela puedo preguntar todas las veces que quiera hasta que entiendo. Antes no, y por eso me atrasé mucho en los estudios. Me diagnosticaron déficit atencional y me dieron Ritalin, pero no me gustaba tomarlo porque me sentía como drogada en vez de concentrada”, relata.

Alegre y comunicativa, Millaray sueña con ser educadora o técnica parvularia.

Cuenta que vive con su madre, que es auxiliar de aseo, y su hermana menor de 12 años.

“Mi mamá quiere que yo sea más que ella y que estudie. Me dice que para eso ella trabaja tanto. Pero como yo tenía tantos problemas de aprendizaje no seguí en la escuela y me puse a trabajar de obrera de producción. En realidad, yo quería sacar el curso de guardia de seguridad porque se ganan buenas lucas, pero me pedían cuarto medio”, recuerda.

Pronto se dio cuenta que si quería mejores posibilidades laborales, debía volver a estudiar.

“En esta escuela estoy muy contenta. Yo antes quería trabajar nada más, pero mi mami quiere que yo la supere. Me gustan mucho las ciencias naturales, es mi clase favorita y ahora ya no quiero solo sacar el cuarto medio ni ser guardia, quiero ser técnica parvularia o educadora. En el pasaje donde vivo hay muchos cabros chicos y tengo buena llegada con ellos, me encantan”, finaliza.

Así, en los tres últimos años que ha estado en la escuela Padre Hurtado, Millaray se ha propuesto llegar más lejos.

EL SUEÑO DEL AUTO PROPIO

Lo mismo le ha pasado a Kevin Barros, su compañero de curso. El 2023 llegó al mismo colegio después de haber estudiado gran parte de su vida en una escuela especial a la que nunca debió ingresar, porque no tenía  ninguna discapacidad. Ni siquiera un diagnóstico de déficit atencional, como Millaray.

“Me pusieron allí porque era hiperkinético y desordenado. Un profe les dijo a mis papás que yo no ponía atención y que lo mejor era que me pusieran en una escuela especial. Lo malo es que allí no me permitieron tener octavo básico. A todos nos dijeron que nos iban a ayudar y al final no pasó nada. Intenté buscar otra escuela, pero ninguna me admitía porque en el informe que entregaba mi antigua escuela especial decía que yo no sabía nada de nada”, cuenta Kevin.

Kevin es desenvuelto, conversador y muy sociable. Está en el taller de estética de su escuela.

Desmoralizado, abandonó los estudios y se puso a trabajar en una bodega de neumáticos, sin contrato. Estuvo casi tres años ahorrando hasta que se pudo comprar un auto.

“Era mi sueño y lo cumplí, estaba vuelto loco porque logré esa meta tan especial para mí”, dice, contento.

Pero su aterrizaje forzoso se produjo al querer manejarlo y descubrir que sin cuarto medio no podría nunca obtener una licencia para conducir.

“Eso me motivó a volver a estudiar, pero me angustiaba que me rechazaran nuevamente. Gracias a un amigo que tenía una cuñada que trabajaba en reforzamiento escolar supimos de la Padre Hurtado y mi alegría fue enorme cuando me hicieron las pruebas y me admitieron”.

Esa meta que veía era lejana, se volvió una realidad. Kevin, además de cursar tercero y cuarto medio, participa en el taller de estética y sus horizontes ahora se proyectan más allá de titularse de cuarto medio.

Quiero seguir estudiando, aún no he definido bien qué. Tengo más confianza en mí, porque esta escuela es otra cosa, los profes te escuchan, te ayudan y si tienen que repetir algo que no entiendes diez veces, lo hacen. Eso es lo que me encanta de esta escuela, son muy comprensivos. Tengo buena convivencia y comunicación con mis compañeros”.

-¿Qué cambió en ti?

-Creo que maduré.

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