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Luis Toro: “Lo perdí todo por las malas juntas; hoy estoy de pie y no pienso volver a caer”

22 Mayo 2018 a las 14:01

Vivir en la calle, consumiendo alcohol, sin vínculos familiares ni ninguna red de apoyo, puede derribar a cualquiera. Pero Luis con su determinación y el apoyo del Programa de Orientación Sociolaboral de Fundación Emplea en Alto Hospicio, dejó atrás los años más oscuros de su vida y hoy tiene una idea fija: instalarse con un carrito de comida rápida.

Por María José von Mühlenbrock

“Lo voy a llamar Pizzas Luchosky”, dice Luis (47), sobre su sueño de tener un carrito de comida rápida. “Ese es mi gran sueño, tener mi propio emprendimiento de food truck de pizzas. Incluso ya tengo el logo en mi cabeza y lo veo muy real”.

Mientras ese sueño se concreta, administra un quiosco y vende alfajores de Arica, una realidad que hace pocos meses le era impensada. “Por mucho tiempo estuve ausente de la vida de mis hijos, les falté por vivir una situación extrema de consumo, de perder el sentido hasta llegar a vivir en la calle”.

Luis perdió matrimonio, hijos, vínculos sociales y hasta el minimarket que tenía en la comuna de Maipú, en Santiago, y que lo mantenía a él y a su familia. “Lo perdí todo. Mi familia se aburrió y yo los entiendo. Esto del consumo tira a cualquiera para abajo”.

Reconoce que la tentación estaba siempre a la vuelta de la esquina, en los grupos de amigos, en el barrio, en la calle. Hoy, a más de un año de tratamiento en diferentes organizaciones sociales, su vida parece estar en tierra derecha.

“Hoy tengo mi rutina bien establecida. Trabajo independiente, pero lo tomo con mucha seriedad, como si trabajara apatronado. Todos los días me levanto muy temprano, abastezco mi mini pyme y me traslado con mis productos a un lugar estratégico. Me instalo en la esquina de calle Los Cóndores con Avenida Ramón Pérez Opazo, en Alto Hospicio. Tengo permiso municipal y todo”.

En ese lugar, frente a la Iglesia de los 12 Apóstoles, también hay una gruta del Padre Hurtado. ¿Casualidad? “No sé”, dice Luis, “A veces paso a conversarle de algunas cosas”, bromea.

Y mal no le va. En promedio vende 80 alfajores artesanales al día, así como bebidas, lo que le reditúa unos 15 mil pesos diarios. “Tengo que comer eso sí, porque paso todo el día aquí, pero el resto trato de ahorrarlo, porque este sueño ya lo cumplí, pero tengo muchos más”. Luis está a la espera de los resultados de una postulación que hizo al Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS) y  está pronto a comenzar una capacitación que le permita especializarse en el rubro de la alimentación y así cumplir el gran anhelo de instalarse con su emprendimiento “Pizzas Luchosky”.

Jessica Parada, Directora Social de Fundación Emplea explica que “el programa Sociolaboral de nuestra fundación apoya a personas que se encuentran en tratamiento por consumo problemático de alcohol y drogas. Trabajamos en conjunto con el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol. (Senda), a través del desarrollo de sus competencias personales, sociales y laborales para el trabajo, a fin de mejorar sus condiciones de empleabilidad”.

Desde el año 2013 viene trabajando este programa en la orientación y acompañamiento personalizado a las personas derivadas de centros de tratamiento en convenio con Senda y hoy funciona en las regiones de Tarapacá, Valparaíso, Metropolitana, Biobío y Los Ríos. “En estos cuatro años de funcionamiento en Iquique y Alto Hospicio, hemos atendido a cerca de 200 personas”, dice Jessica.

En el caso de la zona norte, el programa está a cargo de Johanna Saavedra, coordinadora y socióloga laboral, y de Raúl Roldán, trabajador social y preparador laboral, ambos profesionales a cargo de la atención directa de los usuarios.

“Nuestro trabajo se basa en brindarles orientación, acompañamiento y motivación en este proceso de apoyarlos en la revinculación con el entorno”, dice Johanna. “Hacemos un diagnóstico, trazamos planes laborales y objetivos a cumplir y eso los dignifica mucho. Lo usual es que este proceso se extienda por tres o cuatro meses, plazo en el que los usuarios logran adquirir herramientas sociolaborales con miras a insertarse en el mercado del trabajo. Lo importante es que nosotros como Fundación, ofrecemos una atención más que personalizada, nos vamos adecuando a las necesidades de cada uno, así como a sus trayectorias laborales que se vieron en algún momento interrumpidas”.

EL CONSEJO DE LUIS

“A las personas que están recién entrando al programa, les digo que tienen que ser perseverantes y seguir hasta que consigan sus proyectos. Uno aprende a caminar con más libertad y seguridad en la vida, pero no hay que olvidarse de los tratamientos y de las lecciones que deja la experiencia. Hay que saber hacerles frente a la vida, pero también reconocer que a veces no todo lo podemos resolver solos, porque uno cae en la desesperación. Existen redes y profesionales, distintos centros que están dispuestos a ayudar, así como me han ayudado a mí. Yo me comprometí con el cambio, con mi cambio, pero también muchas personas se comprometieron conmigo y me acompañaron en este caminar”, recomienda Luis.

Hoy agradece infinitamente a las organizaciones como el Centro de Orientación de Salud Mental París y a sus profesionales, al programa Situación de Calle y a la Fundación Universidad Arturo Prat, así como también a las herramientas que le ha entregado Fundación Emplea a través de su Programa de Orientación Sociolaboral. “Estaré eternamente agradecido de la comprensión que ahí recibí, además de todos los acompañamientos que me entregaron con amor y dedicación. Y, por supuesto, de mi madre, que a sus 75 años soportó con entereza los malos ratos que le di. Ella confió otra vez en mí, me dio techo y, gracias a eso, pude reconstruirme como hijo, hombre, padre y trabajador. Y a mi hija Javiera, que siempre tuvo fe y siempre supo que su papito se iba a recuperar. Ella así lo soñó y hoy eso yo lo estoy haciendo realidad”.

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