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A 12 años de su canonización, te contamos la historia de María Alicia y el primer milagro de San Alberto Hurtado

23 Octubre 2017 a las 13:44

“Dios operó en las manos del padre Hurtado”

Cuando celebramos los 73 años de la obra más grande del Padre Hurtado, el Hogar de Cristo, es el momento perfecto para recordar el legado y los hitos que marcan la historia del padre Alberto Hurtado: sus milagros.

María Alicia Cabezas es la protagonista de una de estas historias.  Corría el año 90 y en el Hospital de Neurocirugía de Santiago, un médico había tomado la decisión de desconectar las máquinas que mantenían con vida a una mujer que estaba con muerta clínica, tras sufrir tres derrames cerebrales masivos. Al mismo tiempo, un grupo de fieles oraban por su recuperación en la tumba del Padre Hurtado.

Ambas historias se entrelazaron, generando un hecho que la ciencia médica no pudo explicar. María Alicia inició una milagrosa etapa de recuperación que -años más tarde- se convertiría en el primer milagro del Padre Alberto Hurtado y que le abrió el camino para transformarse en el primer hombre Santo nacido en Chile.

“Estaba al amparo de Dios, porque la medicina se había declarado incompetente. De acuerdo con los testimonios de los médicos, no había nada que hacer conmigo. Se habían agotado todos los medios humanos y científicos de que disponía la medicina para salvarme”, sostiene María Alicia.

El 25 de julio de 1990, la mujer se desempeñaba como asesora del hogar en la casa de María de Los Ángeles Amenábar, secretaria de colegio San Ignacio del Bosque, quien posteriormente cumpliría un importante rol en esta historia. Tras sufrir el primer derrame cerebral, María Alicia fue trasladada en estado de coma al recinto asistencial con el peor de los diagnósticos: “Glasgow 4”, el cual se fue agravando con los sucesivos derrames cerebrales que fueron empeorando su estado. Dada su gravedad, no era posible realizar una operación.

Paralelamente, en la tumba del Padre Hurtado, mientras se realizaba una peregrinación y Eucaristía en la víspera de su día, un grupo de trabajadores del colegio San Ignacio del Bosque, dejaba constancia en el libro de peticiones por la mejoría de María Alicia. Ese mismo día, la fiebre que la aquejaba comenzó a bajar y, poco a poco, los síntomas comenzaron a desaparecer, lo que permitió operarla. El milagro se había concretado

A 27 años de estos hechos, María Isabel recuerda con emoción esos días. “Al salir del Hospital recién le tomé el peso al tema. Vi como personas llegaban con el mismo diagnóstico y todos quedaban con secuelas o simplemente no salían vivas. De verdad, me sentí afortunada y desde entonces miro las cosas diferente”.

-¿Qué significa para ti la palabra milagro?

-Es algo de otra dimensión y que aún no lo puedo explicar. Fue la misericordia de Dios la que operó en las manos de un siervo, como lo era el Padre Hurtado. El pidió por mí y Dios se lo concedió.

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