Hace seis años la diseñadora gráfica Pía Finlay inició su propio negocio: “Mi Peque”, una mueblería con modelos especialmente hechos para niños pequeños. Hace unos días, por un cambio de local, decidió donar 18 camas nuevas de una plaza al Hogar de Cristo. Al enterarse de que probablemente serían destinadas a una de las residencias piloto de protección para niños que está poniendo en marcha la institución, duplicó la entrega. Aquí cuenta por qué.
-Siempre había querido hacer una donación importante, pero no había podido comunicarme. Hace poco, mi mamá escribió un libro que se llama “La aventura de reinventarse”, por lo que estuvo en conversaciones con el Hogar de Cristo para hacer unas charlas sobre resilencia para jóvenes de extrema vulnerabilidad. Entonces llamé a su contacto y en cuestión de horas logré hacer lo que siempre había querido.
-¿Qué es para ti el Hogar de Cristo?
-La institución más grande, la que más se mueve, la que más hace gestiones, por eso tenía ganas de donarlo ahí y no en otro lugar -responde la diseñadora, quien se conmovió particularmente cuando al tomar contacto con nosotros escuchó que las flamantes 18 camas de una plaza serían usadas en el programa piloto de residencias con altos estándares de calidad para niños de entre 12 y 18 años que se están poniendo en marcha por estos días. Esta iniciativa, financiada en parte significativa por privados, involucra a dos residencias, una de niños y otra de niñas, con un máximo de 10 habitantes por cada una y un costo mensual por niño de dos millones de pesos. Durante dos años, ambas serán supervisadas por expertos de la Universidad Católica y el Hogar de Cristo aspira a que su modelo de funcionamiento sea parte de las políticas públicas en materia de infancia vulnerada.
-¿Qué significan para ti que las camas sean destinadas a residencias de niños vulnerables, “niños Sename”?
-Un sueño. Había estado tratando de hacer una donación importante hace tiempo y ¿qué más importante que esto? Ayer mi hijo me preguntó “¿por qué las donaste?” y le dije ¿puedes pensar que hay niños que no tienen dónde dormir? Lo más básico de tu día a día es tener un lugar grato, cálido donde poder descansar. Pude haber donado otro tipo de muebles, pero para mí las camas son importantes. Tienen mucho de símbolo. Por eso, al saber que serían destinadas a residencias de protección decidí doblar el número y pasar de las 18 iniciales a 36.
Pía, que pronto inaugurará un nuevo local en Las Condes, cuenta que esta donación surge luego de haber tenido un muy buen año 2017. La siente como una de vuelta de mano al crecimiento y a sus excelentes resultados. “Este no es un negocio para hacerse millonaria, el margen es para funcionar, pero la idea es que todos puedan acceder a los muebles. Vienen de todas las comunas a buscarlos”.